Miller es Miller

El drama de los inmigrantes ilegales es central. En este caso son italianos de la posguerra en Estados Unidos, pero bien pueden ser africanos en el Mediterráneo, hondureños cruzando México hacinados en camiones o venezolanos escapando a donde sea del caos madurista. De hecho, su retorno a los escenarios de Estados Unidos, Europa y Latinoamérica se ha vuelto tendencia. Otro asunto que subyace en la trama es la violencia familiar encarnada en este hombre que se impone —psicológica y físicamente—  a las dos mujeres con las que vive, su esposa Beatriz y su sobrina Cathy, a las que somete de varias maneras. Vale destacar las excelentes actuaciones de Lucía David de Lima y Renata Denevi, dos actrices que logran componer con gran calidad y riqueza de matices expresivos a estas dos víctimas de la brutalidad machista en su más elocuente manifestación. Pero Eddie no es de una sola pieza, y por eso es un gran personaje. Sus impulsos primitivos son balanceados con raptos de sensatez y humanidad, que permiten la empatía y que lo vuelven, de a ratos, un hombre inseguro y frágil, capaz de reprimir todo tipo de ambigüedades.

Más allá de la ajustada traducción hecha por él mismo, Denevi demuestra su buena mano para conducir este tipo de relatos, de hondo trasfondo psicológico, donde poco a poco los personajes deslizan en sus silencios, sus miradas, su gestualidad, lo que el texto no explicita: lo inefable e indecible.