En una campaña con más obstáculos que los imaginados, Tabaré Vázquez apela a su mística y experiencia para ganar su segunda Presidencia

“Cuando el líder de los Rolling Stone —que ahora va a ser bisabuelo— sale a los escenarios, su público está lleno de jóvenes”, respondió Vazquez. Y, sorprendido, añadió que en su gira se enfrentaba no solo a una nueva realidad del Uruguay, sino a un nuevo ambiente electoral. Antes tenía que dedicar unos minutos a firmar fotos y banderas, pero ahora debía reservar varios minutos para cumplir con los pedidos de selfies con los celulares de sus seguidores. Incluso a lo largo de las cuatro giras que realizó por todo el país y las tres visitas a Argentina, varias personas le pidieron que le estampara su firma en brazos y hombros, para luego ir rápido a un tatuador antes que la tinta se borrara.

Una de sus primeras determinaciones fue que si le tocaba ganar las elecciones, se jubilaría de su profesión de médico oncólogo para dedicarse enteramente a la tarea presidencial. Entre 2005 y 2010, Vazquez conjugó ambas profesiones, pero para esta ocasión evaluó que el próximo período de gobierno tendrá dificultades especiales que ameritarán una dedicación total.

La siguiente movida fue volver a juntar a su equipo más cercano de colaboradores. El “equipo del corazón”, como Vázquez eligió para bautizar al grupo de vazquistas que le han sido fieles hasta ahora. Muchos de ellos ocuparon cargos ministeriales durante su administración, como María Julia Muñoz, Víctor Rossi, o Marina Arismendi.

Con la sede del comando instalada en el Hotel Four Points, y el publicista Claudio Invernizzi designado para encargarse de la campaña mediática, el ex mandatario comunicó a su equipo de trabajo que adelantaría la campaña. Si bien estaba previsto arrancar en marzo, Vazquez decidió dar el puntapié inicial a fines de enero de este año con un acto en San Luis.

“Las piedras en el zapato” fue la forma elegida para encarar los temas de seguridad pública y educación. Ambos capítulos habían sido señalados por la oposición como los flancos débiles en la gestión del partido de gobierno. En ese sentido, la campaña de Vázquez ha sido capicúa: arrancó hablando de seguridad y educación, y ahora en su cuarta gira termina con los mismos temas.

Comparación.

En el análisis previo, los frenteamplista estaban convencidos de que la campaña se debía enfocar en repasar los logros de los dos gobiernos de izquierda. Al mismo tiempo, comparar la gestión de la izquierda con los mandatos de blancos y colorados, y remarcar que Uruguay entró en “la peor crisis de la historia” en 2002, producto de “las políticas neoliberales de los gobiernos de derecha”.

A lo largo de toda la campaña, Vázquez recordó los índices de pobreza, desempleo, y crecimiento del Producto Bruto Interno, comparándolos con los registros previos a la llegada del Frente Amplio al gobierno. En Bella Union remarcó que “los niños llegaron a comer pasto” porque no tenían otra cosa, que andaban descalzos en pleno invierno y que en Montevideo los comedores y las ollas populares se reproducían con rapidez.

En esa línea, antes de iniciar la campaña organizó “la clausura” del comedor que funcionaba en el club de fútbol Progreso, de su barrio La Teja. El líder frenteamplista hizo un breve discurso explicando que gracias a las políticas sociales de su “fuerza política” —como le gusta llamar al Frente Amplio— ya no hay niños para atender en ese comedor. Y por eso decidieron cerrarlo. “Esperemos que nunca más lo tengamos que abrir”, añadió.

Y eso se reflejó en el primer jingle de campaña. “Hace 10 años atrás encontramos un país con tristeza y abandono. La gente quiso apostar por un cambio de verdad. (…) Ya cambiamos de verdad y queremos ir a más con Tabaré presidente”, dice la letra que mantuvo la música de la campaña de 2004.

