N° 1933 - 31 de Agosto al 06 de Setiembre de 2017
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En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] contactarte por WhatsApp acáUruguay no está atravesando una catástrofe económica ni nada por el estilo. Al revés. Según las últimas evaluaciones privadas, la economía crecerá cerca de 3% al cabo de 2017. El gobierno pronosticó un aumento de 2%, pero probablemente esté pecando de pesimismo.
Como dijo hace poco el viceministro de Economía, Pablo Ferreri, el país está transcurriendo por una etapa de vigor económico histórico, dado que no ha parado de crecer desde el 2003, penúltimo año del gobierno del presidente Jorge Batlle, que sorteó con indudable éxito la fenomenal crisis económico-financiera del 2002, importada desde Argentina por la debacle completa de ese país que acabó con la renuncia anticipada del presidente Fernando de la Rúa. Nunca estará de más recordar que gracias a la firmeza del presidente Batlle durante la enorme tormenta del 2002, negándose una y otra vez ante las autoridades del Fondo Monetario Internacional (FMI) a recorrer el camino del default, Uruguay está hoy disfrutando de 15 años ininterrumpidos de bonanza.
Dicho esto, cualquiera puede pensar que lo único que resta por hacer es descorchar botellas de champagne y proclamar a los cuatro vientos “tarea cumplida”.
Pues no es así. Dormirse en los laureles puede llegar a ser peligroso.
Por eso, el Consejo Directivo de la Cámara Mercantil de Productos del País no enloqueció cuando difundió esta semana una declaración advirtiendo que “el pesimismo golpea a la puerta”, luego de analizar diversos indicadores de confianza en la economía relativos al segundo semestre de este año.
La Cámara dice —y dice bien— que “el estado de a´nimo de quienes toman decisiones es una variable fundamental que termina incidiendo en la evolucio´n del nivel de actividad económica y la tasa de crecimiento”. Siempre ha sido así.
Por esa razón, advierte que “la lectura del comienzo del segundo semestre del 2017 parte de un sistema político sumamente bloqueado, recurrente en la temática pero sin poder avanzar y eso pega mal en el estado de a´nimo de empresarios y consumidores”.
Hay algunos indicadores que avalan la sospecha de que la segunda mitad del 2017 no va a ser tan auspiciosa como el cierre del an~o pasado y el comienzo del 2017.
“Cuando aparecen las primeras sen~ales de un cambio de humor hay que tener mucho cuidado. (…) El momento actual merece ser considerado con cautela ante la aparicio´n de nuevas sen~ales que tienen que ver con los concursos, la suspensio´n de cuentas bancarias, la morosidad del cre´dito y las mediciones de confianza en los consumidores”, previene la declaración.
No es que exista un “estado de alerta”, pero algunos datos obligan a poner las barbas en remojo.
A saber.
La Liga de Defensa Comercial (Lideco) informó que en el primer semestre aumentaron los concursos y las cuentas bancarias suspendidas. En 2013 y 2014 hubo 62 concursos por an~o, 90 en 2015 y 76 en 2016. Pero el promedio de los primeros seis meses del 2017 contra el mismo peri´odo del 2016 arroja una suba del 46%. “Una proyeccio´n de esta tasa para el segundo semestre determinari´a un nuevo récord con ma´s de 110 casos en el an~o”, señala la Cámara.
Además, las cuentas bancarias suspendidas y clausuradas subieron en 2015 respecto a 2014: pasaron de 1.584 a 2.144. El an~o pasado bajaron levemente pero “cuando se miran los primeros seis meses del 2017 se observa un aumento del 0,38% entre el an~o terminado en mayo en los dos u´ltimos an~os”.
Otro indicador es la morosidad en los bancos. El estatal Banco República pasó de 4,9% en julio del 2016 a 6,1% en julio del 2017. En la banca privada, entre los cuatro principales bancos solamente uno mejoró su morosidad; los tres restantes la empeoraron entre 18% y 38%.
La declaración recuerda, por otra parte, que la encuesta de satisfaccio´n del consumidor de la Universidad Cato´lica (predisposicio´n a comprar bienes durables, expectativa sobre la situacio´n personal y sobre la situacio´n del pai´s) mostró que luego de una recuperacio´n hasta el primer trimestre del 2017 hubo un deterioro en el i´ndice global que se ubicó, por primera vez, por debajo del nivel del 2016.
“Tambie´n hay sen~ales complejas en la evaluacio´n de las perspectivas personales”, dice la Cámara. “No hay una bateri´a de sen~ales que justifiquen una alarma” y “tampoco se puede confirmar que se revierte la tendencia al crecimiento que nos distingue de la regio´n”.
“Sin embargo, son indicadores muy calificados e importantes que en la medida en que se mantengan van a concretar una sen~al de advertencia, por lo menos para un horizonte de un an~o adicional”.
A todo esto hay que agregar que en el 2018 habrá una nueva ronda completa de Consejos de Salarios y otro proyecto de ley de Rendicio´n de Cuentas. Esto quiere decir que los conflictos, la imprevisibilidad y los “tira y afloja” volverán a estar a la orden del día, tanto en el Estado como en el sector privado.
Surge evidente de las advertencias de la Cámara que los pronósticos para el 2018 no ofrecen “cielos despejados” sino más bien “nubarrones”.
Sentarse a descansar hoy puede resultar muy costoso mañana.