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Que “salen a romper las pelotas por cuatro votos miserables”, que dicen “bolazos”, que “siembran incertidumbres”, practican una “demagogia electoral”, hacen “politiquería”, son “almas podridas”, “no tienen coraje” y son “egoístas”. Que “tiran amenazas”, que tienen una “incompetencia total”, “falta de consistencia”. Pero no solo eso. Que hay “irresponsabilidad” en algunos de sus actos, que son —irónicamente, claro— “flor de patriotas, una manga de patriotas”. Que estuvieron “siempre abajo de la pata de los colorados”, que a sus dirigentes “les falta visión” y por eso el Partido Nacional “apenas gobernó 15 años” en toda la historia política del Uruguay.
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En tan solo unos días, y gracias a esta metralla de declaraciones contra los blancos, el presidente José Mujica se puso en el centro de la campaña y calentó el tramo final hacia las urnas. El giro parece servirle a las dos partes. Al menos eso es lo que sostuvieron a Búsqueda desde filas blancas y frenteamplistas.
Los nacionalistas se ufanan de haber “provocado”, hasta sacar de sus casillas, a Mujica para que se muestre “virulento” y “fuera de tono” en plena competencia electoral. En el oficialismo entienden, sin embargo, que el protagonismo del presidente aísla al candidato Tabaré Vázquez de los “ataques” de la oposición y confían en que su alta popularidad lo blinde de cualquier efecto contrario.
El Partido Nacional busca mostrar la “peor cara” de un presidente que goza de buena aprobación y el Frente Amplio lo expone confiando en su crédito con la gente. Que Mujica esté en el medio del ruedo deja conformes a propios y extraños.
La chispa la encendió el candidato nacionalista Luis Lacalle Pou cuando dijo que se oponía a la llegada a Uruguay de un grupo de presos islamistas confinados en la base estadounidense de Guantánamo. En medio de una gira de campaña, el presidenciable comentó que se había reunido con la embajadora de Estados Unidos, Julissa Reynoso, y le hizo algunas preguntas sobre el tema. “¿Por qué no los reciben ustedes? Nos dijeron que ‘porque el Congreso no los acepta’. O sea que son presos de ustedes, ilegítimos de ustedes, y me los quieren mandar a mí. No, eso no es negocio para nadie”, cuestionó.
Y el presidente Mujica, que ha tenido este asunto como bandera, no tardó en responder. Primero se despachó en una ronda de prensa en Artigas el jueves 2. Estaba molesto, desencajado. Ahí fue que acusó a los blancos de “romper las pelotas” y remarcó que existe una “voluntad política” que “tiene el presidente” de traer a los presos de Guantánamo y que “la va a ejecutar cuando lo consulte con la almohada”.
“Quieren dejar a la gente sin laburo, por lo visto en este país. En el momento en que estamos negociando la naranja, de la cual vive Salto (…), en el momento que tenemos dificultades y estamos moviéndonos por el costado para conseguirle laburo a los uruguayos”, agregó antes de anunciar que al día siguiente volvería y profundizaría sobre el tema en en su audición radial.
En el comando blanco sintieron que el presidente había “mordido el anzuelo”. Una fuente del Partido Nacional reconoció a Búsqueda que se “detectaron fisuras y contradicciones” en el caso Guantánamo y la estrategia fue “pegar en ese flanco”. “Demandamos información que Mujica no puede responder y que desnuda todos los problemas de gestión que tiene el gobierno en materia de relaciones exteriores”, explicó. La salida de tono de Mujica era la que se esperaba en el Partido Nacional. “Fue tremendo tropezón del viejo. Lo de traer a los niños sirios, todo bien. Pero hacerle un mandado a Obama y además dejar ver que pudo ser por naranjas… es como el valiente guerrillero devenido en viejo tonto”, comentó a Búsqueda un dirigente blanco.
