Como en el fútbol, un mercado local más “equilibrado” mejoraría el desempeño de algunas empresas en su competencia internacional

escribe Ismael Grau 
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Con el Maestro Tabárez cada vez más cuestionado —ahora también por sus expresiones—, en estas fechas la selección representativa de una de las ligas pobres de Sudamérica se midió frente a las dos más competitivas.

Fue un duelo entre jugadores surgidos de clubes modestos de Uruguay y rivales formados en instituciones deportivas con presupuestos comparativamente grandes (además de una cantera gigantesca dada por el mayor tamaño de las poblaciones de sus países). Los nacidos en una liga en la que Peñarol y Nacional —los “grandes”— usualmente dominan los torneos frente a otras en la que los campeones no siempre se repiten.

¿Torneos locales más competitivos hacen que sus equipos participantes tengan mayores chances de destaque cuando disputan certámenes continentales? En principio, sí. Pero no todos los clubes. Y llevado al terreno económico: ¿mercados internos con mayor competencia generan empresas más capaces de destacarse internacionalmente?

Ese planteo fue el que abordó Luciana Cantera en su tesis final de la Maestría en Economía de la Facultad de Ciencias Sociales, aprobada en mayo y tutoreada por el economista Leandro Zipitría. Ambos siguen trabajando en la temática de la competencia en los mercados.

La asociación entre fútbol y negocios no es antojadiza. De hecho, la mencionó un trajeado Juan Sebastián la bruja Verón cuando habló en el America Business Forum que tuvo lugar el viernes 8 y el sábado 9 en Punta del Este. “Un futbolista en sí es una empresa”, aseguró el exvolante argentino, y alegó que algunos ganan “mucho”, pero también le dan “de trabajar a muchísima gente” en actividades vinculadas con ese deporte, como la confección y venta de camisetas.

La academia y el management vieron ese nexo hace tiempo. Varios autores han adoptado la competencia deportiva como herramienta para explicar otros fenómenos no relacionados directamente con el deporte, como la dirección de empresas y el comportamiento bajo presión. Cantera se paró en esa misma tribuna: “Se sabe poco respecto a si la competencia en los mercados influye en el éxito de las empresas al exportar. Un mercado interesante para evaluar esta relación es el fútbol, dado que el resultado es fácilmente medible y existe un grado relativo de aleatoriedad en la competencia entre cuadros. En este marco, lo que se estudia es si la existencia de ligas más competitivas —más parejas en términos de los equipos entre sí— determina un mejor resultado en las competencias internacionales, independientemente de las características idiosincráticas de los países respecto al deporte”, explicó a Búsqueda.

Cantera analizó el “balance competitivo” de las ligas nacionales sudamericanas que participan de la Copa Libertadores. Ese concepto, introducido por Simon Rottenberg, plantea que para maximizar el atractivo comercial de una liga (un mayor número de espectadores), esta debe ser disputada por clubes con chances similares de ganar. En el ámbito de los negocios, Michael Porter, profesor de la Harvard Business School, sostiene que una mayor competencia interna mejora el desempeño internacional de las empresas. A esta teoría se contrapone otra según la cual los gobiernos deberían subsidiar o proteger a las grandes compañías —los “campeones nacionales”— para que puedan sobrevivir en el mercado global.

Como en el fútbol, dominado históricamente por los “grandes”, el mercado en varios sectores de actividad en Uruguay está en manos de pocas empresas. En una monografía de 2009 para la Facultad de Ciencias Económicas y de Administración, Lorena Bardier, Heidy Mandl y Soledad Ubilla recopilaron y mapearon “estructuras oligopólicas”: 19 subsectores tenían esa característica, con algunas firmas con “alto poder de mercado en la determinación de los precios”. Eso, señalaban, podría estar vinculado a la “estrechez del mercado interno y que no se concita una acción reguladora muy extensa por parte del gobierno”. Profundizaron en dos rubros: en la molinería arrocera identificaron un “oligopolio concentrado” y en la industria frigorífica un oligopolio poco concentrado”.