Pero esa estrategia no dio los resultados esperados. A su vez, en la elección interna de junio, Vázquez nunca vio comprometida la posibilidad de ganar. Pero la contrincante Constanza Moreira por momentos logró marcarle la cancha. Incluso malhumoró a varios dirigentes frenteamplistas planteando la posibilidad de debatir con Vázquez cuando el candidato había dejado en claro, desde el inicio, que no estaba dispuesto a hacerlo.

Con las giras “pueblo a pueblo” el candidato se encontró en Tomás Gomensoro, Artigas, con los primeros planteos de la gente. En esa parte —y ya con el nuevo jingle definido “Vamos de nuevo, que vamos bien, bien de verdad”— el candidato apuntó a un contacto más cercano con la gente. Dedicó tiempo para las fotos, los abrazos y para recibir cartas con pedidos. En algunas de ellas, le solicitaban instalaciones de cajeros automáticos, sucursales de red de cobranzas y mejorar la señal de televisión nacional.

La caída y recuperación.

El triunfo en las internas no generaba preocupación en el comando de Vázquez. Allí la tarea pasaba por diseñar propuestas concretas para dejar de hablar del pasado y, por otro lado, resolver el compañero de formula sin dejar heridas en la interna. La tercera preocupación pasaba por un posible triunfo del blanco Lacalle Pou. Su figura estaba en pleno crecimiento y cada uno de los integrantes del comando prefería una contienda con Jorge Larrañaga. “Ya lo conocemos. El otro es todo sorpresas”, comentó uno de los integrantes a Búsqueda dos días antes de las internas.

Con la designación de Raúl Sendic la formula quedó completa. La figura del ex presidente de Ancap estaba en pleno crecimiento y en las recorridas, el dirigente generaba un entusiasmo similar al de Vázquez. Eso se mantuvo hasta el final, cuando ambos recorrieron todos los departamentos del país dos veces.

Pero no fue suficiente, y el partido de gobierno siguió sin repuntar en las encuestas. Eso molestó al candidato, que repitió en varios actos críticas a las consultoras, porque, según dijo, los guarismos no se correspondían con lo que la fórmula veía en las caravanas. El momento más duro fue cuando en agosto Equipos Mori otorgó un 39% de intención de voto.

El dato despertó la alerta en el Frente Amplio y sus dirigentes salieron a pedir más militancia y presencia en las calles. Además, en el comando resolvieron dejar las críticas a las encuestas y dedicarse a las propuestas. La directiva fue: “inundar la campaña de propuestas”. Con eso y un nuevo slogan y jingle de campaña, que apuntó a “el Uruguay no se detiene” y a “seguir soñando”, los frenteamplsitas lograron cambiar el estado de ánimo y frenar las caídas en las encuestas.

“Los viejos militantes” del comando de campaña fueron apoyados por figuras emergentes. Vázquez decidió rodearse de dirigentes como Álvaro García, Pablo Ferreri, Juan Andrés Roballo, Macarena Gelman. Sumados a Sendic fueron presentados como la renovación. Y con eso Vázquez buscó complementar su experiencia de gobierno, con la juventud del nuevo equipo.

De esa forma, la fórmula enfrentó la cuarta gira por el país para cerrar la campaña en cada departamento. La convocatoria fue muy importante, las caravanas extensas y la infraestructura montada era similar a la de los grandes recitales de rock de La Vela Puerca y No Te Va Gustar.

A una semana de las elecciones, el ex mandatario retomó los atriles y los discursos planificados para enviar un mensaje claro. “Lo que se define el próximo domingo, no son solo diputados, senadores y presidentes. La ciudadanía definirá su futuro”, enfatizó el candidato en el acto del domingo pasado en el Cerro.

El día que aceptó ser candidato, en agosto de 2013, Vázquez transmitió a la dirigencia que “no se podía vender la piel del oso antes de cazarla”, y en los últimos días admitió que nunca pensó que sería una elección sencilla. No lo ha sido, según reflejan las últimas encuestas. Por eso, en el cierre de campaña el ex presidente volvió a pedir “un voto de confianza”, porque el país “tiene mucho para ganar si triunfa el Frente Amplio”, dijo. Y de inmediato, agregó: “Pero también tiene mucho para perder, si no ganamos”.