N° 2047 - 21 al 27 de Noviembre de 2019
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En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] contactarte por WhatsApp acáLa intolerancia, locura y violencia que se observan cada vez más en este mundo dejan a los individuos con un cierto sabor a impotencia, aunque estén abocados a revertir esos problemas. Los que intentan mejorar día a día esperan que eso se proyecte en su entorno y de ahí logre un efecto multiplicador. Claro que no es suficiente y siempre hará falta más, pero es un primer paso para que los consiguientes tengan una base sólida y contenido contagioso.
En ese sentido vale la pena recordar una reflexión realizada por Daniel Pasarella, quien llegó a dirigir las dos selecciones de fútbol del Río de la Plata, pero que antes fue uno de los zagueros más goleadores de la historia. Ante el requerimiento de la prensa sobre los secretos de su capacidad goleadora, que era lo que lo diferenciaba, explicó que primero era defensor y debía cumplir con su rol como tal, asegurarse que el contrario no lo sorprendiera en su propia área. Cumplido esto, entonces sí podía atacar y buscar el gol, agregó. Algo así como que primero hay que hacer sólido lo más importante a nivel personal y humano y luego tratar de contagiar.
Este domingo, y trasladando ese concepto a la política, en el Uruguay estamos tratando de dar una muestra de lo que puede lograr una democracia que se practica de la mejor forma posible. Mientras la región está en llamas, aquí insistimos con nuestros debates sobre temas propios, que probablemente a escala global no tengan una gran trascendencia, pero hacen a la construcción de una realidad republicana, lo que se convierte en nuestro aporte al resto del continente.
De todas formas y más allá de que en la comparación Uruguay logre una ventaja con respecto al resto de la región, el apetito por el poder no desaparece y de este fenómeno están dando muestras los representantes del partido de gobierno en la recta final de las elecciones presidenciales. Con encuestas, últimamente acertadas, que no les son favorables, se olvidan de las limitaciones legales, normativas y éticas, que deben dar garantías a la ciudadanía para elegir libremente, sin incitación al miedo ni a las falsedades.
En estos momentos es importante que todos entiendan que parte del correcto funcionamiento democrático consiste en que los ciudadanos que buscan obtener el poder público lo hagan simplemente porque se sienten con la capacidad de hacer valer sus propuestas, y que son fundamentales los mecanismos para limitarlo, compartirlo y ponerle fin en algún momento. Si esto no ocurre, las consecuencias pueden ser nefastas, ya que se imponen los mesiánicos o los que creen que pueden sustituir con su ego la libre elección de cada uno de los ciudadanos.
El ejemplo de Evo Morales en Bolivia es casi caricaturesco: tuvo su primer período de gobierno y le fue bien, dadas las circunstancias, logrando así una enorme adhesión entre sus conciudadanos. Pero aún con ese apoyo, las limitaciones constitucionales deben respetarse. Evo no lo hizo y llevó a su país a un caos que está costando vidas, que da lugar a oportunistas, que destruye lo construido en materia económica. Era tan fácil dar un paso al costado e irse por la puerta grande. Cuando la gente dice “no más reelección“, hay que someterse, es el sacrificio que se espera del hombre público. Pero no lo hizo y ahora todo el pueblo boliviano está sufriendo las consecuencias. De haberse apegado más a la democracia y menos a su ego, le hubiera evitado grandes y lamentables dolores de cabeza a su país.
Hoy en Uruguay, aunque algunos lo hagan a regañadientes, los mecanismos de rotación en el poder siguen siendo la norma y nadie se ha atrevido todavía a ponerlos en duda. A su vez, los cambios de gobernantes son la moneda corriente. Celebramos que el presidente no pueda ser reelecto y que se facilite la alternancia del poder partidario y su posterior transición, salvo cuando el votante diga lo contrario, pero sobre todo que se respete la libre elección de absolutamente todos los ciudadanos. No ocurre en todos lados. Es el modelo que debemos fortalecer y compartir con la región y el mundo.