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Sabrán que uno de los temas que me apasionan —fundamentalmente en verano— es el mosquito. Todos los años trato de dedicarle alguna columna y profundizar sobre ese bicho que ha venido a este mundo a sacarnos locos, es capaz de destruirnos la psique como si nada, modificarnos el estado de ánimo en 5 minutos de ataque masivo y feroz en una noche —que hasta ahí era— hermosa. Yo lo veo como un enemigo de nuestra especie, así nomás.
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Transcribo unas recetas que robé de artículos en diferentes diarios y que supuestamente ayudan a mantener dominado al mosquito. Los comentarios corren por mi cuenta.
— Encender una buena fogata que genere mucho humo es la mejor manera de ahuyentar a los mosquitos, dice el informe.
No sé si le va a gustar mucho al dueño del edificio, pero se le puede mostrar el recorte del diario con el consejo. El otro inconveniente de esta solución es la propia condición de inmueble que tiene la fogata; al no ser portátil solo funciona si uno se va a quedar toda la noche pegado al fuego. De nada serviría prender una fogata en Punta Colorada si uno va a andar por el Prado.
También recomienda quemar yerba mate. Sospecho que mediante dicho recurso el mosquito no se muere pero se vuelve triste y uruguayo, por lo que termina echado en un rincón nomás, sentadito en su reposerita con su repasadorcito y su humito de matecito, viendo pasar otros mosquitos por delante de sus vistas como si fuera la actividad más placentera del mundo.
— Encender velas de limón, inciensos o antorchas de citronela. La verdad es que en el terreno de los inciensos preferiría no ingresar. Ojo, es una fobia personal, pero siento que de prender un incienso a usar una barba mugrienta y una túnica blanca y andar caminando con cara de respirador profesional, hay un pequeño paso nomás.
— Colocar macetas pequeñas de albahaca. Y es bueno que lo diga en plural porque la albahaca tiene menos capacidad de supervivencia que el propio mosquito. Hay que poner de a muchas plantas para que las bajas en el ejército no se noten. Según mi vasto conocimiento de botánica, la plantita de albahaca es más bien de morirse, es un error tomarla como prueba de la capacidad del individuo para el cuidado de seres vivos; si nuestros jóvenes se están guiando por la planta de albahaca, hemos descubierto ahí una causa más de la escasa natalidad en Uruguay.
— Bolsas llenas de agua con hipoclorito de sodio o jane. He aquí la famosa bolsa colgada del árbol que ahuyenta los mosquitos y al mismo tiempo impide que los perros orinen. Es increíble el dominio sobre la naturaleza que puede tener una bolsa con agua.
— Ingerir alimentos con vitamina B. El consumo intenso de vitamina B aleja a los mosquitos al tiempo que te salen granos como a un adolescente, y esa misma es la razón por la que el mosquito no se arrima. El mosquito que ve a un ser humano llenito de granos tiende a pensar que ese pedazo de alimento ya está picado. Para el mosquito es como ver un sánguche mordido o una bebida empezada sin saber quién metió la boca antes ahí.
Con una dieta a base de vitamina B, el individuo queda hecho un compendio de granos y no hay mosquito que se le acerque; tampoco se le va a arrimar mucho ser humano, es cierto, pero todo no se puede.