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    Los 300 años de Montevideo

    Sr. Director:

    Le escribe su señoría, el Rey de España. Le escribo porque ha llegado al viejo mundo la noticia sobre la celebración de los 300 años de la fundación de la ciudad de Montevideo. Tal históricamente desacertada celebración me causó sorpresa (aunque no mucha), pues, según los cuentos que contara mi tataratataratataratataratataratatara abuelo, la ciudad de San Felipe y Santiago de Montevideo fue fundada en el año 1726.

    Al ver que vosotros, montevideanos, no tenéis clara vuestra propia historia decidí escribir esta carta para reclamar lo que siempre fue propiedad del Reino de España y de la Casa de Bourbon-Anjou (no me gusta cuando le dicen Borbón, pues yo siempre me consideré medio franchute). Como vosotros no tenéis claro de dónde venís y a dónde vais, tal vez creéis que San Felipe y Santiago de Montevideo aún forma parte de la Gobernación del Río de la Plata, sujeta al Reino de España.

    Por estas razones es que procedo a reclamar para mí y los míos la ciudad de San Felipe y Santiago de Montevideo. Con el fin de someteros a la voluntad y tiranía del Estado (digo del Reino), Su Majestad, el Rey de España, emite el presente edicto, detallando las medidas que se implementarán en forma inmediata, jueves de mañana enseguida después de que se publique Búsqueda:

    Desígnese como nuevo reyecito de Montevideo a mi mano izquierda, el señorón Juan Cosso-Carolino de Justo Allí.

    Las calles y esquinas estarán sucias, la basura no será recogida o, cuando sí lo sea, se recogerá mal y tarde. Los desagües y canales estarán bloqueados por la mugre y no servirán para nada. La ciudad será olorosa y los ciudadanos no serán limpios ni ordenados. Vosotros mismos tirarán basura a la calle sin cuidado alguno, pero luego no entenderán por qué la ciudad está tan sucia.

    La infraestructura de la ciudad estará rota, desgastada y mal mantenida. No se realizarán obras nuevas y las que se realicen serán caras, de mala calidad, demorarán mucho en terminar y, cuando se terminen, no funcionarán. Después de un tiempo, llamarán infraestructura a pintura verde sobre las calles.

    No se podrá circular bien por las calles y veredas. El transporte estará a cargo de empresarios con prebenda y sindicalistas, será caro, lento e inseguro. Los tiempos de circulación serán insólitos, pero habrá cámaras de tráfico de última tecnología para multar a los veloces. Estas sí estarán en excelente estado, bien mantenidas y reparadas en tiempo y forma. Las multas serán impagables.

    Las calles estarán copadas por mafiosos, vagabundos y drogadictos que, alegando proteger los vehículos estacionados, extorsionarán a los conductores exigiéndoles un pago por un “servicio” que no quieren y no necesitan. Vosotros, conductores, pagaréis para evitar que los propios extorsionadores sean los que roben y rompan vuestros vehículos. A todos vosotros esto les parecerá normal.

    La arquitectura de la ciudad estará desatendida. Los edificios históricos y patrimoniales estarán destruidos. Los que no estén destruidos estarán tapados por pinturas de mal gusto a las que vosotros llamarán arte callejero.

    Llamarán cultura a la vulgaridad y el desorden. Creerán que la cultura es solamente fiesta, alcohol y relajo. Se olvidarán de la arquitectura y escultura, la pintura y el dibujo, la literatura, el teatro y la danza, el cine y la fotografía. Después de un tiempo no sabrán leer y escribir y solamente será cultura si la paga el Estado.

    Para culminar, tendrán impuestos altos y trámites burocráticos innecesarios e interminables que dificultarán vuestra vida cotidiana.

    Nos adulamos a nosotros mismos al saber que estas medidas serán consideradas por vosotros como justas y razonables, pues es un régimen idéntico al cual os encontráis sometidos, en forma apaciguada, desde hace más de 30 años.

    Pero por si acaso hubiese quejas y protestas, sepan que el reyecito negará su responsabilidad. Todos tendrán la culpa menos el reyecito; se culpará a los otros, a ellos y a los de allá y al mar y al viento y a la lluvia y al sol y a las nubes y hasta a vosotros mismos los ciudadanos de Montevideo. Tanta será la negación que algunos de vosotros apoyarán al reyecito, se volverán fanáticos negadores de la realidad. Se tornarán en aduladores alienados e irracionales que aún al ser contrastados con evidencia irrefutable seguirán firmes en su negación.

    Y cuando ya no soporten más, cuando sean inmunes a la lógica e incapaces de razonar, cuando no puedan pensar por vosotros mismos ni criticar ni analizar, ahí habrá vencido, finalmente, el Reino.

    Es así mi voluntad.

    Rex Orientem