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    El episodio Sendic pone a todos en el “banquillo de acusados”

    La política está “en jaque” y debe “repensarse” para no perder prestigio, dice el diputado blanco Gustavo Penadés

    Es martes por la tarde y al diputado blanco Gustavo Penadés se lo nota entusiasmado. Acaba de llegar a su despacho tras una reunión de coordinación parlamentaria por el proyecto de la Rendición de Cuentas que se comenzó a votar el lunes en la Cámara de Diputados. Y lo que tiene entusiasmado a Penadés es que en estos últimos días, durante las largas discusiones previas a la rendición, se “volvió a hacer política”, a desplegar otra vez en escena el arte de la negociación con el oficialismo, algo que vio perdido durante la década y media de gobiernos frenteamplistas con mayorías.

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    Pese a ese repentino regreso a la “política de antes”, hay un par de señales que inquietan al diputado nacionalista y paradójicamente tienen que ver con el futuro. Para Penadés el episodio del vicepresidente Raúl Sendic abona a un “desprestigio político” que está dando lugar a “fenómenos” como el del presidente estadounidense Donald Trump. En entrevista con Búsqueda, el legislador también habló sobre la necesidad de un debate como forma de empezar a insertar al mundo político en el mundo real, en el que la noticia que cambia “minuto a minuto” se logre enganchar al ritmo de un Parlamento pensado siempre a otra velocidad.

    —En los últimos días se ha hablado mucho del vicepresidente Raúl Sendic y de una posible renuncia que sería histórica para la política local contemporánea. ¿Cómo analizan el tema desde la oposición?

    —Con mucha preocupación. Voy a hablar por mí, no por la oposición y ni siquiera por el partido. Los episodios son muy graves, las responsabilidades están más que determinadas, lo que a mí me preocupa es que el deterioro que esos episodios y esas personas traen, no es solamente para esas personas y sus partidos: es para todo el sistema político en general. Y ese me parece que es un elemento que nos debería preocupar a todos. Sin perjuicio de las consecuencias políticas a corto plazo que pueda tener, si renuncia, si no renuncia, que la Justicia actúe o no actúe. La política está puesta en el banquillo de los acusados. En el mundo. Si no, no entendés a Trump, no entendés el fenómeno de Macron en Francia, lo de Macri en Argentina...

    —Y este tipo de episodios no colabora, dice usted.

    —Estas cosas son las que llevan al desprestigio de la política.

    —¿Y a la imagen del país?

    —Bueno… primero hay que ver si Sendic renuncia. Yo creo que ha habido un cambio en las últimas horas. La semana pasada creí que era un hecho. Ahora no me animaría a decirlo de esta manera. Si eso sucediese, si renuncia, hay dos lecturas: lo lamentable de un episodio en el que debe renunciar un vicepresidente, otra es la de un sistema que funciona. Y que salido el vicepresidente de sus responsabilidades, el sistema sigue funcionando. Evidentemente hay que tratar de lograr darnos cuenta de que debemos repensar la política. Estamos viviendo en la época de la posverdad y un elemento que no sé si es bueno o malo, que es la democratización más absoluta de la información. Y eso a lo que lleva no es a que el individuo no esté informado, es que quizás en muchos casos esté mal informado —y que conste que no estoy hablando de lo de Sendic—. Lo que estamos enfrentando es una situación que tiene en jaque a la vida política y se tiene que repensar esta actividad. Y el relacionamiento del ciudadano con la política también. Porque lo que en definitiva comienza a estar en juego es una crítica a la representación como herramienta preservadora del Estado de derecho y de la democracia. Estamos viviendo un momento de gran confusión. Hay que ver cómo salimos de esto, ¿qué se construye?, ¿qué hay detrás de esto? Porque si detrás está el modelo Trump, la verdad es que no me gusta nada. Yo reivindico la herramienta política como la principal constructora de una democracia sustentable: partidos políticos fuertes y una representación indirecta que es la mejor de las representaciones. Porque todo lo que ha sido representación directa termina en dictadura. Ahora, ¿cómo engarzás eso en un mundo en el que la noticia cambia minuto a minuto?, ¿cómo hacés que eso funcione en una lógica de velocidades distintas a las que funciona el Parlamento?

    —¿Y entonces? ¿Cómo se hace?

    —Y bueno, ese es el debate que deberíamos de proponer. Y creo que ese debate está sustentado en la preservación del sistema democrático representativo de gobierno, modelo siglo XXI. Y creo que en esto está faltando liderazgo en la política. Nos escondemos demasiado en las encuestas y nos cuesta más liderar hacia el rumbo donde se debe de seguir. Porque ese es el político, el gobernante que marca el rumbo. Después la gente tiene la posibilidad de seguirlo o no seguirlo, cambiarlo o no cambiarlo en el momento de votar.

    ¿Hay más marketing que liderazgo?

    —Creo que estamos en una situación en la cual nosotros, los políticos, estamos desconcertados. Hay un gran desconcierto. Porque quien agarra para la lógica del contacto directo y los 140 caracteres, corre el riesgo de un desgaste y de una banalización de la actividad política. Y también hay un elemento central en esto que es que la excesiva capacidad de acceso a la información conlleva la obligación del que recibe la información a estar informado, a estar educado, y poder tener la capacidad de procesar todo esto.

    —Lo que dice es que tendría que haber una especie de educación para los medios, al estilo de lo que proponía Mario Kaplún hace unos años

    —Es que todo está siendo vivido de esa manera. Y entonces, en muchos casos, lo que nos está pasando es que nos planteamos la pregunta de cómo dirigir el sistema democrático de gobierno hacia la generación de la imagen. Y cómo lo sostenés con un sistema que está pensado para un funcionamiento en el que todo se hacía a otro ritmo y a otra velocidad. Y ese es un debate que se tiene que dar. Está todo en jaque y nos está costando darnos cuenta de que eso es así. Creo que un tipo que la tiene clara en ese sentido es Luis Lacalle Pou, un tipo moderno que se ha dado cuenta de muchas de estas cosas. Pero eso el tiempo lo dirá.

    —¿Cómo ve a Lacalle Pou capitalizando esto? Hoy las encuestas no muestran un gran crecimiento del Partido Nacional.

    —Ahí está, lo que pasa es que el sistema político ha renunciado a los liderazgos por las encuestas. Nos movemos mucho más por la encuesta que por la intuición, y si hay algo que un político debe ser es intuitivo: es hacia allá.

    —Pero se miran las encuestas

    —¡Por supuesto! El que diga lo contrario, miente. Lo que está pasando es que se están alineando los planetas. Hay un modelo frenteamplista que se agota, una izquierda sin ideas, envejecimiento de sus dirigentes, incipientes problemas económicos y un Partido Nacional que por primera vez en mucho tiempo se está dando cuenta de que lo importante es ganar la elección nacional. Hay un convencimiento de que se puede, y eso no está relacionado con las encuestas.