Una actuación judicial controvertida

Estafados por corredor de bolsa, esperando respuesta de la justicia. Tengo 75 años y un hijo con carencias visuales. Por tal motivo, junto a mi esposa ahorramos toda la vida para dejarle un patrimonio cuando no estuviéramos para cuidarlo. Ese dinero se confió al estudio Durán y Perera mediante la señora Lidia Dolores Fernández Pelayo, alias Marita, quien trabajaba en el estudio en ese tiempo, en el 2002. El señor Carlos Perera fue presidente de la Cámara de Comercio y Servicios del Uruguay, de ahí nuestra confianza. Esta “señora” trabajó durante 20 años allí, por más de que el señor Perera, responsable del estudio, diga públicamente que dicha empleada ingresó en el 2007, porque está comprobado que recibía un sueldo en negro y comisiones. Tenemos recibos que nos dio presencialmente, firmados en el 2002 y en el 2003 -y otros mucho antes de 2007- por la secretaria del estudio ubicado en Juan Carlos Gómez. Nos recomendó hacer colocaciones en letras de tesorería porque eran de bajo riesgo, ya que nuestro perfil inversor no era para ganar grandes sumas, sino dejar un patrimonio a nuestro hijo. Sin embargo, abusando de nuestra confianza, fue haciendo manejos con nuestro dinero y el de varios clientes más, según lo que ella declaró en Fiscalía, con conocimiento del titular de la empresa. Robó todo nuestro dinero. El titular de la empresa, señor Carlos Perera, alega que esta persona trabajaba en el estudio ingresando clientes por su cuenta, y que él no sabía nada, cosa poco creíble. Ella trabajó ahí siendo dueña y señora del lugar durante 20 años. La justicia está actuando de forma extremadamente lenta. El fiscal Gilberto Rodríguez tiene este caso hace más de un año y dos meses y la justicia ha sido demasiado tolerante con ella y su familia, ya que le ha permitido pasar su cumpleaños, las fiestas y los cumpleaños de su familia en libertad, cuando en marzo del año pasado el fiscal le dijo a nuestro abogado que ya tenía todos los elementos para procesarla. Mientras tanto nosotros no tenemos nada que festejar, más que la angustia que pesa sobre NUESTRO PRESENTE Y FUTURO.