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    Amor a la venezolana

    Estas columnas de verano ofrecen temáticas diferentes, porque uno no sabe para dónde agarrar, dado que los políticos están todos en la playa, y dan menos jugo que un ladrillo.

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    Entonces uno levanta la nariz y mira en el entorno, y ve que lo agarraron al Chapo Guzmán, lo despidieron a Víctor Hugo, se vienen los clásicos de mentira (que casi siempre los gana Nacional, no siendo así los de verdad), y las autoridades nacionales nos mataron con los aumentos de las tarifas públicas, y por fin se decide por uno de los temas que más ruido están haciendo en estos días: el despiporre venezolano, que parece no tener fin.

    Decidí entonces llamar por teléfono a mi corresponsal en Caracas, Tibisayo Bermúdez, periodista clandestino del semanario “Rompamos Todo”, fuertemente ligado a la oposición triunfante en las recientes elecciones parlamentarias.

    —“Tibisayo querido” —le dije— “los chavistas eran, y son, aguerridos y peleadores, pero ustedes no le van en zaga, muchacho”.

    —“¡Qué va!” —replicó mi amigo-—“¡oie, nosotros somos tranquilos y moderados, pero nos obligan a ser enérgicos, porque si no, nos llevan por delante estos miserables!” —enfatizó.

    Le recordé que no me parecía muy moderado que el día mismo que tomaron posesión los nuevos legisladores hubieran hecho una fogata en la vereda del Congreso con los retratos de Chávez que estaban por todos los rincones del edificio, pero me replicó que esa fue una medida moderada, porque había incluso una moción para desratizar simbólicamente el edificio, haciendo un exorcismo a cargo de un sacerdote opositor, y matando a todos los pájaros que revoloteaban por el patio central al aire libre, por si uno de ellos era el pajarito que se le aparece a Maduro, pero que finalmente les pareció un poco exagerado, y quedaron en el incendio de los retratos “y nada más”.

    Le pedí que me contara más en detalle el tema de los tres congresistas amazónicos, que son los cuestionados por el Tribunal Supremo de Justicia, y que sin ellos la oposición se pierde la mayoría con la que puede tomar decisiones sin negociar con los congresistas chavistas.

    —“Parece que habrían sido elegidos en medio de un fraude electoral en sus circunscripciones indígenas” —le dije— “incluso vi que fueron juramentados luciendo sus vinchas con plumas, muy original” —agregué.

    —“Mira” —replicó— “estos legisladores indígenas fueron perfectamente elegidos y votados por su pueblo. Si cambiaron algunos votos por pieles de yaguareté y dientes de cocodrilo, eso es lo normal en esas regiones, incluso si tuvieron que encerrar en un bohío con candado a algunos indios rebeldes chavistas muy violentos que habían dicho que irían con lanzas y cuchillos a rodear los lugares de votación para que los votantes de la oposición no llegaran a las urnas, bueno, eso ha ocurrido siempre en esas zonas, y te diré que en elecciones anteriores estos indios chavistas mataron a puñaladas a varios indios opositores de nuestro grupo, y ahora en estas no murió nadie” —agregó, con cierto grado de orgullo.

    Luego me contó que Diosdado está bastante silencioso desde la derrota electoral, porque está mucho más dedicado a sus negocios privados con los sobrinos de Maduro que todavía no han sido detenidos, exportando bolsas de productos agrícolas de las zonas cocaleras hacia los Estados Unidos, “porque él critica mucho a los gringos, pero hace años que hace negocios con ellos mandándoles vaya uno a saber qué cosas, que los gringos le pagan en unas cuentas que tiene en Suiza” —dijo, en clara alusión a los episodios conocidos que llevaron a la detención de dos sobrinitos pícaros del primer mandatario, que andan arrastrándose por los tribunales norteamericanos después de haber sido detenidos con su avión privado en Haití con un cargamento de drogas hace un par de meses.

    —“Negocios hacen todos los chavistas por aquí” —continuó Tibisayo— “fíjate que hay unos cuantos compatriotas tuyos por aquí, de una fundación benéfica que se llama ‘Aire Fresco’ o algo así, que dicen que han traído casas prefabricadas para los pobres, arroz, leche en polvo y qué se yo, en un supuesto acuerdo con las autoridades uruguayas, que ellos no cobran nada por esta gestión, pero que los exportadores uruguayos sí les han pedido que cobren unos millones de dólares que les debe Venezuela, y que ellos se ofrecen a llevar de vuelta al Uruguay, y están apuradísimos para que les paguen, porque les ha llegado la noticia de que la platita se está acabando por aquí, chico. Qué chévere, ¿no?” —dijo, con un dejo de ironía.

    Y me contó también que anda por Caracas un Gato Celeste, que tuve que corregirle que era un “Pato” y no un “Gato”, procurando cobrarse también unas comisiones que le deben desde que viajó 63 veces con el Pepe Mujica durante su gobierno, haciendo negocios de adjudicación directa sin licitación, porque Chávez les había firmado un decreto de exclusividad socialista del Siglo XXI, que les daba una preferencia especial.

    —“Fíjate si habrá privilegios para derogar, estos bandidos han despilfarrado el dinero del pueblo, hay que meterlos a todos presos ahora mismo, y liberar a Leopoldo y a los demás presos políticos a como dé lugar” —enfatizó, sin estar dispuesto a razonar que era mejor someterlos a un juicio y meterlos presos si los encontraban culpables.

    Por fin le pregunté qué era de la vida de Nicolás Maduro, porque no se escucha desde hace días ninguna de sus diatribas apocalípticas contra todo y todos los que no piensen como él —si es que él piensa.

    —“Está en un retiro espiritual en el mausoleo donde está enterrado Chávez, duerme y come allí desde hace días, buscando inspiración y esperando al pajarito que le transmita las instrucciones del jefe máximo” —me contó, y agregó, como era de esperar— “hemos armado una guarimba con cientos de jóvenes opositores bloqueando la puerta del mausoleo, para que, cuando quiera salir no lo logre, y se quede para siempre junto a su líder. En el fondo, suponemos que es lo que él quiere, y si no quiere, es lo que queremos nosotros” —concluyó.