La expansión de los grandes grupos de la industria cárnica de Brasil en la región y en el mundo puso sobre el tapete el riesgo que implica la concentración de los negocios de ese sector para el productor de ganado y para los consumidores.
La expansión de los grandes grupos de la industria cárnica de Brasil en la región y en el mundo puso sobre el tapete el riesgo que implica la concentración de los negocios de ese sector para el productor de ganado y para los consumidores.
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En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] contactarte por WhatsApp acáEl Consejo Administrativo de Defensa Económica de ese país norteño recomendó el viernes 15 la condena del empresario José Batista Junior, uno de los hijos del fundador de la empresa JBS, por “coordinar un cartel para la compra de ganado con la fijación de precios y la división de mercados” en varios estados brasileños, según publicó la prensa brasileña.
Más allá de ese caso puntual y de las derivaciones que pueda tener, la tensión entre los ganaderos y la industria frigorífica por temas de competencia es una cuestión que ha estado presente en la cadena cárnica de varios de los principales países productores y desde el inicio mismo de la conformación de la cadena productiva.
En un análisis sobre la significación de la industria cárnica brasileña a escala global, el asesor independiente y extécnico de la Oficina de Programación y Política Agropecuaria, Héctor Laca, sostiene que “la ubicuidad de las plantas de faena, los confinamientos (feedlots), su participación en la logística y la distribución, la propiedad de empresas de trading y de elaboración de productos cárnicos, la diversificación por especie animal, la información y el conocimiento de las distintas cadenas productivas de productos sustitutos generan fuertes asimetrías no solo para el productor primario sino también para el consumidor”. Y eso “les otorga un poder de mercado difícil de evaluar y manejar por los órganos reguladores pertinentes que tienen únicamente jurisdicción nacional”.
En el trabajo titulado En qué manos estamos, Laca señala que las firmas brasileñas JBS, Marfrig y Minerva, luego de un proceso de expansión de 12 años, llegaron a acaparar entre el 22% y el 28% de las exportaciones mundiales de carne vacuna, y una participación de 20% a 25% en las importaciones de ese producto.
“A partir de 2005 se produce un hecho que, si bien no es nuevo en sí mismo, la adquisición de una planta frigorífica por otra, marcaría el comienzo de un proceso de fusiones y adquisiciones transnacionales en la industria frigorífica y más exactamente en la industria de las proteínas animales”, repasa. Ese proceso de expansión estuvo, y aún está, liderado por la industria frigorífica brasileña, específicamente por tres empresas en cuestión.
El 44% de la producción mundial de carne se concentra en seis países: Argentina, Australia, Brasil, Estados Unidos, Paraguay y Uruguay, según datos de 2016 del Departamento de Agricultura de Estados Unidos (USDA, por su sigla en inglés). Ese grupo de “jugadores estratégicos” en el mercado mundial de carne vacuna fue en el que las tres empresas brasileñas centraron su atención para realizar las inversiones en compras y fusiones de empresas.
Las exportaciones mundiales de carne en el período 2012 a 2016 constituyeron en promedio el 15% de la producción mundial, y los seis países mencionados explicaron el 58% de las mismas, según el USDA.
En el período 2003 a 2005, la participación de los seis países en la producción mundial de carnes fue del 48% en promedio y su participación en las exportaciones mundiales alcanzaba en promedio el 65%.
En Uruguay las empresas brasileñas abarcan 48% del monto de exportaciones de carne vacuna y el 27% de la faena de vacunos, considerando datos del Instituto Nacional de Carnes de enero a agosto de este año. Al cierre de 2016 esa participación fue algo mayor. Recientemente JBS concretó la venta del frigorífico Canelones a Minerva, que además es propietaria de las plantas de faena PUL y Carrasco; mientras que Marfrig opera cuatro frigoríficos: Colonia, Cledinor, Inaler y Tacuarembó.
La participación de los grupos brasileños en la exportación “será siempre superior a la participación en la faena ya que estos frigoríficos tienen como objetivo la exportación y además en todos los países considerados hay plantas frigoríficas que solo se dedican al abasto interno”, analiza Laca.
En el mercado uruguayo las firmas brasileñas figuran entre los principales participantes en la comercialización de carne y productos cárnicos, como pueden ser hamburguesas, carne con especias, corned beef, entre otros.
La reseña histórica de la fundación de la Sociedad Rural de Río Negro a principios del 1900 hace un comentario respecto a la falta de competencia en la incipiente industria frigorífica nacional. Algunos analistas económicos agrarios realizaron una revisión del tema en los EE. UU. y establecieron el origen de estas tensiones a fines de 1800, menciona el consultor.
Laca recuerda entre los antecedentes más recientes el trabajo promovido en Uruguay por la Comisión de Promoción y Defensa de la Competencia en 2009 sobre la colusión de la industria frigorífica en Uruguay, el interés del congreso de los EE. UU. en el proceso de consolidación de la industria frigorífica (2009) y el proceso iniciado por una comisión del Senado de Australia sobre el nivel de competencia de la industria frigorífica en ese país (2016).
“Esa tensión entre los dos agentes involucrados, productor y frigorífico, tiene su punto de partida en la asimetría del mercado”, considera Laca. Y compara que “el productor enfrenta una demanda oligopólica, e incluso monopólica en algunas zonas, los frigoríficos enfrentan una oferta atomizada”. En el caso de Uruguay operan una treintena de plantas de faena y unas 44.800 explotaciones de ganado vacuno.
En cuanto al posicionamiento en los distintos países donde incursionaron esas empresas de Brasil, Laca considera que el comportamiento de JBS y Marfrig es “muy similar” y comprende tres estrategias. La primera se refiere a la consolidación agresiva, a las fusiones y adquisiciones horizontales, que tienen como target otros frigoríficos de países seleccionados en la búsqueda de economías de escala. Además, eso apuntó a ganar acceso a nuevos y mejores mercados, como Japón y Corea de Sur, y a aumentar su participación en aquellos mercados en los que el ingreso se realiza a través de cuotas, como EE. UU. y la Unión Europea.
Otra característica de la estrategia empleada por los inversores brasileños fue la integración hacia atrás y adelante en la cadena de alimentos, especialmente de las carnes. Hacia atrás por vía de la adquisición de feedlots y/o desarrollo de los mismos y hacia adelante con la adquisición de cadenas de importación/distribución y de empresas elaboradoras de alimentos en base a proteínas animales, señala.
El tercer aspecto considerado por el consultor es la estrategia de diversificación de la fuente de proteína animal: las dos empresas se inician en la faena y procesamiento de carne vacuna y luego incorporan aves, cerdos y finalmente carne ovina.
Por el contrario, Minerva tuvo una estrategia distinta, con una internacionalización más acotada que las otras dos firmas y manteniendo su perfil original en cuanto a la producción de carne vacuna, sin procesar otro tipo de productos, advierte. La expansión de esa empresa se centró en la región, específicamente en Paraguay, Uruguay y Colombia. Minerva fue creada por ganaderos que ingresaron al negocio del transporte de ganado y luego compraron un frigorífico.