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NOMBRE: Pablo Buela • EDAD: 34 • OCUPACIÓN: Presidente de la Asociación de Jóvenes Empresarios y director de PROSPER • SEÑAS PARTICULARES: Fue el encargado de verificar las cuentas de los famosos en Twitter para América Latina, integra el directorio de la fundación Gonzalo “Gonchi” Rodríguez, es muy cariñoso con su abuela
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Desde chico siempre fui muy movedizo y con ideas. A los 18 años empecé a emprender, nunca trabajé bajo una estructura, siempre fui creando proyectos, en principio muy caseros. A los 18 años mi abuelo tenía una cachila y empecé a llevar novias y quinceañeras a la fiesta. A todo le ponía nombre y lo titulaba bajo una empresa, y aquella era “Flashback, una forma original de llegar a tu fiesta”. Cualquier idea la pasaba rápidamente a una empresa, a un nombre, y así te diría que es hasta hoy. Cuando viajo, en los aviones se me ocurren cosas, y de hecho tengo en mi celular un block de notas que el título es “Ideas en el aire”, y ahí voy anotando. Es un impulso permanente, como puede tener cualquiera, simplemente que después quiero llevarlas adelante.
¿De qué conversaba con las novias en la cachila de su abuelo?
Tengo mil historias. En los casamientos siempre había que parar en la esquina, ir caminando para ver en qué estaba la ceremonia anterior y esperar. Una vez habíamos llegado muy temprano y le dije a la novia que había que esperar en otro lado. Ella me dijo “pah, tengo ganas de fumar”. Fuimos a una estación que estaba cerca, me pidió que le comprara unos chicles y paramos en la esquina. Me acuerdo que cuando estaba volviendo con los chicles, la novia se había sentado en el escalón, el estribo de la cachila, de piernas abiertas, y estaba fumando con el vestido de novia. Una cosa surreal (risas).Heredó su pasión por el automovilismo de su familia, sobre todo de su abuelo paterno, Raúl. ¿Qué lo seduce del rugir de los motores? Es un poco inexplicable, porque es una pasión. Yo no corro, pero la adrenalina y el desafío que implica para el piloto manejar un auto a alta velocidad y con alta precisión, es algo que me atrae. Después me pegó muy fuerte la historia de Gonchi. Haber seguido su carrera como fan me caló tan hondo que hoy relaciono mucho el automovilismo con mi vida profesional. Para mí, el Gonchi era un referente como emprendedor, una persona que fue a Europa con un escarbadientes y en condiciones incomparables a las de sus competidores fue escalando por su naturaleza emprendedora. Se ocupó de buscar sponsors y de correr en condiciones desfavorables. Él falleció cuando yo tenía 17 años y de hecho eso me motivó a ser uno de los primeros voluntarios de la fundación y a integrar el directorio desde hace cinco años. Es difícil para mí despegar el automovilismo de la figura de Gonchi y, a su vez, de esa cultura emprendedora, del “desde Uruguay se puede”.
¿Qué auto tiene?
Un MINI rojo.
Fue pionero en Uruguay en publicidad en Twitter y en un momento verificaba las cuentas de los famosos en Latinoamérica. ¿Cómo consiguió esa licencia?
En 2011 vimos que existía Adly, la empresa que comercializaba los tuits de famosos, como las Kardashian o Paris Hilton, y dijimos: tenemos que hacer algo parecido en América Latina. Un poco al estilo Gonchi me acuerdo que me contacté por Linkedin con un tipo que trabajaba en Twitter, en San Francisco. Se llamaba Omid, y tuve la suerte de que me diera el ok. Lo que hacía era chequear que Valeria Massa era Valeria Massa a través de una reunión o por Skype y le decía a Twitter que era efectivamente ella. Eso hizo que en 2011 cientos de famosos empezaran a llamar a la oficina, desde Marcelo Tinelli hasta (José María) Listorti, Luciana Salazar, y me permitió entrar en contacto con pilotos de fórmula uno de México y Venezuela que para mí era ídolos mundiales. Eso duró unos meses, porque después Twitter cambió su sistema y yo ya no tenía poder alguno.
¿Sigue teniendo esos contactos en su celular?
Sí, de todos. Son más de 500 y pico de famosos con los que hicimos esta gestión, y aunque ya no ofrecemos el servicio, los contactos están ahí (risas).En el territorio sentimental, ¿es emprendedor o prefiere que ellas emprendan? Me gusta que emprenda todo el mundo, la gente achanchada no es mi estilo en general. Pero yo, si hay algo que me gusta, voy para adelante.
¿Cómo fue con su novia Valentina?
Fue en una clase de yoga. Fui buscando conocer mi interior y vi que estaba ella. No hablamos, pero justo a los días nos encontramos de noche en un boliche, en Lotus, y le dije “mirá, te vi en la clase de yoga”, y empezamos a hablar. Después avanzó todo, pero el primer contacto visual fue en una clase de yoga.
¿Tiene los conflictos típicos del hermano del medio?
No tanto, quizás porque soy muy pegado a mi hermano mayor, nos llevamos once meses, y con mi hermana chica nos llevamos nueve años, entonces no lo viví como ese sándwich. La hermana chica quedó un poco desenganchada, pero tuvo sus beneficios, aunque ella dice que yo soy el favorito de los tres, más que nada porque soy muy cariñoso con mi abuela.
¿Cómo se hizo la cicatriz que tiene en la cara?
En un accidente en karting a los seis años, en el Autódromo de El Pinar. Me marcó muy fuerte. Tenía 42 puntos en la cara y estoy seguro de que me condicionó, me dejó fuera de partido un tiempo. Sufrí mucho con otros niños crueles que me decían cerradura y flash, porque la cicatriz parecía un rayo. Yo le decía a mi mamá “las nenas no me van a querer”, y ella me decía “no, todo lo contrario”.
De noche, antes de dormirse, ¿en qué piensa?
Qué se viene al día siguiente. No tengo el hábito de leer antes de dormirme, así que chequeo un poco qué reuniones tengo para prepararlas mentalmente. El último pensamiento es setear mi cabeza para el día siguiente.
