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    La loca del altillo

    Denise Daragnès da clase en La incapaz

    “Me acusan de pasearme de noche por la terraza del Blanes. Dicen que mi sombra hace escándalos en la ciudad y que mi obligación era desaparecer”, pronuncia una voz espectral, desde un tiempo presente. “Una mujer nunca puede estar perdida, porque siempre alguien te encuentra. Si no te encuentra tu madre, lo hace tu marido, si no la policía, el juez o un vecino”, habla el personaje, desde aquella Montevideo agitada de fines del siglo XIX. Una sociedad en la que —como en buena parte del planeta— la mujer estaba confinada a procrear, criar hijos y obedecer a su marido.

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    La historia de Clara García de Zúñiga, dama descendiente de familias patricias, heredera de una gran fortuna, madre de nueve hijos de varios hombres, suele sintetizarse en “la mujer que pasó sus últimos años encerrada en el altillo del Museo Blanes”. La leyenda habla del “Fantasma del Blanes”. En la red hay más artículos al respecto que biografías. Incluso años atrás se escenificó una obra allí mismo sobre su vida, con el público sentado en la escalera que conduce a la habitación. Pero una de las investigaciones más profundas y rigurosas sobre esta mujer que vivió entre 1845 y 1896, pertenece al periodista y escritor Carlos María Domínguez, quien en su libro El bastardo, la vida de Roberto de las Carreras y su madre Clara (Cal y Canto, 1997), narra en tono de novela la vida del célebre poeta apodado “Dandy del Novecientos”, con generosos pasajes sobre su madre. En la presentación del libro, Elisa Contreras realizó una performance basada en el texto de Domínguez. Un año más tarde, el autor la adaptó al teatro y se estrenó con dirección de Armando Halty en el Teatro Stella, puesta que le valió a Contreras el Florencio a la mejor actriz.

    Veinte años después, la actriz y directora Cecilia Baranda, ligada al Circular y al Victoria, concibió esta nueva versión, protagonizada por Denise Daragnès, una de las intérpretes más versátiles del Circular, experta en habitar personajes atormentados, como la madre de La fiesta de Abigaíl, de Mike Leigh, o Marika en La mujer justa, de Sándor Márai, en la recordada versión que estrenó el Circular en 2011, también dirigida por Baranda.

    “A los 10 años, su madre entró a su habitación, le regaló un cepillo con una esmeralda y unos coloretes, y le dijo que en poco tiempo le iba a salir sangre de entre las piernas y que por ese motivo la iban a casar con un senador argentino para juntar las fortunas familiares”. Así comienza este unipersonal que en 50 minutos expone en forma cruda y elocuente la peripecia de esta señora que se separó por su propia voluntad, perdió la custodia de sus hijos y quedó sola. Una mujer que vivió una vida “agitada” y “poco ortodoxa”, que no se privó de la vida bohemia y que tuvo abundantes problemas con las autoridades por los “escándalos” que solía protagonizar. “Se sentía una mujer libre, que no tenía por qué estar con su marido, y enfrenta una sociedad de valores victorianos que la acusa por su conducta calificada como ‘libertina’ y la juzga moralmente”, dice Baranda en una entrevista publicada en la web del Circular. Finalmente, algunos de sus yernos hicieron que fuera declarada insana y encerrada en el altillo de la entonces Quinta de Las Duranas, casa de veraneo que luego pasó a ser el principal museo municipal.

    Con pluma refinada y sensible, Domínguez pinta un personaje que aprende tanto a sufrir la más absoluta falta de libertad como a disfrutar de ella, aunque eso le costara la reprobación de una sociedad que rechazaba y castigaba a las mujeres que se salían de la norma. Como Trinidad Guevara y Delmira Agustini. Pero afortunadamente aquí no se cae en el panegírico ni en el melodrama épico. Por eso, y por la entrega de Daragnès, es altamente recomendable. Los pliegues de este drama permiten, cuando se exhibe con esta calidad, adentrarnos en zonas oscuras y contradictorias. La humanidad del personaje aflora naturalmente, sin fórceps moralizantes. “Hay distintas Claras en la mente de la gente, en la fantasía, en la crónica. Eso, y lo controversial de esta historia, fue lo que más me atrajo del papel. No solo es una mujer transgresora, es una víctima de una época”, afirma Daragnès, quien a pesar de los más de 120 años transcurridos, subraya la vigencia de la obra. “Trata de la violencia, el abuso y el robo”, agrega Baranda y explica que la investigación se adentró en “las diversas expresividades que podía tener el texto de Domínguez para crear los diferentes estados de delirio del personaje”.

    Daragnès logra una actuación redonda y avasallante, y junto con el notable trabajo lumínico de Martín Blanchet, instalan al espectador en esa oscura habitación del Prado. La actriz transita por todos los estados, desde la confesión sensata y descarnada inicial hasta un cuadro galopante de manía y depresión, en el que, sin embargo, siempre queda una rendija abierta para la empatía: “Los capaces se ríen, me insultan. ¿Cómo va a matarte la justicia? ¿Cómo va a robarte tu familia? ¡Delirios de la loca!”.

    La incapaz, de Carlos María Domínguez. Dirección: Cecilia Baranda. Actuación: Denise Daragnès. Escenografía y Vestuario: Paula Villaba. Teatro Circular, Sala 1. Viernes y sábados, a las 21.30; domingos, 19.30. Entradas: $ 350. Reservas: 098 171880.