Desde mediados de setiembre, todos los informativos de canales abiertos tienen intérpretes de lengua de señas, dando mayor visibilidad a la comunidad sorda y su derecho a la autonomía.
Desde mediados de setiembre, todos los informativos de canales abiertos tienen intérpretes de lengua de señas, dando mayor visibilidad a la comunidad sorda y su derecho a la autonomía.
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En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] contactarte por WhatsApp acáEl vestuario de Alejandra Volpe es casi todo negro. Las estampas y colores, las caravanas y los collares, distraen la atención de sus manos, su principal herramienta de trabajo. Es intérprete de lengua de señas uruguaya (LSU) y desde setiembre de este año trabaja en el informativo de Canal 4 para hacer accesibles las noticias a los sordos. Solo en ese canal se desempeñan cinco intérpretes para cubrir las tres ediciones del informativo de lunes a viernes, y las dos de sábado y domingo.
"La gente ve el trabajo de la tele, pero en Uruguay son 30.000 sordos -según el censo del INE de 2011- con diferentes problemas y complejidades", dice Alejandra. Se estima que 90% de ellos nacen en hogares de familias con personas que oyen (oyentes), que desconocen la lengua de señas, y solo 5% de ellas aprenden lengua de señas para comunicarse con fluidez con sus hijos; el resto opta por mantener el método oralista y entrenar al niño para que lea los labios. Pero hay que tener claro que la lengua natural para los sordos es la de señas, no el español escrito, y menos el oral. "Ese es el gran trabajo de la comunidad, que las familias puedan aprender la lengua de señas", asegura la intérprete. En muchos casos, estos especialistas son necesarios para acompañar al sordo y permitirle interactuar con los oyentes en situaciones tan frecuentes como ir a hacer un trámite o al médico.
Antes de que se hiciera obligatorio para los canales de televisión abierta lo establecido en la Ley 19.307 de hacer accesible parte de su contenido para sordos a través de lengua de señas, trabajaba, como muchos de sus colegas (hay unos 200 intérpretes en Uruguay), en educación, interpretando las clases para estudiantes sordos.
Desde setiembre, todos los informativos tienen más de un intérprete de lengua de señas, que van rotando durante la transmisión. ¿Dónde se forman? ¿Qué tareas hacen fuera de la televisión? ¿Cuál es su vínculo con los sordos? ¿Qué significa para ellos entender las noticias sin tener que preguntar a alguien, todo el tiempo, qué están diciendo?
Aprender a hablar. Los amigos de Alejandra le piden a veces que ponga "las manos en remojo", y ella entiende perfectamente a qué se refieren. Será por costumbre o deformación profesional que no para de mover las manos y, como quien a la vuelta de una larga estadía en un país anglosajón intercala en la conversación un término en inglés, ella enfatiza algunas expresiones al hablar con una seña de su otra lengua. Dice, por ejemplo, que a veces se viste de rojo, cuando se pone rebelde, y hace un gesto levantando los dedos índice y mayor de ambas manos a los lados de la cabeza; es la seña de "rebelde". No lo puede evitar.
No tiene ningún pariente sordo, pero su curiosidad por la lengua partió de unos vecinos sordos que vivían en su edificio y a los que veía hablar cuando coincidían en el ascensor. Se preguntaba qué estarían diciendo y se maravilló de pensar en la posibilidad de poder comunicarse con otro solamente con gestos.
Alejandra es egresada de Cinde (Centro de Investigación y Desarrollo para la Persona Sorda, que funciona dentro de ASUR, la Asociación de Sordos del Uruguay) de la generación del 97. Cinco años de estudio -dos básicos de lengua de señas y tres posteriores de formación de intérprete- la habilitaron a trabajar a nivel profesional y concursar para la función pública.
Su colega Soledad Muslera es una de las pioneras en el rubro, y será la primera intérprete de señas en jubilarse como tal. Es parte de la primera generación de estudiantes, cuando el programa era de tres años, con mucho énfasis en la práctica. "Había una necesidad urgente de intérpretes para cualquier requerimiento de la comunidad. Lejos de pensar en dedicarnos a esto como un campo de trabajo, como sucede hoy, nosotros lo hacíamos simplemente para brindar un servicio", explica. Por un tiempo, el estudio y la práctica de la lengua de señas fueron por carriles paralelos al trabajo remunerado que Soledad desempeñaba en un rubro totalmente diferente. Según ella, una verdadera apasionada de las lenguas -está estudiando hebreo y en otros tiempo aprendió euskera-, aunque a priori puede parecer sencilla, la de señas es una lengua sumamente compleja, porque se construye desde un espacio diferente y eso implica, para los oyentes, una modificación de la forma de pensar y de elaborar la lengua.
