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Después de una década de postergaciones, el sueño que desveló a la dupla Ferrer-Magnone llegó a puerto el sábado 25 en el gran escenario de la sala Eduardo Fabini, el mayor espacio escénico del país, y el más apropiado para albergar una puesta en escena como esta, inusual desde todo punto de vista para la plaza local. El esperado proyecto Dandy fue creciendo con el tiempo y se transformó en un musical a escala Broadway, con 20 intérpretes y 25 músicos bajo los focos.
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No era sencilla la inédita tarea de montar una producción como esta, porque el musical de temática popular local es un género esporádico, sin continuidad en las tablas. Como en los teleteatros nacionales, no existen fuertes referencias y hay que desmalezar el bosque antes de iniciar la marcha. La mayor experiencia en este terreno corresponde a Omar Varela, Nacho Cardozo y Luis Trochón, quienes no pudieron establecer una tradición y tampoco están en esta producción.
Se podría mencionar la perseverancia de las temporadas líricas del Solís (desde 2005 sin interrupciones) y ahora la producción de ópera y ballet del Sodre, que desde 2010 goza de gran respaldo popular. Pero los tiempos y códigos del arte clásico son muy diferentes al del ruedo popular. Lo más similar podría encontrarse en el Teatro de Verano, en las puestas en escena carnavaleras, especialmente las de murgas, en estos días en pleno concurso.
De todos modos, Dandy, el príncipe de las murgas es una obra musical basada en la estética murguera y por extensión tanguera, muy distinta de una actuación tradicional de murga. La banda ejecuta la base instrumental, secundada por dos coros, uno murguero y otro polifónico (Upsala, dirigido por Jorge Damseaux). Las melodías y armonías compuestas por Magnone realzan cada uno de los instrumentos de la orquesta, en una nítida concepción jazzera, mundo del cual proviene el compositor. Piano y bandoneón (sintetizado por el teclado de Herman Klang) aportan los colores predominantes en la inspirada amalgama rioplatense que instala la orquesta. La banda y los coros resuelven con gran rigor y profesionalismo una interpretación nada sencilla, con alto grado de dificultad rítmica y armónica. Incluso los cantantes enfrentan melodías en algunos casos muy exigentes, pues el creador optó por una musicalización coherente con el drama representado.
La adaptación de Ferrer transforma al más conflictivo y contradictorio personaje creado por Shakespeare en un Hamlet criollo, con una retórica lunfarda pero no barriobajera. La fusión poética entre el universo shakespereano y la vereda rioplatense está muy bien lograda. Lo único que se le puede achacar al poeta montevideano, y bonaerense por adopción, es la introducción algo descontextualizada del vínculo homosexual en la pareja real y la extensión del primer acto, con algunos pasajes que impiden un mayor dinamismo.
La puesta de Toja está enmarcada en los decorados proyectados sobre la gran pantalla, que reproducen obras inspiradas en clásicos de la pintura uruguaya. Se basa en dos grandes plataformas móviles metálicas que hacen posible múltiples plantas escenográficas y aportan gran contemporaneidad, al igual que el vestuario, que fusiona tradición murguera y detalles actuales en los zapatos o decorados de ciertas prendas. No es fácil mover tanta gente, por lo que algunos desplazamientos no fluyen de la mejor manera.
Pinocho Routin compone un Dandy sombrío, fiel al carácter dubitativo y melancólico de Hamlet, pero algo deficitario en su expresividad general y en su presencia escénica. En ese aspecto brillan Andrés Lazaroff como el Bardo, María Eugenia Pirotto como Lolita y Tabaré Rivero como Charlabaratón, quienes aportan las mayores dosis de gracia e histrionismo, además de la refrescante intervención de los payadores, la constante presencia del trío de cómicos y de Ruben Rada, por supuesto, quien levanta al público en su breve pero divertida intervención.
En el rubro estrictamente vocal, además de la probada solvencia de Routin, se luce Ana Karina Rossi como la gran intérprete tanguera que es, y Tabaré Leyton, dueño de la que quizá sea la mejor voz surgida en el Río de la Plata en la última década. El elenco adolece de cierto desbalance tímbrico, con algunos dúos muy desparejos en lo vocal. De todos modos, los que componen Routin, Rossi, Rivero, Lazaroff y Leyton brillan por su calidad armónica.
En síntesis, un espectáculo que reúne mucho talento sobre el escenario, aunque desparejo. Podría resultar más entretenido con algunos ajustes escénicos y una duración algo menor, pero de todos modos constituye un logro interesante para el medio local, porque dejará el sendero abierto para que otros sigan transitando.
“Dandy, el príncipe de las murgas”, de Horacio Ferrer y Alberto Magnone. Texto: Horacio Ferrer. Dirección escénica: Fernando Toja. Dirección Musical: Alberto Magnone. Coreografía: Martín Inthamoussu. Vestuario: Soledad Capurro. Escenografía: Enrique Badaró. Iluminación: Eduardo Guerrero. Maquillaje: Mariela Gotuzzo. Producción general: Lea Bensasson. Auditorio Nacional Adela Reta del Sodre, Sala Eduardo Fabini, jueves 30, viernes 31, sábado 1º de febrero, domingo 2, martes 4 y miércoles 5, 21 horas. Entradas: de $ 350 a $ 1.150 (descuento de 20% con Visa y Mastercard del BROU) en boletería del Auditorio, Red UTS, Red Pagos y Tienda Inglesa.