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Nos hemos acostumbrado a marchar con la agenda que marcan los noticiosos y titulares, muchas veces intencionados políticamente para distraer la atención, verdaderas cortinas de humo. Ahora le tocó al nepotismo y buscar en las intendencias (sobre todo las blancas) cualquier irregularidad. Y no está mal que se haga y si hay algo mal, hay que corregirlo. Pero vemos que cuando se descubre algo, se sale prestamente por parte del FA a hacer un escándalo, a pedir ¡investigadoras y juicio político!, como en el caso de Bascou (Soriano) o el de “la casita” de Paysandú, pero en veintisiete años de gobierno municipal en Montevideo el FA nunca permitió una investigadora, ¿raro, no?
Pero vayamos al caso que nos interesa, la definición de nepotismo de la Real Academia es: “Desmedida preferencia que algunos dan a sus parientes para las concesiones o empleos públicos”. Entonces, se requiere una desmedida preferencia, o sea, que prevalezca el hecho de ser pariente como determinante para su ingreso, sin necesidad de cumplir con la capacitación necesaria o del concurso correspondiente cuando el cargo así lo requiera. En el estado existe una categoría de funcionarios que corresponde a lo que se llama “Cargos de particular confianza”, que deben estar perfectamente establecidos en cuanto a cantidad y remuneración. Esto se debe a que un presidente o intendente puede nombrar personas en las cuales se sienta respaldado, moral y técnicamente. ¿Y dónde podemos encontrar ese respaldo y tranquilidad de tener la espalda cubierta si no es en los parientes y los amigos y conocidos más cercanos? A priori entonces no veo mal per se, que se contrate para uno de esos cargos a un pariente, a condición de que cumpla con los requisitos y capacitación necesaria para la función. Porque en los cargos de particular confianza uno de los elementos más importante de la decisión para su ingreso es, valga la redundancia, la confianza de quien lo nombra.
Pero en estos casos en particular, así como en todos los cargos de la función pública, debemos exigir eficacia, o sea, “la capacidad de lograr el efecto que se desea o se espera”, que las tareas encomendadas se cumplan correctamente, pero también debemos exigir eficiencia que es “la capacidad de lograr ese efecto en cuestión con el mínimo de recursos posibles o en el menor tiempo posible”.
Por ejemplo, la principal tarea de quien esté al frente de Ancap es distribuir los combustibles en todo el país. Si lo logra, está siendo eficaz en su tarea. Sin duda las autoridades del ente han cumplido eficazmente con esa tarea. Pero en cuanto a la eficiencia, creo que ahí existe un tremendo bache, ya que para cumplir la tarea se lo hizo con base en un endeudamiento de más de 2.100 millones de dólares y además, todos nosotros a través de rentas generales tuvimos que salir al rescate de la ineficiencia con una cifra que oscila entre 800 a 1.000 millones de dólares. Nos enteramos en la Cámara por una intervención del diputado por el departamento por Rocha, Alejo Umpiérrez, que cuando estuvo cerrada la refinería de Ancap se importó gasoil a $ 14 el litro, que según dice el referido diputado, se podría vender a $ 28 sin que se resienta en nada la recaudación impositiva; pero esa no fue la opción tomada por las autoridades, continuaron vendiéndolo un 50% más caro para hacer caja a costa de todos los uruguayos, basados en los precios de referencia de la ineficiencia, que ya a esta altura es criminal porque está matando la producción nacional, y a la larga está matando el empleo. Entonces, esas son las cosas que deben estar en el centro de la discusión y ocuparnos. Y, como se pregunta el diputado Umpiérrez, ¿queremos una industria al servicio del país o un país al servicio de una industria? Acá se está dando lo segundo, todos trabajamos para mantener la ineficiencia. Debemos terminar con los monopolios estatales (y privados) y liberar la importación de combustibles.
Todo esto viene a cuento del tema inicial, que no tenemos que mirar tanto si el cargo de particular confianza es ocupado por un pariente del titular, sino el desempeño de este. Para ilustrar eso, como salteño recuerdo cuando el Arq. Néstor Minutti nombró en la parte administrativa a su hermano el Cr. Eduardo Minutti y fueron esta administración junto con la del propio Cr. Eduardo Minutti, casi veinte años después, las mejores gestiones que se recuerden en Salto, tanto en probidad, buen manejo de las finanzas así como en obras, ¡eficacia y eficiencia! ¿Se le podría criticar al Arq. Minutti por haber puesto a su hermano? ¡Por supuesto que no! Por mi parte solo agradecimiento a estos dos desaparecidos intendentes por haber prácticamente abandonado sus exitosas carreras profesionales para dedicarse a la gestión pública.
Claro que conocemos otros casos de triste memoria, bien diferentes al citado y que lamentablemente para el país creo que son mayoría. Pero debemos separar la paja del trigo y no hacer pagar a justos por pecadores. Las generalizaciones nunca son buenas y las estamos usando en demasía.
Por eso mientras sigamos cobrando al grito, pidiendo aceleradamente renuncias por las redes, haciendo el centro de la discusión lo que dicen algunos titulares y bajando el dedo como en el Coliseo romano solo porque no es de mi colectividad o sector político, creo que vamos mal. Se acercan tiempos electorales, por lo que estas cosas seguramente se agravarán, la situación del país es lo suficientemente delicada como para que todos la cuidemos. No agrandemos la brecha, busquemos la discrepancia civilizada. Nos merecemos (¿?) como país un debate basado en diagnósticos serios y bien analizados, es por el bien común, el bien de todos.
