El Frente Amplio necesita mejorar sus equilibrios internos y “fortalecer actores” como su “decaída” socialdemocracia

entrevista de Raúl Santopietro y Guillermo Draper 
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En abril próximo el Frente Amplio cambiará sus autoridades y para su actual presidente, Javier Miranda, será el fin de un ciclo que lleva cuatro años. Desde que asumió en setiembre de 2016 le tocó vivir momentos duros, sobre todo en el último año y medio. La derrota electoral, dejar el gobierno nacional tras 15 años, la pérdida de varias intendencias en las últimas elecciones y una renovación de liderazgos que todavía ve esquiva, estuvieron acompañados de una situación interna complicada en la que casi le dan una suerte de “golpe de Estado”.

Quizás por eso, cuando repasa su gestión, que no buscará repetir, considera un logro pasar la posta a su sucesor. Y recuerda: “Seregni renunció, Tabaré renunció, a Mónica la renunciaron...”.

Si bien sostiene que hacer un balance “es complicado”, reconoce que “el ciclo electoral para el Frente Amplio es malo, porque se perdió” ante un “contubernio reaccionario”. Aunque agrega un matiz que le permite celebrar el resultado en las departamentales. Iban por arrasar todo y “los paramos”, dice.

El Frente Amplio inició un proceso de autocrítica que pretende sacar en limpio los aprendizajes de errores que llevaron a perder el poder. Miranda insiste en que no quiere dar el debate por los medios, pero en la entrevista con Búsqueda da pistas acerca de su postura.

¿Qué balance hace del ciclo electoral?

—Pasar raya es complicado; el ciclo electoral para el Frente Amplio es un ciclo electoral malo, porque se perdió. Hay que analizar el ciclo electoral y no solo la elección departamental, que es el final de un ciclo electoral octubre, noviembre y setiembre. Te deja un sabor agridulce porque perdiste Rocha y te duele mucho, perdiste Paysandú y te duele, porque perdiste Río Negro y te duele, porque no pudiste en otros lugares crecer sustancialmente. Ese es sin duda el lado negativo. Por supuesto que puedo mirar otras capas, que son el haber conservado Montevideo y Canelones, y además cómo se mantuvieron, que no es nada menor. Pero además, esta es una impresión que yo tengo, los paramos. Hay un efecto arrastre del ciclo electoral que culmina ahora en setiembre. Pasó lo mismo en 2004 cuando nosotros ganamos el gobierno nacional y además ganamos ocho intendencias. Eso se dio por el fenómeno de arrastre y uno de los grandes peligros que teníamos ahora era que nos pasaran por arriba. Configuraron bloques electorales en Canelones y en Montevideo; y ahí, a pesar de que se hubiera hecho el contubernio reaccionario, expresión que adopté para mí con la huella de Manuel Flores Silva, ganamos igual. El resultado electoral es malo, sí, pero cuando mirás números hay cosas que son valiosas como el crecimiento en votos respecto a octubre.

Ahora, en Salto no se conformó el contubernio y ahí ganamos. Si ellos lograban unificarse, era probable que perdiéramos en Salto también. Lo que da la elección departamental es la consolidación de un proceso que se viene dando, que es la consolidación de bloques.

Está de acuerdo con el politólogo Ignacio Zuasnabar, que dijo a Búsqueda que a futuro la coalición multicolor se va a consolidar y que no es “un invento efímero”...

—Es que es un proceso que se viene gestando hace mucho tiempo, no es de esta elección departamental. El gran perdedor es el Partido Colorado, porque en el contubernio tenés una hegemonía del Partido Nacional y dentro del Partido Nacional, del Herrerismo. Cabildo Abierto desapareció en esta departamental.

Pero no quiere decir que desaparezca de la arena política, porque tiene sus legisladores y cargos en el gobierno.

—¡No, claro! Hay que ver cómo se reciclan, pero claramente perdieron posiciones. Insisto en que lo que hace la expresión de bloques es claramente la hegemonía del Herrerismo. Por eso la expresión contubernio. Esto no lo estoy usando gratuitamente. Es don José Batlle y Ordóñez de 1916 hablando de la alianza, mirá vos, entre Pedro Manini Ríos y Luis Alberto de Herrera. El abuelo de Manini y el bisabuelo de Lacalle Pou se unieron para enfrentar el avance social de Batlle y Ordóñez de la segunda década del siglo XX. Hacen la misma alianza y termina en el golpe de Estado de 1933. Yo no estoy diciendo que esto va a terminar en golpe de Estado, pero el contubernio que denuncia Batlle en 1916 se consolida sobre la base del Herrerismo y de Manini, de los riveristas. Y hoy, 100 años después, estamos en una ecuación muy parecida.