A mediados de los 90, después de que se estrenara en televisión la telenovela argentina Nano, con Araceli González y Gustavo Bermúdez -sobre una muchacha muda y un ladrón de guante blanco que en el día trabajaba en un parque acuático- se popularizó la lengua de señas por ser la forma en la que ella se comunicaba. "Ahí pasaron de inscribirse seis personas por año a hacerlo 90, porque todas querían ser Araceli -recuerda Alejandra-. Como pasa ahora con los intérpretes en televisión y en política, que también es otro espacio que visibiliza. La gente a veces fantasea, pero no es eso que uno ve, hay todo un trabajo de formación y con la comunidad, en territorio".
Ser bilingüe. Que todos los sordos leen los labios es un mito. Hacerlo requiere un entrenamiento, y oralizar con claridad es algo que no todos logran. "Sí es necesario que ellos tomen contacto con el español, pero en modalidad escrita", dice Soledad. Hay elementos que tiene el español que se le dificultan a cualquier extranjero, y lo mismo sucede con los sordos. Por eso, a partir de la Ley 17.378, de 2001, se considera la lengua de señas la lengua natural de las personas sordas de todo el país. Es decir que esta es su primera lengua, y la segunda el español escrito (no el oral). Eso explica también por qué en los canales se optó por incluir intérpretes en lugar de subtítulos.
En el aula. El liceo Nº 32 (en Carlos Roxlo y Paysandú) fue el primero en dictar clases en LSU, un gran logro para la comunidad que hizo posible que continuaran la educación después de terminar la Primaria en la escuela 197 de sordos (en Mariano Moreno y Gral. Urquiza). En 1996 comenzó a cursar allí Secundaria la primera generación de sordos y Soledad dejó su otro trabajo para volcarse por completo a esa experiencia educativa: una de las primeras grandes conquistas para las personas sordas. Si bien el liceo es de oyentes, hay grupos especiales de Ciclo Básico para sordos. Después (desde 1999), en el IAVA pueden cursar 4º año también en un grupo especial, y en 5º y 6º (de cualquier orientación) pueden sumarse a clases de oyentes, pero con intérprete.
Hasta entonces, los estudiantes sordos estaban obligados a leer los labios del docente. "Se sabe que al leer los labios rescatan 30% de lo que se dice, y 70% lo pierden, y en el ámbito educativo, donde el alumno está en un proceso de aprendizaje, se hace todavía más difícil porque tiene que hacer una lectura de información nueva, de algo que desconoce", explica Alejandra. Esto sin mencionar que el profesor puede tener brackets, bigote, barba o modular poco y complicar aún más la lectura.
Alejandra incursionó como intérprete en la educación en su último año de carrera, con una práctica con un chico sordo que estaba cursando 6º de Arquitectura en el liceo 34. Después fue la intérprete durante toda la carrera de Magisterio de la primera maestra sorda que se recibió en el país. "Yo pude llegar a la universidad y ser egresado gracias a la presencia de intérpretes", cuenta Rodrigo González, presidente de ASUR. Rodrigo tiene 32 años y cursó Primaria en la escuela 197 y Secundaria en el liceo 32 y el IAVA; siempre con intérpretes.
Ya pasaron 24 generaciones desde que comenzó esa experiencia en el liceo 32, y con los beneficios que se fueron instrumentando para que accedieran a la universidad, hay sordos egresados de diferentes disciplinas, como Psicología y Bellas Artes, y muchos docentes, egresados del IPA, dando clases de dibujo, biología e informática en lengua de señas para estudiantes sordos.
Rodrigo se recibió en 2014 de licenciado en Artes Visuales y Plásticas en el Instituto Escuela Nacional de Bellas Artes, de la Universidad de la República, y desde 2009 trabaja en el departamento de Comunicación Comercial de UTE a partir de un llamado de concurso público para personas con discapacidad. Además, es dibujante y diseñador gráfico.
En el interior, en cambio, no se ha avanzado tanto. Fuera de Montevideo hay solo tres escuelas para sordos en Maldonado, Salto y Rivera. En el resto de los departamentos se suman a escuelas de oyentes en las que, además de las maestras, hay un instructor que maneja la lengua de señas. El problema es que hay un solo grupo por escuela, que reúne a los alumnos sordos de todos los años. Además, una vez finalizado 6º año no hay liceos con un sistema preparado para recibirlos.
Parte de la complejidad que supone el llevar a señas el español oral y viceversa es que, al ser dos lenguas tan distintas, no se trata de traducir, sino de interpretar, pues requiere una adaptación.
"El buen intérprete debería pasar inadvertido -dice Alejandra-, porque en realidad lo que sos es un puente de comunicación. El intérprete no interviene, no opina: los que están hablando son los estudiantes y el docente", explica específicamente sobre su tarea en el aula.
