Jorge Batlle (1927-2016)
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En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] contactarte por WhatsApp acáJorge Batlle se fue como se tenía que ir. Activo, trabajando y pensando en política. Esa fue la opinión generalizada cuando en la noche del martes 25, a los 88 años, trascendió que el ex presidente había muerto luego de varios días de estar internado.
En la madrugada del viernes 14, en un asado de camaradería en Tacuarembó, Batlle cayó, se golpeó en la cabeza y nunca volvió a despertar. Ese día había llegado al departamento solo y en un ómnibus de línea, para participar en un encuentro en la Sociedad Criolla tacuaremboense. Allí expuso sus opiniones sobre la situación del país, y de noche asistió a la que fue su última reunión política. Era el Batlle de siempre, el que parecía estar en una campaña eterna, con una energía que parecía burlar la edad que indicaba la cédula.
Por eso, la sensación que quedó flotando fue que Batlle murió en su ley. Solo alguien como él podía estar una noche de octubre haciendo política a 400 kilómetros de su casa, aun sabiendo que su viaje electoral había terminado hacía rato. Pero él estaba preocupado por el país, como contó su esposa, Mercedes Menafra, y no dudaba en subirse a un ómnibus y viajar adonde fuera, para hablar con jóvenes y conversar sobre la situación de Uruguay y del mundo a quien lo quisiera escuchar.
Batlle murió en el CTI del Sanatorio Americano de Montevideo, donde estaba internado en estado grave desde la noche del domingo 16, cuando fue trasladado desde el Hospital de Tacuarembó. En ese centro asistencial —considerado a la vanguardia en neurocirugía— fue operado, y a partir de ese momento solo había que esperar un milagro que nunca ocurrió. El diagnóstico médico en todo momento fue cauteloso y evitó hacer referencia a una posible recuperación.
Sobre Batlle, su vida y origen familiar se habló y escribió mucho en estos días. También sobre su presidencia (2000-2005), que tuvo más sombras que luces, que debió enfrentar situaciones críticas tanto internas como externas, y que abandonó con una bajísima aceptación popular. Con los años, y ya alejado del poder, el tiempo y su carisma lograron que volviera a convertirse en un personaje estimado y respetado por buena parte de la población.
Fue durante el gobierno de Batlle que galería se publicó por primera vez. En esos años, y en los posteriores, el exmandatario fue una figura muy presente en nuestras páginas, algo que ya era tradicional en el semanario Búsqueda. Por eso, y a modo de homenaje, compartimos esta selección de fotos que repasan parte de la vida del presidente que parecía inmortal.
Jorge Batlle, el coraje intelectual
por Luis Hierro Lópezexvicepresidente de la República
Jorge Batlle siempre fue un pionero. Fue el primer dirigente colorado en introducir en su partido, de fuerte raigambre estatista y dirigista, las ideas de libertad económica y apertura comercial. También fue uno de los primeros en bregar por la sustitución del Colegiado por la presidencia.
Solo con un gran coraje intelectual un líder colorado podía alzarse contra esas “vacas sagradas” generadas por su partido, que alcanzaban casi la condición de mitos y de dogmas. Muerto Luis Batlle, Jorge pudo haber sido el “niño mimado” colorado, si se hubiera sumado a las ideas dominantes de su colectividad, entre las cuales estaban, precisamente, la intervención decisiva del Estado en la economía y el régimen de gobierno colegiado. Sin embargo, navegante solitario, salió a marcar la cancha, a construir un liderazgo y no a heredarlo, a plantear los temas del porvenir que siempre le obsesionaron, a decir sus verdades aunque ellas le enquistaran con parte de su electorado.
Y allí surgió, en esas pruebas de fuego, el Jorge Batlle que todos conocimos en las últimas décadas; el hombre joven de espíritu, el liberal a ultranza, político irreverente con lo “políticamente correcto”, esa enfermedad que provoca la mediocridad uruguaya. Fue, a su manera controversial, un conductor que siempre nos hizo reflexionar y que provocativamente retaba a sus correligionarios y a sus adversarios a pensar en serio las cuestiones del país.Según dijo el poeta Julio Herrera y Reissig, el Uruguay es un buen país para “estar muerto”, porque el fallecimiento provoca la unanimidad, o casi, de los reconocimientos. Algo de eso hay también con Jorge, aunque yo creo que mucho antes de su desaparición física, los uruguayos le habían empezado a reconocer, más allá de las banderías, su enorme grandeza, esa que le llevó a ser, nada menos, que un líder del porvenir.
En setiembre de 2015, y para conmemorar los 15 años de galería, distintas personas que habían sido representativas de esos tres lustros fueron convocadas para la tapa de la edición aniversario. Entre ellos estaba Jorge Batlle, que fue fotografiado junto a la escritora Cecilia Curbelo y el empresario Eduardo Campiglia. “He sobrevivido. En el gobierno y en la oposición. He cumplido ya 87 años de edad y 9 meses de embarazo. Y dentro de 15 años volveré a sacarme la próxima fotografía para galería”, dijo en esa ocasión. Batlle subió por escaleras cuatro pisos para llegar hasta el estudio de Fotografía y bromeó con que había que pedirle a Campiglia que pusiera un ascensor para que la gente pudiera subir a “retratarse”.Cuando terminó la sesión de fotos estuvo un rato en recepción. Ahí llamó por teléfono a su hijo, que no respondió la llamada. “Me puede pasar cualquier cosa y nadie me atiende”, comentó. Entonces probó suerte con su nieto, que sí lo atendió. Al retirarse, la telefonista, Daiana Losada, le pidió para tomarse una foto con él. Batlle enseguida respondió que sí. “Vamos a sacarnos una selfie”, le dijo.