¿Por qué el término reaccionario? ¿Eso identifica al electorado que votó a la coalición de gobierno?

—No, a la propuesta política de Cabildo.

¿Solo a Cabildo?

—Lo que pasa es que yo creo que el Partido Nacional es conservador.

Entonces, ¿este gobierno es reaccionario o no?

—Tiene aspectos reaccionarios, sin duda. Reaccionarios en el sentido de extrema derecha. Y ese es el caudal de Cabildo en el peso del gobierno, que se refleja, por ejemplo, en buena parte del contenido de la LUC (Ley de Urgente Consideración) y su propuesta represiva. No tengo dudas.

¿Qué pasó para que el Frente Amplio retrocediera?

—La discusión esa la tiene que dar el Frente Amplio dentro del Frente Amplio. Que El Observador publique todos los titulares que quiera y como le guste. Ahora, la discusión de reflexión crítica es de autocrítica, y entonces se hace en los ámbitos orgánicos. No vamos a jugar a la reflexión y autocrítica a través de los medios.

El documento elaborado por el Frente Amplio para dar inicio a la discusión de autocrítica menciona las dificultades de la coalición en el interior. ¿Por qué se perdió pisada allí?

—Porque nos faltó presencia, sin duda. Hay que estar, hay que ir y dialogar permanentemente con las estructuras del interior. Yo fui mucho durante mis cuatro años e hice una apuesta desde la presidencia. Creo que no todo el Frente hizo lo mismo. Tuvimos déficit de presencia en el interior, claramente.

¿Al gobierno también le faltó tener una mirada hacia el interior?

—Sí, puede ser. Y hubo debilidades estructurales de organización del Frente en el interior, porque no es que vos vas a decirles lo que hay que hacer, vos vas a ayudar a conformar la fuerza política que tiene que estar en el departamento. Si revisás cada una de las departamentales, ves que en algunas tenemos dificultades. Asumí hace exactamente cuatro años y quería que el acto de asunción fuera en Paso de los Toros. No porque sí, sino porque simbólicamente nos parábamos en el centro del país. No se pudo, pero yo de entrada creía que era importante poner el foco ahí.

¿Quien falló en la llegada al interior fue la fuerza política o el gobierno?

—Ahí hay otra discusión que es más general e insisto en que este documento es para generarla. La discusión atrás es la relación gobierno y partido político. Que es central. ¿Quién juega a qué? Yo no quiero que la fuerza política se trague al gobierno, ni que el gobierno se trague a la fuerza política. Una de las cosas que mantuve al principio de la presidencia fue la separación del partido y el gobierno. Evidentemente que se han cometido errores, es un hecho, si no, hubiéramos ganado las nacionales y muchas más departamentales.

El documento dice que Uruguay no escapó a la estrategia que usaron los “sectores conservadores” que “una y otra vez deformaban la realidad”. ¿Le parece que la gente fue engañada? ¿Se puede ganar una elección deformando la realidad?

—Preguntale a Trump, preguntale a Bolsonaro.

¿Pero la persona que votó a la coalición multicolor fue engañada?

—No, no. Pero se puede distorsionar la realidad y eso provocar resultados electorales, es un hecho. Es muy común en campañas electorales. ¿Eso quiere decir que el 50% de la población es tonta y vota engañada? No, no quiere decir eso; quiere decir que ahí hay un factor que puede incidir.

¿Se gana una elección con eso?

—Una elección es una conjunción de una multiplicidad de factores enorme. Si no, para qué existen las fake news.

¿En Uruguay se deformó la realidad en la campaña?

—(Piensa varios segundos.) ¿Hubo intentos de deformar la realidad? Sí, creo que sí. Se arman discursos.

Foto: Nicolás Der Agopián / Búsqueda

¿Qué responsabilidad le cabe a usted en la autocrítica que está iniciando el Frente Amplio?

