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En una casa patrimonial de estilo inglés, Yamandú Gallo y Laura Charlone montaron El Santoral, una posada con restaurante gourmet que refuerza la oferta gastronómica de Atlántida
En Atlántida varios proyectos buscan recuperar el patrimonio histórico del lugar. Por el balneario se ven antiguos caserones y algunas mansiones restauradas, tanto para ser habitadas por familias como para transformarlas en pequeñas posadas. Esto último fue lo que decidieron Laura Charlone y Yamandú Gallo, quienes desde hace tres años buscaban ampliar su negocio. A su restaurante de cocina portuguesa Madredeus querían sumar una nueva propuesta gastronómica, y también hotelera, y lo concretaron en 2015 cuando abrieron El Santoral, una posada de seis habitaciones y restaurante, en una casona patrimonial de estilo inglés de 1926, ubicada en la rambla de la Playa Mansa de Atlántida. Allí, además de recibir huéspedes, tientan a los veraneantes con un menú que mezcla platos lusitanos con pastas, salmón y carnes servidas bajo la sombra de un cómodo quincho.
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Al comienzo, el plan de la pareja era volver a Uruguay —después de trabajar años en gastronomía en Europa— para abrir Madredeus, pero hace tres años comenzaron a coquetear con la idea de mudarse a Punta del Este, comprar un hotel y trasladar a toda la familia: sus dos hijas y el perro. Sin embargo, el proyecto se truncó, entre otros, cuando una tarde fría de verano, camino a Parque del Plata (el balneario donde veranean los padres de Charlone) dejaron un José Ignacio vacío y se encontraron con una Atlántida que rebozaba de gente. De casualidad vieron una casa antigua de estilo inglés en la esquina de la calle República Argentina y la rambla con cartel de venta. “Tocamos timbre y nos recibieron unas mujeres ya mayores. Eran cuatro hermanas Sabini las que vivían en esta casa. Ellas fueron sus terceras dueñas desde 1926”, contó Charlone. “Las camas estaban hechas, eran altas y de hierro, la estufa estaba prendida y tenían una hermosa colección de cuadros. Estaba para habitar”, recordó Gallo. La pareja tomó té con las hermanas y diez días más tarde la compra estaba hecha. Así nació El Santoral, nombre que le dieron en honor a los primeros veraneantes de la zona, que provenían de San Ramón, San Bautista, San Jacinto y demás localidades con nombre de santo de Canelones.
Después vino la puesta a punto para la posada. Hace un año hicieron los baños para instalar jacuzzi y darles un estilo más moderno; compraron camas de hotelería, construyeron una piscina, y la casa fue tomando forma. En el camino, Madredeus, el restaurante de cocina portuguesa que Gallo y Charlone tenían en la esquina de Canelones y Acevedo Díaz en Montevideo, cerró. Entonces sus muebles se fueron integrando en la casa, y los objetos de arte lusitano se mezclaron con algunos otros que la pareja tenía desde hace años, como el tocadiscos Gründig que domina la sala de entrada a la posada.“Las casas se apoderó de nosotros. Veníamos con una estética minimalista de Madredeus y quisimos seguirla. Pero después les pedí a las hermanas Sabini que me dejaran las sillas de jardín (de madera pintada de blanco con forma tradicional de palmera)”, contó Charlone. De ese modo, toda esa estética minimalista dejó de importar. “La casa mandó. Lo único que construimos fue la cocina, que es más moderna. Íbamos a sacar el quincho del fondo para hacer una sala de cemento cuando nos preguntamos: ¿por qué lo vamos a sacar si durante años las familias comieron al fresco ahí? Lo único que no sobrevivió fue una palmera (que estaba donde hoy se encuentran los baños) y un rosal chiquito. El piso es original, incluso el del patio”, agregó su propietaria.
Era de esperar que la propuesta gastronómica jugara un papel importante en El Santoral. Durante el invierno sirven el té con torrejas, tortas y jugos, y el menú cambia en verano. Hoy ofrecen licuados de manzana y kiwi; de melón y de naranja y durazno; y algunos platos, como un wrap de pollo de campo y un sándwich de salmón, queso y rúcula con wasabi. Las tortas, sin embargo, siguen presentes. El restaurante está abierto mediodía y noche.
El Santoral conjuga las recetas de Madredeus como el bitoque (bife a la plancha con salsa de mostaza, huevo frito montado y fritas), las recetas a base de bacalao —estrella del mar en Portugal—, y los pasteles de nata. A los platos clásicos de la pareja se suma un caril de camarones con curry de leche de coco, especiado y suculento, con arroz blanco; ravioles de espinaca o calabaza; costillas de carne vacuna con tomates asados y papas fritas; salmón a la plancha con risotto de manzana verde; estofado de cordero al vino tinto y lasaña. Entre las entradas, escritas en una pizarra al costado de la cocina, se destacan unos rollitos de salmón y kanikama; paté de berenjenas con praliné de nuez; paté de conejo casero con salsa de frutos rojos servido como una terrina sobre una rodaja de pan. Allí también mencionan algunos postres, como el pastelito de natas, una mousse de maracuyá y un bavarois de frutilla con salsa de frutillas arriba y colchón de cereales debajo. Una comida completa —entrada, plato y postre— ronda los 600 pesos, lo que hace que la experiencia culinaria sea accesible para una cena romántica en el jardín o un almuerzo familiar que incluya piscina y tienda en el parque.
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Rambla Mansa esquina República Argentina, Atlántida. Tel. 4372 3200. El precio de las habitaciones oscila entre 100 y 150 dólares (desayuno incluido). Restaurante abierto de martes a domingo mediodía, tarde y noche. Precio promedio por persona: 600 pesos (aceptan todas las tarjetas de crédito).