El banco ha cumplido los objetivos y va en el camino correcto, enfocado en tres líneas de acción principales que definimos: el crecimiento del portafolio de negocios, ofrecer a nuestros clientes cada día mejores soluciones transaccionales digitales —sobre todo— y el cumplimiento de ser un banco de desarrollo nacional, además de ser comercial y en plena competencia. Y, lo digo con orgullo, el banco país cerró su mejor año de la historia en términos de resultados, levemente superior a los US$ 600 millones. Ese resultado —que en parte se debe a la suba de tasas a nivel internacional— es una forma de asegurarle a los uruguayos todos, como dueños de la institución, que el capital invertido en el banco genera los retornos correspondientes. Para 2024 esperamos también un muy buen resultado; estimamos que el BROU contribuirá a Rentas Generales con una cifra de en torno a los US$ 500 millones anuales entre dividendos e impuestos, o sea, unos US$ 2.500 millones en el período, cifra muy significativa que más que duplica la de los cinco años previos.
A veces hay discusiones sobre si la banca es o no rentable, y es cierto que hay dificultades y que tenemos costos altos. Pero el banco país puede transmitir la tranquilidad de que está cumpliendo con su mandato y, además, está logrando buenos retornos.
—Son varios los gerentes de bancos privados que sostienen que la rentabilidad es poca y que los costos del sector son altos en Uruguay…
—Lo que dije no quiero ponerlo en contraposición de otros comentarios: coincido que, en términos regionales, nuestros costos de funcionamiento son altos y la contribución previsional que hacemos por el personal es muy alta. Sin embargo, pongo sobre la mesa que el BROU es rentable y da plata, aunque comentar esto a veces genera reacciones.
—Para la cartera fue un año desafiante, porque a la seca se sumó como problema el “atraso cambiario” para las empresas exportadoras, mientras parte del turismo y los comerciantes de la frontera siguieron golpeados por la diferencia cambiaria con Argentina. ¿Cómo pegó eso en la morosidad?
—Hubo un leve deterioro y la morosidad cerró el año en torno de 3%-3,5%, casi un punto porcentual por encima de 2022. Pero después de haber enfrentado un escenario tan complejo como fue, sobre todo, el primer semestre, como consecuencia básicamente de la seca, no lo tomo como una preocupación, si bien es un número siempre a monitorear.
El banco estuvo apoyando en la pandemia, en la emergencia agropecuaria y, quizás con un pequeño salvavidas, al litoral, porque allí el problema es mucho más grande. La expansión del crédito fue impulsada fuertemente por el República, si bien todo el sector bancario estuvo en ese mood. Eso no es usual; está aquel viejo cuento de que los bancos somos procíclicos, de que damos el paraguas el día que hay sol y lo retiramos el día que llueve. Bueno, ese par de episodios (por la pandemia y la sequía) han demostrado que hay oportunidad de apoyar el desarrollo del crédito y eso permitió pasar los tiempos difíciles.
Soy un convencido de que hay una oportunidad para desarrollar todavía más el crédito; Uruguay no tiene sobreendeudamiento en ningún sector. Y al mirar las cifras de crédito en relación con el PBI, siempre está en 25%-30%, cuando en el contexto latinoamericano es alrededor del 50% y, en países desarrollados, en torno al 100%. Estamos muy lejos de lo que debería ser para un país con el nivel de desarrollo que tiene Uruguay, y en 2024 el banco quiere seguir teniendo un rol muy activo.
Hemos tratado de ofrecer las mejores condiciones y, en el caso particular de las empresas, hemos generado condiciones competitivas en plazo y tasas. En créditos, nuestro balance el año pasado creció 12% aproximadamente; si nos está costando recuperar participación de mercado es porque tenemos una competencia muy activa.
—En una reciente entrevista con Búsqueda, el expresidente José Mujica dijo: “Tenemos tres bancos del Estado y no pueden quedar así, con perfil bajo. Hay que hacer que ayuden a que la economía crezca. Hoy lo que genera más rentabilidad es el crédito al consumo, pero el Estado no está en eso. El Estado tiene que meterse ahí para después tener más recursos para apoyar la producción. Los bancos del Estado tienen que competir. Hay que pensar en el ahorro nacional y entender que hay que hacer sacrificios para aumentar la inversión interna del país pero con dinero sano, no con el que se pide prestado. Yo quisiera una campaña electoral para discutir estas cosas”. En su opinión, ¿falta un debate a fondo sobre el rol de la banca pública?
—No sé si falta un debate de fondo, pero acabamos de pasar un pequeño debate respecto a la refinanciación de deudas del Banco Hipotecario.