—No voy a hacer la autocrítica por los medios. Obviamente, el presidente del Frente Amplio tiene responsabilidad política. No hay dudas. No me puedo sacar la responsabilidad. Les guste o no les guste a los demás, soy el presidente del Frente Amplio. Ahora, no voy a entrar en si más o menos, o en qué, pero obviamente que como presidente del Frente Amplio asumo mi responsabilidad. Y que la asumí en noviembre cuando perdimos la elección y salí a recorrer las 18 coordinadoras de Montevideo y los 18 departamentos del interior. En su momento ya había salido que Miranda puso el cargo a disposición. ¡Y por supuesto!

En este último año y medio tuvo una relación tirante con los sectores que integran el Frente Amplio.

—Con algunos puede ser, en algún momento. Es parte de la lógica.

Algunos dirigentes dicen que quisieron darle una suerte de “golpe de Estado” para quitarlo de su cargo.

—Algunos dicen eso, sí. Siempre que vos tenés un cargo de conducción vas a tener críticas. En el caso particular del Frente, además, como no pertenezco a sector alguno, tenés menos espalda política de sectores que te defiendan. Probablemente si tenés un sector, por lo menos ese sector siempre te va a salir a defender. Ahora, siempre vas a tener críticas de otros sectores e incluso del que pertenecés. Y tienen razones por las cuales criticarte, porque cometés errores, porque no das todo lo que el otro espera, porque te equivocás. No lo magnifico, pero tampoco lo minimizo porque no es fácil, te duele el cuerpo. El 5 de febrero yo estaba rezongando por algo que sacó El Observador, que ahora no recuerdo, que era obviamente una jugada desde adentro que me pegaba directo. De esas tuve varias.

Pero a usted intentaron sacarlo de su cargo en marzo.

—Sí, probablemente.

¿Piensa ir a la reelección?

—No, no. A la reelección no voy.

¿Por qué no?

—Razones personales que tienen que ver con el cansancio, pero también con ciclos políticos cumplidos. No veo perspectiva de que tenga sentido una nueva etapa. El Frente necesita realmente cambiar la conducción política de todas las autoridades, incluida la del presidente del Frente Amplio.

¿El próximo presidente del Frente Amplio debería contar con un sector que lo respalde?

—Si te contesto eso, marco la cancha, y en la posición de presidente me queda incómodo hacerlo. Tiendo a pensar que es bueno que la presidencia del Frente sea independiente, pero necesita sin duda un acompañamiento fuerte de los sectores. Porque el Frente es coalición e ignorar a los sectores es un error, tienen que tener una participación real, efectiva y potente en la conducción. ¿Eso quiere decir que no puede serlo alguien sectorizado? No, de hecho varios lo han sido. Tabaré tenía sector, Mónica tenía sector. No Seregni, no Brovetto. Si vos repasás arrancando desde 1971, Seregni como figura se mantiene hasta 1994, después viene el período de Tabaré, que mantuvo una figura de proyección nacional, después es Brovetto y después recién en el 2012 se hacen elecciones a padrón abierto. Ahí viene Mónica y después viene la elección de 2016. De todas esas, si pensás: Seregni renunció, Tabaré renunció, a Mónica la renunciaron…

Durante la campaña se habló sobre los “equilibrios políticos” en la interna frenteamplista. ¿Coincide?

—No, no había desequilibrios y la elección no reflejaba eso.

¿Cambiaron los equilibrios internos?

—Yo creo que no. El Frente Amplio necesita equilibrios porque eso es lo que permitió que viviera 50 años. Si se te desbalancea, si, por ejemplo, las corrientes socialdemócratas fueran totalmente hegemónicas y las expresiones del socialismo social y popular o las corrientes marxistas quedaran en la mínima expresión, perdés amplitud.

¿Y esa corriente socialdemocrática no está en su mínima expresión?

—No sé si en su mínima expresión, que está decaída no tengo duda.

Entonces ahí sí hubo un cambio.

—Es un cambio, pero que tiene su trayectoria. Hay una expresión electoral importante del Frente Amplio que sigue votando a los sectores socialdemócratas, por llamarlos de alguna manera. Claramente hay una expresión electoral muy fuerte de ese lado.

¿Sigue estando?

