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    La gestión de las empresas públicas

    Sr. Director:

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    “Meteremos la pata, pero no la mano en la lata” fueron las palabras del presidente Tabaré Vázquez al asumir su primer gobierno en el año 2005. Frase absolutamente acertada.

    En efecto, estos gobiernos frenteamplistas se han caracterizado nítidamente por meter la pata, por equivocarse, por gestionar deficientemente, fundamentalmente en el período Mujica.

    En una carta anterior ya había escrito que Mujica nos había dejado lo peor de su esencia, tanto en su juventud como en su ancianidad. Pero todavía no sabía que había logrado lo imposible: fundir Ancap. Mujica lo confesó muy sueltamente, cuando expresó que les había dicho a sus jerarcas que gastaran todo lo que pudieran. Y obviamente, para todos los jerarcas resultó más conveniente gobernar con toda la disponibilidad para gastar que gobernar sin ella. Y entonces, a ese pésimo gobernante que fue Mujica, le siguió un pésimo administrador como fue Sendic. Y entre ambos liquidaron Ancap, la fundieron, la quebraron. Va a sobrevivir porque por decisión del Frente Amplio, todos pondremos centenas de millones de dólares para rescatarla. También lo hicimos con Pluna, tiramos el dinero pero finalmente: también la fundimos. Hace tiempo ya también pusimos dinero para Alas U, todavía sin resultado alguno. Como hacemos cada vez que una empresa cierra y que los trabajadores pretenden mantener su fuente de trabajo: pongamos dinero entre todos para salvarla. Lo que estos gobernantes improvisados, ineptos, imperitos e incluso ignorantes, no advierten, es que no se puede ir contra la realidad económica. La economía es lo que es, y lo que hay que hacer no es combatirla sino ajustarse, adecuarse a ella. Esto es: si una unidad productiva no resulta viable, pues no resulta viable; y pese a que se tenga la voluntad política de que sea viable, no lo será por mayor cantidad de dinero que le dispensemos. Tenemos que aceptar que así como las personas tenemos nuestro ciclo vital, las empresas tienen el suyo. No hay ningún organismo vivo (ni personal ni empresarial) que esté destinado a existir eternamente. Todas las cosas y personas tenemos nuestro ciclo, nuestro período de existencia. Y debemos aprender a respetar dichos ciclos, a entender que no puede lucharse contra ellos. La inviabilidad es la inviabilidad; y no hay forma alguna de contrariarla. Cuando ya Pluna no pueda más, pues dejémosla ir, porque luego de varios años, ya quedó evidenciado que no hay ningún elemento vinculado a la soberanía que se vea comprometido al no contar con una aerolínea de bandera. Uruguay ha seguido existiendo sin ella y nada ha pasado: simplemente hemos volado por otras aerolíneas. Es más: no debimos haber puesto todos los uruguayos dinero en Alas U pues no tiene significado nacional alguno. Tampoco debemos poner dinero para Raincoop; y resulta muy cuestionable que debamos hacerlo para Ancap. Tendríamos que estudiar, cosa que el Frente Amplio no hará, qué sectores de gestión de Ancap resultan viables y entonces continuar con dichos sectores pero dirigidos por gente capacitada y no por los causantes del desastre; y eliminar los sectores de producción que resultan deficitarios. Así funcionan las empresas: lo inviable se corta y lo rentable continúa. Si por ejemplo, la actividad del alcohol fuera deficitaria, pues deberíamos cortarla y no seguir poniendo dinero para que sobreviva artificialmente. Es un principio básico de la economía y no podemos abandonarlo por orientaciones políticas. Porque, en lugar de autosustentarse, como corresponde a una empresa, solo se transforma en una gran mentira en la que todos los uruguayos ponemos dinero para financiar una actividad que no produce renta alguna.

    ¿Cree el Frente Amplio que las empresas públicas así gestionadas constituyen una palanca de desarrollo social? No puedo creer que alguien lo piense así seriamente.

    Lo cierto es que “hemos metido la pata” tal como lo vaticinó Vázquez muchas veces: Pluna y Ancap parece ser lo más sobresaliente, pero, la madre de las reformas que era la del Estado preconizada por Vázquez: ¿para cuándo? La “Educación, educación y más educación” enfatizada por Mujica: ¿para cuándo? La seguridad en lo interior para que no tengamos que hablar, un día sí y otro también, de muertes, muertes y más muertes: ¿para cuándo?

    Es de tal grado de ineficiencia la gestión pública de las autoridades frentistas, que el Sistema Nacional Integrado de Salud, además de tener la “virtud” de destruir colectivos que funcionaban muy bien asistencialmente, lo que hizo fue trasladar las ineficiencias en la atención pública a la esfera privada. Alguien dijo —y es cierto— que en este campo, las dificultades se daban por lo inclusivo de la propuesta. Pero el hecho de pasar a las personas que se atendían en el sector público a la atención en el sistema mutual, tuvo una causa evidente y oculta: se es tan ineficiente en la prestación sanitaria pública que procuremos trasladar al colectivo que allí se atiende a la esfera privada. Y además un resultado evidente y advertido: la recarga de demanda de prestación en mutualistas, es de tal entidad que ni las estructuras físicas ni las personales ni las gestionales, lo soportan. Hay una hiperabundancia de pacientes en mutualistas que hace que aquellos que ya tenían una atención regular, ahora la tengan deficiente. Y ello, otra vez, por causa de la ineficiencia en el sector público.

    No podemos seguir con dirigentes ineptos —no todos naturalmente pero sí buena parte de ellos— para el ejercicio de cargos relevantes. No podemos seguir con talenteadores: gente que no sabe y hace como si supiera, de lo cual Mujica se sitúa en el vértice. No podemos seguir con dispendiadores de dinero, como si pensaran que el dinero es un recurso infinito que nace en los fondos de sus casas. Necesitamos tener gobernantes no solo serios sino además preparados para llevar adelante una gestión pública. No puede admitirse una empresa monopólica quebrada cuyo principal producto se vende al precio más caro de América Latina y uno de los tres precios más caros del mundo. No puede admitirse otra empresa monopólica como Antel que se dedique a construir un estadio deportivo por fuera de su especialidad orgánica. Y que a pesar de su estatus monopólico, jamás atienda a una disminución de sus tarifas. Y tampoco puede admitirse que justamente quienes fueran presidentes de dichos organismos —Sendic y Cosse— sean postulados o pretendidos como futuros candidatos a la Presidencia de la República. Pensemos solo por un minuto dónde estaríamos si alguno de ellos fuera nuestro presidente. Seguramente donde nos ha puesto Mujica: quebrando más empresas.

    Es comprensible que los trabajadores que pierden sus fuentes de trabajo presionen para que una empresa no se cierre o se reabra. Es natural y justificable. Pero debe entenderse que no pueden mantenerse fuentes de trabajo artificiales sustentadas por dinero procedentes de otros y no de su patrono. Lo deben entender las autoridades de gobierno, las que deben procurar nuevas fuentes de trabajo donde los obreros desempleados puedan reinsertarse; y no insistiendo sobre una empresa que ya probó su inviabilidad.

    Dr. Monty Fain