Tal como había prometido, el viernes 2, Mujica habló largo y tendido en su audición radial. La crítica al Partido Nacional estuvo en el centro de su discurso, pero no se ocupó solo de Guantánamo. Comenzó hablando sobre el fracaso en la creación de una Universidad de la Educación, que contó con el apoyo de los colorados pero no con los votos blancos. “El Partido Nacional se mantuvo negando la posibilidad de fundar una universidad dedicada a la formación de docentes. ¿Por qué cayó en semejante egoísmo? Por demagogia electoral. Esto no es ‘por la patria’ ni ‘por la positiva’. Es politiquería. Prefirieron perjudicar a la patria que aparecer dándole un mérito al Frente Amplio para fundar una universidad”, fustigó. “¿Es ‘por la positiva’ o es por el sillón?”, preguntó. No se quedó ahí. También hubo referencias a políticas de los años 90, cuando el Partido Nacional fue gobierno. Recordó que en el programa de los blancos “no estaba que liquidaron los consejos de salarios” ni “que quisieron vender las empresas públicas”.
“Esa falta de consistencia que nos mete en la incertidumbre nos tiene asustados”, dijo.
El cierre de la audición fue para Guantánamo y la posición de los blancos. “¿No te das cuenta que esta es una cuestión de principios? No se puede ser tan almas podridas, que uno no tenga el coraje de dar una mano para defender una causa justa”, cuestionó el presidente en la radio.
“Que sigan pegando”.
Para los dirigentes blancos se había cumplido el objetivo de “sacar de eje” al presidente. Y comenzaron a reaccionar indignados para dejarlo en evidencia. “Es tan poco presidente que no merece que se le conteste”, dijo el senador Luis Alberto Heber en declaraciones a “El País”. “Se le fue la moto”, añadió. “No vamos a contestar una guarangada con otra guarangada, pero que nunca más hablen de antiimperialismo, que lo borren de su diccionario. No tienen dignidad”, siguió Heber.
El diputado José Carlos Cardoso se expresó en su cuenta de Twitter. “Virulenta reacción de Mujica busca disimular la frustración del guerrillero ‘halcón’ y procubano, devenido en tierna palomita de los yanquis”. El diputado Pablo Abdala elevó un poco más el tono. “En la audición radial de Mujica reapareció el viejo sedicioso. El ropaje republicano era mentira. Pura calumnia, odio y rencor, como en los 60”, dijo.
El fuego cruzado de los blancos contra Mujica fue observado sin nerviosismo en el oficialismo. Para el Frente Amplio también se estaba cumpliendo una estrategia delineada. “Yo si fuera blanco no me meto a debatir con el presidente. Tiene una popularidad del carajo y parecería contraproducente. Pepe los clava del pico al instante. Tendrían que ir a verlo estos días en Tacuarembó, en Soriano, en Las Piedras. Hay abrazos, fotos, reconocimiento sin parar. Pero si les gusta, que sigan pegando que el viejo tiene más que resto?, comentó a Búsqueda un jerarca del gobierno. “Inaugurará todo lo que haya que inaugurar, defenderá y explicará lo que hace el gobierno con los dineros de los ciudadanos apegado en un todo a la Constitución. ¿O se tiene que ir para la casa en campaña electoral?”, preguntó.
Otra fuente allegada a Mujica interpretó que con su salida al ruedo, el presidente “está dándole una mano” al Frente Amplio y a Vázquez. “Mientras le pegan a él no le pegan a Tabaré. La semana pasada ocurrió eso durante 4 días con el tema Guantánamo”, explicó.
Mientras tanto, con la clara intención de mostrarse agraviados, los integrantes de la fórmula del Partido Nacional le dedicaron a Mujica algunos minutos de sus discursos en actos de la última gira. “Hay cosas que no están bien. Que no están bien para un ciudadano blanco, colorado, independiente o frenteamplista. Y lo que no está bien es que desde la primera magistratura se insulte el espíritu republicano. No vale dividir. Nosotros no estamos para la descalificación y el insulto”, dijo el candidato a vicepresidente, Jorge Larrañaga, en Florida. Lacalle Pou también habló del tema en esa ciudad el sábado 4. “En estos días vemos a gente grande, gente importante, que pierde la calma. Con el autocontrol que nos han visto, nuestra mejor respuesta es el silencio”.
El lunes 6 el candidato blanco volvió sobre el tema en una entrevista con Radio Sarandí. Fiel a su estilo de campaña, lo hizo “por la positiva”. “No soy yo el que insulta, agrede, se sale de tono y no entiende que al fin y al cabo es el presidente de todos. Aunque a mí no me guste es mi presidente, aunque no llene las condiciones que debería tener un presidente de la República, es mi presidente y debería respetarme. Esto habla del nivel de autocontrol y civilización que tiene cada uno”.