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Con el foco en los científicos

Es momento para apretar el acelerador de la investigación y la divulgación

Es momento para apretar el acelerador de la investigación y la divulgación

Cuando el 16 de abril el presidente nombró un Grupo Asesor Científico Honorario (GACH) para asistir al gobierno ante la pandemia de Covid-19, la noticia sorprendió para bien. No era una medida que ya habían adoptado muchos otros países. Los nombres de Rafael Radi, Henry Cohen y Fernando Paganini eran conocidos y reconocidos por los logros en sus respectivas áreas. Lo complejo era comprender cómo iban a fusionar sus distintas disciplinas y actuar, desde la academia, para enfrentar un problema que ya era parte de la realidad. Lo cierto es que lo hicieron. Y, a juzgar por los resultados, con éxito. Radi, Cohen y Paganini no solo se volvieron referentes indiscutidos, sino que lograron algo más difícil todavía: acercaron la ciencia a la gente, hicieron que el gran público entendiera cómo funciona la matemática aplicada a la medicina o los caminos que recorre la investigación antes de aplicarse al problema.

Ellos tres le pusieron un rostro a la ciencia uruguaya. Salieron en notas de prensa, radio y televisión. Hablaron de medicina, ciencia, matemáticas, fondos, becas, infraestructura, tiempos, logros y debes, pero también hablaron de fútbol, de la familia, de la salud mental y de las prioridades en la vida (antes, después y durante la pandemia). A la vez, demostraron que lo suyo -como la mayoría de las disciplinas- funciona mejor cuando se trabaja en equipo.

La nota de tapa de este número es una suerte de homenaje a la ciencia y a los científicos que la hacen posible. Allí no están las cabezas del GACH, pero sí hay algunos representantes de las nuevas generaciones que han trabajado directa o indirectamente con ellos. Hicimos una selección arbitraria pero justificada de cinco científicos jóvenes que se destacan en distintas áreas. Dos de ellos, Gregorio Iraola y Gonzalo Moratorio, participaron durante los últimos meses en investigaciones vinculadas al Covid-19, el primero desde el análisis de la genética del virus y el segundo en el armando de los kits de testeo. María Inés Fariello, que es doctora en Biomatemática, también integra un grupo que analiza datos de genética y ADN relacionado con la emergencia sanitaria. Esta suerte de "selección" la completan Lucía Spangenberg, que fusionó el universo de la biología con el de las matemáticas y la estadística y se especializó en Bioinformática, y José Pedro Prieto, doctor en Ciencias Biológicas y que está dedicado a estudiar los efectos neurológicos de la pasta base, que aunque no es una pandemia es otro de los grandes problemas en Uruguay.

En lo que va del 2020 no es la primera vez que varios de ellos ven su nombre y su foto en los medios, algo que no era habitual en su rutina de facultades y laboratorios. Más allá de las distintas realidades y disciplinas, todos coinciden en que la pandemia hizo que el mundo entero hiciera foco en la ciencia. Por eso, y a pesar de que las circunstancias no son buenas, es momento para apretar el acelerador de la investigación y la divulgación. "Nunca hubo tanta gente apoyando a la ciencia, ni tanta prensa mostrando nuestro trabajo", dice Prieto, al tiempo que señala que la ciencia es importante siempre, no solo para reaccionar en momentos de crisis. "Eso es solo una parte. Tener un sistema científico es importante porque la ciencia ayuda al desarrollo del país en su globalidad".

Todos ellos, menores de 40 años, estudiaron parte de sus carreras en el exterior o pudieron haberlo hecho, pero eligieron Uruguay como lugar para vivir y trabajar. Aunque alguna vez fueron los raros de la clase o los incomprendidos en la familia, lograron encontrar su vocación. Cuando miran a su alrededor, dicen, toman conciencia de los avances de las últimas décadas, de la mayor conectividad que ofrece el mundo de hoy, del buen nivel de la formación en las distintas facultades de la Universidad de la República y de los debes que todavía quedan por solucionar o fueron surgiendo en el camino.

Aunque no es fácil lograr una cifra global, mojones como la creación del Instituto Pasteur en 2006 y la expansión de la Udelar con las regionales Norte y Este hablan de ciertos avances desde lo institucional. Tras conversar con los científicos, Clementina Delacroix puede dar fe de que lo que más transmiten -además de gran empeño en lograr que lo que hacen día a día sea entendible- es entusiasmo por su profesión. Iraola, uno de los que estuvo detrás del estudio del material genético del coronavirus para determinar su origen y sus mutaciones, lo dice sin prurito: su rol durante la pandemia implicó al mismo tiempo un gran desafío y una gran responsabilidad. La motivación y las satisfacciones por hacer las cosas bien, es todo lo que viene después.