Tiempo encapsulado en cintas magnéticas

escribe Javier Alfonso 
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Un titular de prensa anuncia el fin del ferrocarril en Uruguay. El presidente Julio María Sanguinetti habla por cadena nacional. “Una multitud por encima de banderas despidió a Wilson”, anuncia una portada. Jorge Denevi y Jaime Roos hablan sobre el rodaje del clip de Brindis por Pierrot. “Los jóvenes nunca tienen frío”, dice el papa en un balcón montevideano frente a una multitud que lo espera en vigilia. Gabriel Peluffo con 20 años, al frente de Los Estómagos, bien parado en el escenario, con el gesto fuerte del primer punk rock local. Federico Moreira gana la vuelta ciclista. Horacio y Gabriela son los nuevos ídolos infantiles. Un jovencísimo Pablo Routin canta un cuplé. Una cabina de teléfono público con sus acrílicos amarillos y abovedados techos azules. Mucho bigote, cerquillo y brushing. El latigazo del Pinocho Vargas contra el palo izquierdo, en el arco de la Colombes.

Son algunas de las imágenes que aparecen en Pasaron cosas, serie documental uruguaya publicada en YouTube por Gustavo Signorele, un montevideano sin mayor experiencia profesional en el terreno audiovisual, que se largó a contar parte de nuestra historia contemporánea en imágenes, explícitamente inspirado en la serie que el realizador argentino Néstor Montalbano montó en la misma plataforma, con un capítulo dedicado a cada año.

La apuesta del uruguayo es más modesta en lo temporal: su resumen de acontecimientos, noticias y curiosidades televisivas se circunscribe desde 1984 a 1995. La primera etapa, hasta 1989, apareció durante las últimas semanas. La segunda está en proceso. La razón fundamental de esta limitación es la casi total ausencia de material de archivo televisivo anterior a la década de los 80.

Como es de esperar, el primer episodio, dedicado a 1984, gira en torno al intenso proceso de la vuelta a la democracia: la liberación de Seregni, el primer acto sindical del 1° de mayo en mucho tiempo, la vuelta de Wilson y su inmediato encarcelamiento, los regresos de Zitarrosa y Los Olimareños, el asesinato de Roslik, el pacto del Club Naval y, obviamente, las elecciones. El de 1985 está acaparado por el resurgir de la vida política, social y cultural: la asunción de Sanguinetti, la liberación de los tupamaros y su ingreso a la institucionalidad, el auge rockero de Los Estómagos, Los Traidores, Los Tontos y compañía. Las primeras interpelaciones y los primeros paros y huelgas.

En la serie de Montalbano, el contexto informativo es más escueto, con una estética florida y rimbombante que remite a la gráfica de Crónica TV. Más sobria, su homóloga uruguaya profundiza en la información, con textos explicativos de dos o tres líneas, con un tono más periodístico, que resultan útiles especialmente a quienes por su edad no vivieron los hechos. Por ejemplo: “El intendente de Montevideo pierde apoyo de los sectores mayoritarios del Partido Colorado, que le pide la renuncia”.

El tercer capítulo, de 1986, incluye los ecos locales de la tragedia del Challenger y la catástrofe de Chernóbil, el primer festival Montevideo Rock y un completo repaso del debate por la gestación y aprobación de la Ley de Caducidad. En 1987 y 1988 hay mucho fútbol (Copa América y las últimas Libertadores) y buenos registros de conciertos como Mateo y Cabrera, Opa y Rada en el Teatro de Verano y Montevideo Rock II en el Franzini, con una notable actuación de Charly García, en su mejor momento.

Como en la serie de Montalbano, la banda sonora es cien por ciento de origen local, y es protagonista excluyente a través de clips generados con cúmulos de imágenes que se proyectan sobre una canción. Nombres como Jaime Roos, Fernando Cabrera, Eduardo Mateo y Laura Canoura, corrientes como el canto popular, el rock y el carnaval visten las imágenes durante prácticamente todo el metraje.

La última entrega publicada (1989) muestra el adiós a Zitarrosa y Lazaroff y se centra en el referéndum de abril, en el que se mantuvo la mencionada ley que marcó la vida política uruguaya durante las décadas siguientes, y en las elecciones de noviembre, con el triunfo blanco a nivel nacional y la primera intendencia frenteamplista en Montevideo, de la mano de Tabaré Vázquez. Entonces también apareció Pinchinatti, el genial candidato ficcional interpretado por Ricardo Espalter en Decalegrón, que trascendió ampliamente los límites de la pantalla, con su clásico saludo de una mano tomada por la otra.

Más allá de su indudable atractivo, es necesario señalar la extensa duración de los episodios de Pasaron cosas (en el entorno de las dos horas cada uno), lo que impide un mayor dinamismo a la narración; por otro lado, la presencia del interior del país resulta marginal, seguramente debido a que las fuentes mayoritarias de la investigación son medios escritos montevideanos. Son dos puntos que pueden mejorar en los futuros episodios. De todos modos, hay muy buenas razones para no dejarla pasar.

Vida Cultural
2021-09-08T20:44:00