—Yo creo que sí. Lo que se ha dado históricamente en el Frente es que una enorme mayoría de votantes primero vota al Frente Amplio y luego elige sector. Y va variando. Eso explica que en 1984 ganara Batalla, que en 1989 la 1001 fuera la lista más votada, que en 1994 Asamblea Uruguay y el fenómeno del astorismo tuviera un desarrollo enorme; eso explica también la gran votación del MPP con la figura de Mujica. Liderazgos que se consolidaron también fueron marcando peso de los votos y es lo que ha pasado en las últimas dos o tres elecciones. Son fenómenos que se van dando. Y por supuesto que hay núcleos duros electorales. El Partido Comunista históricamente tiene un senador, ahora tiene dos. ¿Qué pasó? El fenómeno Andrade marcó la cancha. Hay fenómenos de liderazgos y de arrastres.

¿La salida de Astori por su salud afectó a ese espacio?

—Incidir, incide. ¿Cuánto? No lo sé. De todos modos, insisto en la necesidad de que el Frente esté equilibrado.

¿El equilibrio actual es un buen equilibrio?

—No, yo creo que el Frente necesita fortalecer actores y necesita sintetizar actores. Porque otro tema que tenemos es la multitud de sectores que tenemos. Una multitud. Tiene que ver con la lógica de la sociedad, donde hoy la expresión individual es mucho más fuerte.

Pareciera que el Partido Comunista es uno de los grandes ganadores de este ciclo electoral.

—No hay dudas de que el Partido Comunista tuvo una buena performance electoral.

¿Responde a liderazgos fuertes como el de Andrade?

—Sin dudas. Como también incide el factor Pepe Mujica en el MPP. Insisto, como lo fue Hugo Batalla, Araújo, porque los liderazgos juegan. El componente electoral tiene lo programático, pero no podés tapar el sol con el dedo y no ver que la gente además vota por emociones, por afecto, por empatía. Es más, buena parte de las decisiones electorales en las comunidades más pequeñas se define por eso más que por otra cosa.

Foto: Nicolás Der Agopián / Búsqueda

¿Culminado el ciclo, cuál debe ser el rol del Frente Amplio desde la oposición?

—Tiene que dar la discusión que está dando. Haciendo lo que venimos haciendo como pasó con la LUC, con el Presupuesto.

¿El Frente no está en las cuchillas?

—No, si no por qué votamos la mitad de los artículos de la LUC. Tenemos un proyecto político distinto, sí, y por eso somos oposición. No somos gobierno, el gobierno lo integran cinco partidos (solo levanta dos dedos de su mano). Es el contubernio del Herrerismo con los riveristas.

Parte de los colorados no son riveristas.

—Está bien, pero no están pesando. En la conducción del gobierno Sanguinetti está pesando, no tengo duda. ¿Pero el Partido Colorado? El Herrerismo está conduciendo y la concepción de Estado y de economía política claramente no responde al Batllismo. Y eso se expresa en su participación del gobierno.

¿Después del Presupuesto se quiebra la coalición?

—No lo creo, pero vamos a ver. Lo que sí creo es que la LUC y el Presupuesto estructuran un proyecto político y queda echado el gran trazo.

¿Sorprende el contenido de la Ley de Urgente Consideración y el Presupuesto?

—No.

—¿Entonces el electorado votó por esto?

—El electorado no elige únicamente programas. Hay factores que tienen que ver con otros factores. Hay gente que sí votó esto. Hay gente que habiendo votado al contubernio no votó esto, porque vota contra sus intereses. ¿La gente votó que le bajen el salario real? No creo.

¿La Intendencia de Montevideo es un contrapeso del gobierno nacional?

—Sí, vamos a tener un gobierno nacional y un gobierno departamental que tienen dos proyectos políticos distintos. No es la primera vez. Ganamos el gobierno departamental en 1990, en 1995, en 2000 y los gobiernos no eran frenteamplistas.

Las primeras medidas que anunció Carolina Cosse parecen ser más para un gobierno nacional

—También lo hicimos en plena crisis del 2002 bajo la presidencia de Batlle. Salir al trabajo social en el departamento. No tiene nada de excepcional. Me parece que es una política razonable por la sensibilidad que tenemos sobre las políticas sociales. No quiero quitarle mérito a lo que propone Cosse, pero las políticas sociales son una impronta de los gobiernos del Frente.

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Contratapa
2020-10-07T21:44:00