Quiero ser muy prudente en este tema: aquí hubo una clara voluntad política demostrada por la aprobación por unanimidad en el Parlamento, originada en un compromiso del presidente en dar solución a un problema histórico. Sobre la solución final encontrada prefiero no opinar. Lo que sí estoy decididamente a favor, en línea con su pregunta, es de una eventual fusión de la banca pública, una idea que lamentablemente en esta etapa quedó por el camino. Quizás fue audaz para los tiempos políticos haber pretendido dar ese paso en este momento, pero del punto de vista técnico estoy convencido de que hace todo el sentido y creo que tarde o temprano va a terminar sucediendo por la fuerza de los hechos. Está muy lejos de ser una medida de achique —como alguno manifestó en el proceso de la discusión— sino que, al contrario, fortalecería y permitiría sinergias entre ambas instituciones; el Banco República y el Banco Hipotecario juntos pueden traccionar mucho más que por separado. En el mundo ya no existen bancos puramente hipotecarios, sino que hay modelos comerciales universales, completos, como ofrecen nuestros competidores. No meto en esto al Banco de Seguros porque es una empresa de seguros con nombre de banco. Estoy convencido de que una fusión permitiría llegar a más familias en mejores condiciones de tasa y plazo, con una mayor capacidad comercial que la que puede ofrecer hoy el Hipotecario; hemos tratado de acordar sinergias, pero no es lo mismo que ser una sola institución.
Y así como digo que el crédito en general tiene oportunidades de desarrollo, el crédito hipotecario también tiene oportunidades muy importantes. Lo que viene pasando en los últimos 10 años es que el crédito hipotecario de la banca privada creció 10 a uno contra el crédito del BHU; hay un potencial desaprovechado.
—¿El timing del planteo fue inconveniente al incluir en un mismo proyecto de ley la salida para los deudores en UR y la propuesta de unir estos dos bancos públicos?
—No tengo expertise político para evaluarlo. Técnicamente, estoy convencido de que la fusión hace sentido. Fíjese que quizás la parte más polémica del proyecto, que era el tipo de solución para los deudores, fue lo que tuvo unanimidad, y esto que para mí es técnicamente indiscutible —y hay coincidencia incluso con técnicos de la oposición— quedó por el camino, seguramente porque no eran los tiempos políticos para procesarlo.
—Como señal y por sus potenciales efectos en el mercado, ¿le preocupa el plebiscito que impulsa Cabildo Abierto sobre las deudas personales y establecer un nuevo tope de usura en la Constitución?
—Como dije antes: hay una oportunidad de desarrollo del crédito, y esto es válido para todos los sectores, también para el consumo. Y no hay un sobreendeudamiento; sí es cierto que hay algunos sectores vulnerables de la población que acceden a condiciones crediticias nada amigables —por decirlo de manera elegante—, por lo cual empatizo con la preocupación. Pero no coincido con el tipo de soluciones legislativas para regular estas cosas de mercado y soy más proclive a buscar soluciones por un camino voluntario de partes.
En lo que corresponde al banco, soy un convencido de que tenemos el mejor producto de crédito al consumo y las mejores condiciones de tasa y plazo. Pero tenemos la necesidad de llegar a más uruguayos, y es lo que venimos intentado desde el año pasado con lo que llamamos el Crédito Fácil, para salir de la pecera de empleados públicos y jubilados —que concentran cerca del 80% del crédito al consumo en el banco— y llegar a cada vez más uruguayos.
—Como accionista mayoritario de República AFAP, ¿qué piensa sobre la campaña para plebiscitar la seguridad social?
—Son temas políticos sobre los cuales no quisiera polemizar demasiado. Pero, sin duda, van a contramano de lo que es el mundo. En el pasado hemos visto ejemplos cercanos; ¡Chile, que era un modelo, Argentina mucho antes! Sin lugar a duda sería un paso atrás y espero que Uruguay no recorra ese camino.
—En una entrevista con Búsqueda pocos meses después de asumir al frente del BROU se definió como un “pragmático, con mentalidad liberal y muy cercano a la forma de encarar el gobierno que ha tenido el presidente” Luis Lacalle Pou. ¿Lo deja satisfecho lo hecho por la administración multicolor? ¿El país avanzó?
—No puedo entrar en política. Pero, si vamos al análisis de los hechos, para el viento en contra que hemos tenido —pasamos por una pandemia y una seca como no se había visto en los últimos 100 años—, cuando veamos los números limpios de esa situación, lo que ha sido el crecimiento económico… Por donde uno vaya es un país en obra, con inversión vial, ferroviaria, portuaria, ¡y estamos financiando un montón de proyectos por todos lados! El país tiene un muy buen cuento para hacer de lo que ha sido el desarrollo económico de estos tiempos. Un país que hoy está derrotando la inflación, que está mostrando números de empleo y salario real muy positivos; a quien le toca hacer la parte política tendrá muy buenos argumentos para valerse en la campaña electoral.
Soy optimista sobre el futuro; hay dificultades externas que no podemos controlar, pero el país tiene cosas positivas para resaltar: es confiable, con estabilidad política, democrática y social, predecible, con solidez macroeconómica. En el contexto regional en particular, es un oasis de libertad y republicanismo. Es un país que quiere ir a más, que ofrece oportunidades, que hay empresarios dispuestos a arriesgar y tiene un banco en condiciones de ser un buen soporte de cualquier proyecto viable que haya por delante.