La sentencia del juez Recarey III

Los profesores de la Universidad de Harvard Walter Willett, MD, Dr. Ph y David Ludwig, MD y PhD, con base en evidencia disponible, concluyen que los productos lácteos no tienen un propósito beneficioso en la dieta humana. La leche carece de algunos nutrientes como la fibra, el hierro o la vitamina C y puede agravar la artritis reumatoide o la anemia ferropenia. También se ha visto relacionada con enfermedades coronarias, con las cataratas e incluso con algunos tipos de cáncer. También se ha puesto en entredicho su producción por cuestiones medioambientales y por razones de bienestar animal. (Extracto de la pág. web de Switch4Good, organización sin fines de lucro que aboga por un mundo sin lácteos). A pesar de que los seres humanos tomamos leche desde hace unos 10.000 años, que es libre su venta y no es obligatorio su consumo, de acuerdo a la lógica del juez Recarey se debería prohibir su venta, tanto de leche como de sus derivados, hasta que el Estado publique íntegros todos los contratos de comercialización de estos productos, se comunique la composición de las sustancias de la leche vacuna y se elabore un texto —a suministrar a los responsables de los menores de edad— que informe todo lo relacionado a beneficios, riesgos con detalle de su naturaleza, probabilidad, magnitud y se detallen los efectos adversos ya detectados, en su totalidad, actualizando periódicamente esta información y que se lleven adelante los controles a los que el Estado está obligado. Esta nueva e inédita gobernanza judicial se aplicará, entre otros, a todos los medicamentos, sin importar que sean recetados por médicos tratantes y hayan sido aprobados por los reguladores de salud, los alimentos serán considerados en su totalidad potencialmente nocivos para la salud y cada uno de ellos deberán cumplir con pautas y procedimientos como los recientemente dictados para las vacunas contra el Covid, prohibiéndose su comercialización hasta tanto el Estado realice estudios propios, informes y advertencias. A partir de ahora se prohibirá, en forma permanente, la comercialización de cigarrillos y bebidas alcohólicas ante la evidencia de que su consumo es una de las causas principales de muerte en el mundo. Los 100 manifestantes que en la puerta del juzgado felicitaron al señor juez Recarey juntarán firmas para plebiscitar una ley que prohíba el libre albedrío. Esta lista de prohibiciones es amplísima y abarcará “todo”, porque “todo” tiene terraplanistas convencidos de que “todo” es nocivo. Parece ridículo pero es lo que este servidor público tendrá que dictaminar a partir de ahora. El fallo del juez Recarey, que muchos suponen previamente orquestado, prohibiendo el libre y voluntario acceso a la vacunación de los menores de 13 años, y su posterior aclaración (no aclares que oscurece), han logrado algo inédito, solo comparable con nuestra incondicional adhesión y pasión por “la Celeste”, que unánimemente rechacemos este “disparate” (este calificativo no es mío, por las dudas…). La pregunta que los ciudadanos de a pie nos hacemos es si esto es un hecho aislado o es una prueba más de la nueva realidad del Poder Judicial y de la Fiscalía de la Nación, que día a día nos sorprende con un severo declive en la custodia de nuestros derechos y nos vemos sujetos a arbitrariedades de todo tipo. La Suprema Corte debería investigar y despejar de toda duda las veladas acusaciones, que se han hecho públicas, sobre el pedido de no tomar licencia y trabajar durante la feria judicial del juez Recarey, de su posición antivacunas, de cómo las dos denuncias de amparo se hicieron el primer día de la feria, de cómo el juez emitió su fallo sin tener tiempo de leer y estudiar las 18 respuestas a las preguntas que hizo al MSP y a Presidencia, quedando en evidencia  que al parecer ya tenía el fallo redactado. Para frutilla de este sancocho nos enteramos de que varios jueces, fieles y devotos cultores del “corporativismo judicial”, solicitaron al gremio que los agrupa que rechace los dichos de gobernantes, políticos, sindicatos, periodistas y todo aquel con algo de sensatez, por considerarlos una intolerable intromisión y cuestionamiento. Los directivos de la AMU con buen criterio prefirieron no opinar, en síntesis, nos dicen que el accionar, fallo y posteriores comentarios de este juez son indefendibles. Algo huele mal en Dinamarca, fiscales con cientos y cientos de casos pendientes, nos enteramos de que las ocho fiscalías de delitos sexuales archivaron en los últimos dos años el 71% de las denuncias recibidas (9.263 causas archivadas de 12.993) y al fiscal Iglesias, por (al parecer) presión de grupos feministas al Fiscal de Corte, lo sumariaron por archivar 300, otra perla es el juicio por la Estación de AFE, que cumplirá en pocos meses 20 años, ferias judiciales que abarcan 53 días al año (¡que vacaciones!), cambios de criterio según el juez que toque, en algunos casos opuestos, lentitud y pereza que termina por perpetuar la injusticia porque cuando llega el fallo final ya es tarde para los damnificados. Jueces y juezas (en especial en el interior del país) que actúan como señores feudales, dificultades en recurrir a la Justicia por los costos que se deben asumir, penas por delitos que a muchos nos parecen ridículas, prisiones domiciliarias que generan dudas de su posterior control. Y la lista sigue, con el broche final de una férrea actitud corporativista que termina defendiendo y justificando a sus integrantes, contra todo y contra todos. Por vivir en un Estado democrático donde uno de nuestros derechos más defendido y apreciado (no por todos) es la libertad, estamos autoconvencidos de que tenemos un sistema judicial ecuánime y garantista, que la Justicia prima y nos protege. La realidad nos muestra algo muy distinto, lejos de la idealización de la Justicia que muchos tenemos y que con tozudes no queremos ver. Ruego a Dios no tener que depender en ningún momento de este sistema y de estos servidores públicos, las veces que lo tuve que hacer fue decepcionante. El juez Recarey nos hace ver que la Justicia está desnuda (parafraseando el cuento del rey desnudo). Muchos lo saben y no lo quieren decir, muchos otros vivimos engañados.