Lo grande y lo pequeño

REDACCIÓN  

Lemuel Gulliver viaja y le ocurren cosas. Naufraga y llega a nado a una isla recóndita. En otra oportunidad es azotado por una tormenta y va a parar a una extraña costa. En otra cae en manos de piratas y termina en una extraña isla… voladora. En su cuarto viaje la tripulación se rebela contra él y lo abandona en un país desconocido. En los cuatro casos los habitantes son o demasiado pequeños (en una proporción doce veces menor a la de Gulliver), o demasiado grandes, o demasiado inteligentes y filosóficos o demasiado estúpidos y embrutecidos. En todos los casos, Gulliver funciona como nuestro representante o corresponsal de la humanidad para corroborar qué tan bien y tan mal estamos. Y se dan fenómenos interesantes, como por ejemplo su primera deposición en la tierra de los liliputienses, cuyo resultado es 12 veces mayor. Imaginen las carretillas de los enanitos sacando el cagarruto del gigante. La metáfora sobra.

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