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    No exageró: fue demasiado optimista

    N° 1842 - 19 al 25 de Noviembre de 2015

    , regenerado3

    Esta semana, la senadora del Movimiento de Participación Popular (MPP), Lucía Topolansky, señaló que el ministro de Economía, Danilo Astori, al tratar de “desarrollar el concepto de precaución, que creo que estaba bien desarrollado, exageró”. Topolansky señaló que Astori con sus afirmaciones dio la “sensación de retroceso, dio la imagen de que la situación del país era mala y no era así”.

    Es posible que el ministro se haya equivocado, aunque en nuestra opinión por una razón exactamente opuesta a la que mencionó la senadora. Si se equivocó fue más bien por plantear una situación demasiado optimista en cuanto a la situación de la economía uruguaya.

    Ese optimismo, a nuestro juicio exagerado, ha llevado a plantear un proyecto de Presupuesto de gastos para el período 2016-2020 (aunque en rigor se plantean solo aumentos de gastos para el bienio 2016 y 2017, para volver a discutir el resto del período más adelante en función de la situación económica dentro de dos años) sobre hipótesis de crecimiento económico, inflación y —especialmente— comportamiento de los precios relativos, que son inconsistentes con la actual realidad de la economía así como respecto a los ajustes que tendrá que asimilar por el fuerte cambio negativo en el contexto externo regional e internacional.

    Ese optimismo también se observa en las pautas presentadas para las negociaciones en los Consejos de Salarios, donde se parte de la base de que los salarios reales no van a caer y además van a subir como mínimo de acuerdo a la hipótesis de crecimiento de la economía que plantea el gobierno.

    El divorcio entre la “realidad virtual” en la que sigue viviendo el gobierno y la “realidad real” que padece día a día el conjunto de los agentes económicos es cada vez más evidente y se profundiza semana tras semana. En el centro de este divorcio está la imposibilidad de la economía uruguaya de continuar operando con la actual estructura de precios relativos ante el cambio negativo en el contexto regional e internacional. O si se prefiere, seguir siendo un país “muy caro” en dólares cuando los precios de nuestros principales productos de exportación (a excepción, por ahora, de la carne) han bajado de manera significativa, y cuando los países vecinos se han abaratado sustancialmente (Brasil) o van camino a hacerlo (Argentina).

    Con costos globales, salarios y precios internos tan altos medidos en dólares, son cada vez menos los sectores que pueden producir a nivel local de manera rentable, porque los precios a los que pueden vender en la región y en el mundo han bajado de forma muy significativa.

    La “realidad virtual”, de la cual políticos como la senadora Topolansky son tan devotos, hace que algunos componentes importantes de los costos domésticos de producción no puedan bajar, como las tarifas públicas, la carga impositiva formal y los salarios. Las necesidades fiscales, por un lado, y los compromisos con el movimiento sindical, por el otro, impiden que pueda pensarse en ajustes a la baja de dichos componentes.

    Al ser imposible bajar los salarios, los precios y los costos domésticos de producción, lo que ajusta es el nivel de actividad, que se frena primero y luego cae, y el empleo, que comienza a contraerse de manera importante. Parece bastante claro que estamos transitando por este camino desde mediados de este año al menos y salvo una mejora exógena de la situación regional o de los precios de exportación, estas tendencias negativas solamente van a profundizarse en los próximos meses.

    Hasta ahora, la buena situación financiera y de reservas que indudablemente tiene Uruguay le ha permitido al gobierno seguir viviendo en su “realidad virtual”. Pero el sector privado sufre doblemente, tanto por el cambio negativo del contexto externo como por la falta de ajuste a esa realidad por parte del sector público.

    Si el cambio negativo en el contexto externo es de naturaleza básicamente permanente, aferrarse a la “realidad virtual”, utilizar reservas y aumentar la deuda pública constituye un doble error: la demora en el ajuste solo llevará a que deba ser más fuerte a futuro, cuando además habrá menos holgura financiera y un déficit fiscal más alto.?