Foto: Javier Calvelo / adhocFOTOS

Fútbol y negocios

Los análisis y conjeturas que buscan explicar por qué algunos países son más exitosos en el fútbol u otros deportes combinan factores variados. Previo al Mundial de Rusia de 2018, el economista inglés Stefan Szymanski, coautor del libro Soccernomics publicado en 2009, señaló a Búsqueda: “Ningún modelo estadístico basado en solo cuatro factores (Producto Bruto Interno, población, experiencia y ventaja del hogar) podría explicar algo tan complejo y detallado como la historia internacional del fútbol. Lo que podemos decir es que, primero, estos factores parecen tener una influencia significativa en promedio y, segundo, que combinados representan alrededor del 30% de la varianza en los resultados. Eso es mucho y dudo que otros factores puedan explicar tanto, pero aún deja un 70% ‘sin explicación’”. Para ese profesor de gestión en deportes de la Universidad de Michigan, “la cultura (...) es el gran factor no incluido, y claramente el fútbol está en el centro de la autoidentificación uruguaya”.

Para el mismo artículo, el uruguayo Fabián Coito, actual técnico de la selección de Honduras pero en la cuerda floja, acotó que “después de tantos golpes”, el fútbol charrúa habría iniciado un “mea culpa” y adaptación “a cómo es este deporte hoy en todas partes del mundo. Ahí las posibilidades económicas pueden estar influyendo en el sentido de que no nos permita transformarnos en una potencia entre clubes: nos cuesta competir con los futbolistas formados y que juegan en el país porque la competencia local no los prepara para los desafíos internacionales, ya que la emigración de los jóvenes y de más categoría les quita nivel a los torneos internos”.

Del empresariado local se dice a menudo que es poco proclive a competir. Los actuales integrantes de la Comisión de Promoción y Defensa de la Competencia perciben que “todavía queda mucho” para profundizar en concientizar a los agentes en la importancia de evitar prácticas anticompetitivas (Búsqueda Nº 2.140).

Sin entrar en el estudio a fondo de cada liga, Cantera analizó una serie de indicadores para exponer el grado de desarrollo del fútbol en los distintos países de Sudamérica: cantidad de copas mundiales y de América ganadas por cada uno; la ubicación promedio en el ranking FIFA durante los años que consideró (2000 a 2019); y el valor total de la liga que calculó basada en cotizaciones de los jugadores tomadas del sitio alemán Transfermarkt. En esa última estadística, el mercado futbolístico uruguayo figuró en la parte baja del comparativo, con 123,13 millones de euros, solo por encima de Perú (114,03 millones), Venezuela (79,98 millones) y Bolivia (45,53 millones); los más valiosos son Brasil (968,73 millones de euros) y Argentina (742,25 millones).

Para medir el nivel de competencia de las ligas utilizó el índice Hirshman-Herfindahl (IHH) y un “ratio de concentración” (calculado como la suma de puntos de los cuatro primeros equipos sobre el total de puntos de la liga).

Argentina tuvo la liga más competitiva en el promedio de todos los años entre 2000 y 2019, considerando el IHH y ratio de concentración. La contracara fueron el campeonato ecuatoriano y el paraguayo. Todos los países presentaron niveles de competitividad relativamente estables durante el período analizado.

Los países que obtuvieron más copas Libertadores o mejores posiciones de sus clubes mostraron una mayor competitividad en sus certámenes nacionales, aun controlando esos resultados por las características específicas de los países. Argentina y Brasil conquistaron ocho cada uno. Sin embargo, un equipo de Paraguay y otro de Ecuador —con torneos domésticos menos competitivos— ganaron una. Los últimos títulos logrados por Peñarol (1987) y Nacional (1988) se remontan a un pasado ya lejano, no abarcado por el análisis de la máster en Economía.

El IHH expuso una relación que arrojó la siguiente lectura: un aumento de un punto en el índice resulta en una caída promedio de aproximadamente un puesto en la posición final del equipo que representa al país (el que mejor se ubicó en la Libertadores). Tal incremento es equivalente a que Argentina pase a tener la estructura competitiva de Colombia, o que la liga colombiana transforme su estructura competitiva, asimilándose a la uruguaya.

Basándose en esos hallazgos en el fútbol, Cantera afirma que la intensidad competitiva de un mercado puede afectar el desempeño de los agentes a escala internacional. Los resultados indican que “mejorar el nivel de competencia interno o, en otras palabras, tener estructuras de mercado más competitivas, con un mayor número de firmas y con un poder de mercado equilibrado, impactaría positivamente sobre los resultados que obtienen algunas firmas que compiten representando al país a nivel internacional”, aunque no para todas.

Con la perspectiva de la pelota, la investigadora plantea que esa relación positiva entre la intensidad competitiva de entre casa y el papel que pueden lograr afuera ciertos equipos sugiere considerar estrategias —como la redistribución de las ganancias generadas por los clubes de mayores ingresos hacia los más humildes— para fomentar la competencia, en favor de una “mejor inserción internacional”.

Economía
2021-10-13T19:26:00