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El venció tu suscripción de Búsqueda y Galería. Para poder continuar accediendo a los beneficios de tu plan es necesario que realices el pago de tu suscripción.
En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] contactarte por WhatsApp acáLa semana pasada, la Cámara de Senadores dio media sanción a un proyecto de ley de derechos de autor. La reforma legaliza la reproducción sin fines de lucro con fines educativos, la reproducción de obras arquitectónicas en espacios públicos y la copia personal.
Algunos críticos afirman que el proyecto viola tratados internacionales tales como la Convención de Berna de 1886 y el Tratado OMPI de 1996. Eso es falso: numerosos países permiten la reproducción con fines educativos (Australia, Canadá, Reino Unido), la libertad de panorama (Australia, Canadá, Estados Unidos, Reino Unido, Alemania, Japón) y la copia personal (Australia, Canadá, Alemania, Francia, Japón).
Además, el derecho a la información, la comunicación y la cultura está establecido en otros tratados internacionales, como la Declaración Unviersal de Derechos Humanos de 1948 y el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos de 1966.
De todas maneras, los opositores a la reforma se empeñan en tapar el sol con el dedo. La informática permite reproducir obras fácilmente a bajísimo costo; no es novedad a esta altura del siglo XXI.
Es falso que la informática destruye la literatura, el cine y la música. Existen numerosos servicios web pagos que tienen buen rendimiento económico (Netflix, iTunes, Amazon Video y Kindle, Sling TV). Cuando la tecnología cambia, los negocios tienen que cambiar para sobrevivir.
Prohibir el intercambio de archivos es virtualmente imposible y pretender encerrar en la cárcel a quienes intercambian archivos por Internet es ir contra el progreso de la tecnología y la libertad de comunicación.
Ignacio Bettosini