El trabajo es muy dinámico y una de sus características hoy es el multiempleo. "Tenés 45 minutos de Geografía, salís y te vas a una clase de Derecho en facultad". Y de ahí, a un 5º Biológico. "El docente habló de seudópodos -recuerda Alejandra sobre una de las primeras clases que interpretó-. ¿Qué es eso? ‘Seudo' es falso y ‘podos' es patas. Entonces se sentaban los sordos y pensaban qué gesto adjudicarle al término. Con estas generaciones que empezaron a entrar al sistema se empezó a crear todo un vocabulario nuevo; se iban inventando las señas previa conceptualización". En muchos casos, cuando se trata de temas que desconocen, los intérpretes estudian fuera del aula para ser más fieles a lo que dice el docente.
En la televisión. La interpretación del informativo en lengua de señas, la nueva actividad que vino a completar sus agendas, también les exige estar actualizadas en cuanto a las noticias. "La idea es llegar media hora antes e ir a la redacción para, por lo menos, tener los titulares", dice Alejandra. "Tenemos un grupo de WhatsApp con las compañeras y la que sale en el del mediodía dice más o menos de qué se habló, porque se repiten algunos temas".
Según Rodrigo, la inclusión de intérpretes en los informativos provocó un impacto muy positivo en la comunidad sorda. Antes dependían de que sus familiares o amigos oyentes les dijeran qué estaban diciendo. "Era bastante incómodo", cuenta. "Nos parece muy importante informarse con independencia total".
En las dos horas que dura Telenoche hay dos intérpretes que, por lo general, rotan cada media hora. "Es lo ideal, pero a veces no pasa, porque no hay corte. Siempre hay una compañera de apoyo detrás de cámara por si te perdiste o no entendiste qué se dijo", cuenta. Los noticieros de una hora, por lo general, los cubre una sola persona. La intérprete no está físicamente en el estudio, sino en una sala pequeña y aislada, con un monitor y fondo chroma: en el monitor ven y escuchan el informativo y el fondo verde permite recortar la imagen y que en pantalla salga solo su contorno.
Aunque la figura del intérprete en la televisión se impuso definitivamente en los último tres meses, a través de los noticieros y la campaña política (Alejandra era la intérprete de Luis Lacalle y lo acompañó en su recorrido por todo el país), ya había algunas experiencias aisladas e intermitentes. TNU, por ejemplo, tuvo intérpretes en los 80 y 90; Canal 11 tenía su intérprete (la misma Alejandra) en el informativo del mediodía, y TV Ciudad lo implementó en 2004.
Ser independiente. "Cuando estaba en Canal 11 yo pensaba: no sé cuántos sordos están mirando hoy, a las 12.30, el informativo, pero sí hay un montón de oyentes que están viendo y están pensando automáticamente en un sordo, a través de la figura del intérprete", cuenta Alejandra; eso los visibiliza y concientiza a la sociedad.
"Hace 20 años que estoy trabajando en el aula, me gusta trabajar en territorio con la gente, ver el proceso de aprendizaje, cómo ingresan al mercado laboral, cómo les cambia la vida", dice. Poco a poco van abriendo las puertas las empresas privadas y las públicas; solo en UTE trabajan 20 sordos. "Igual que el de muchas personas con otras discapacidades, históricamente el porcentaje de desempleo es enorme para nosotros, se habla de que 80% de personas con discapacidad está desempleado", dice Rodrigo. "Pero está bajando gracias a los concursos públicos para personas con discapacidad y la reciente ley de empleo en el ámbito privado para las personas con discapacidad".
Cada conquista les ha ido dando a las personas sordas más autonomía e independencia, y de eso se trata esta lucha. Algunos avances tecnológicos como el celular han colaborado en ese sentido. "Hoy hacés una videollamada en lengua de señas cuando quieras. Antes, en cambio, en el IAVA, el estudiante compraba una ficha y me pedía que llamara del teléfono público de Antel a la casa de su novia, en donde iba a atender la madre de ella, para acordar a qué hora y dónde se iban a encontrar, porque no tenían forma de comunicarse si no era así", recuerda Alejandra.
Hay varias batallas ganadas, pero quedan algunas pendientes. Según Rodrigo, hace falta seguir trabajando en el empleo, el apoyo a las mujeres sordas víctimas de violencia doméstica y la lucha por que todo el Uruguay sea accesible para las personas sordas. Una de ellas es la necesidad de intérpretes en el ámbito de la salud, porque no en todas las instituciones los tienen. "Imaginate una madre sorda llegando a la puerta de una mutualista del interior con sus hijos. Casos graves o no, no importa. No sabe lo que está pasando, no sabe qué medicación le están dando y no entiende cuando se lo explican", ejemplifica Alejandra.
Hay muchas cosas en el debe, dice Soledad: "Pero la comunidad está atenta a esta lucha, y nosotros, desde nuestro lugar, apoyamos".