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En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] contactarte por WhatsApp acáDebo recurrir nuevamente a su generosidad para solicitarle dé cabida a estas nuevas líneas sobre el tema del título.
Lamento que el Dr. Diez de Medina optara por el recurso retórico de fingir una mala lectura de mi carta del jueves 27 de abril, para responder a lo que no digo y atribuirme lo que no hice; para el caso, avalar los dichos del libro “Batlle, el profeta liberal”, del periodista Bernardo Wolloch. Mal podría yo avalar un libro del que desconozco todo acerca de su investigación y sobre las evidencias disponibles. Esa defensa le corresponde al autor.
Si intervine en este entredicho ha sido por entender que se le faltó el respeto a un profesional por el solo hecho de ser joven. Reivindico el derecho de los jóvenes a que se los controvierta con argumentos, sin adjetivos menoscabadores.
Los argumentos no aparecieron, aunque sí ciertos artificios léxicos inconducentes, a los que no me referiré para no abrumar al lector. Sin embargo, donde aflora el razonamiento destructivo de quien no pretende arribar a consenso alguno, es al comentar mi recomendación de que ante un texto periodístico ya publicado, quien se sienta agraviado responda con evidencia o bien exigiendo retractación ante la Justicia.
Diez de Medina sostiene que, como en el derecho, en el periodismo también debería exigirse que se acredite previa y expresamente, la evidencia que respalda toda afirmación. Tal exigencia, alteraría la concepción liberal sobre libertad de prensa y esa sí que es una tesis peligrosa, ya que la forma de impedir la publicación de un texto periodístico que no cumpla con ese requisito, sería la censura previa, la misma que practican las dictaduras. Como vivimos en una sociedad democrática, periodistas y editores gozan de libertad para investigar y publicar sus conclusiones, asumiendo la responsabilidad de sus dichos.
A posteriori, todo ciudadano puede exigir a periodistas o editores, que respondan por las afirmaciones que a su juicio no hayan sido satisfactoriamente acreditadas en un texto. Así funciona el periodismo en las sociedades abiertas. Felizmente en Uruguay no tenemos censura previa y nuestros estudiantes, al menos en nuestra Escuela de Comunicación, se forman muy lejos de la autocensura.
Como no hay censura previa, mal que le pese a ciertas concepciones elitistas de trasfondos autoritarios, la salida de quien se sienta agraviado por un texto periodístico es presentar evidencia contraria y exigir retractación o bien recurrir a los mecanismos legales.
Todo esto es materia cotidiana en las sociedades abiertas, republicanas, democráticas. Por mi parte, esta discusión está concluida, no sin antes subrayar que en la escuela de Comunicación de ORT, nos manejamos con concepciones democráticas seguramente más inclusivas y transparentes que el elitismo académico con el que Diez de Medina parece identificarse.
Daniel Mazzone