La pareja, el trabajo y la maternidad en tono de comedia francesa hablada en inglés confluyen en Al borde, una nueva serie de Netflix sobre cuatro cuarentonas, creada y protagonizada por la actriz, directora y guionista Julie Delpy
La pareja, el trabajo y la maternidad en tono de comedia francesa hablada en inglés confluyen en Al borde, una nueva serie de Netflix sobre cuatro cuarentonas, creada y protagonizada por la actriz, directora y guionista Julie Delpy
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En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] contactarte por WhatsApp acáAl título de la serie solo le falta “de un ataque de nervios”. Son mujeres y, como en la película de Almodóvar, están Al borde. En este caso la ficción es creada, escrita, dirigida y protagonizada por Julie Delpy. La talentosa francesa, más conocida como Céline por su personaje en la trilogía Antes del amanecer, del atardecer y de la medianoche (de Richard Linklater), de la que también es coguionista (y por la que obtuvo dos nominaciones al Oscar), es símbolo del cine independiente y reacia a la corrección política. El personaje de joven francesa atractiva/interesante/rebelde que supo escribir e interpretar ha ido dando paso a papeles maduros que acompañan el natural paso del tiempo y la llevan a contar, en sus flamantes 50, historias de mujeres normales en crisis cotidianas y a veces existenciales.
En la comedia, que transcurre en Los Ángeles pero tiene a las claras una pluma francesa detrás, Justine (Delpy) es una chef que lleva adelante un restaurante exitoso y está casada con Martin (Mathieu Demy), un arquitecto desempleado, frustrado y pasivo agresivo. Ella tolera cada uno de sus desplantes con una paciencia admirable. Anne (Elisabeth Shue) es una diseñadora de moda con una herencia abultada, una madre que le pasa una mesada y la hace rehén de cada dólar, y un matrimonio que funciona únicamente cuando ambos están bajo los efectos de la marihuana. Yasmin (Sarah Jones), una persa afroamericana, intenta volver al mercado laboral mientras termina su tesis doctoral, pero la palabra “sobrecalificada” aparece demasiado frecuentemente en su búsqueda. Entre ejemplar y sobreprotectora, esta madre que le prepara batidos de cúrcuma y almendra a su hijo mientras él termina sus tareas de farsi esconde un pasado que ni siquiera sus amigas conocen. Mientras tanto Ell (Alexia Landeau) todavía da tropezones buscando el rumbo. Convencida del talento de su hijo menor (tiene tres), de padre asiático, para la actuación y desesperada por generar algo de dinero, lo presenta a una agencia de talentos y aprovecha para promocionar también a sus otros hijos. “Una es mestiza, mitad negra mitad blanca de 14 años. Es una mezcla de Zendaya y Ruth Bader Guinsburg. Y tengo un hijo de 12 años que es neurodivergente de raza blanca pero con rasgos muy exóticos. Podría pasar por latino”, le dice a la mujer que la entrevista.
Estas mujeres están al límite pero Delpy desdramatiza sus encrucijadas y lo hace con una buena dosis de humor francés y diálogos picantes y honestos, como suelen ser las charlas livianas entre amigas en serio.
La idea original. “Quería hablar de un grupo de amigas en Los Ángeles con trabajos, hijos, maridos y exnovios… pero con vidas diferentes y niveles sociales diferentes”, dijo Delpy a Le Monde. “Sobre todo quería hablar sobre la vida cotidiana, el trabajo que lo impregna todo, las mujeres que tienen un pasado, las mujeres que se las arreglan lo mejor que pueden”.
La serie, de 12 capítulos de media hora, responde a la aversión de Delpy hacia los finales. “Me gusta explorar personajes a lo largo del tiempo”, explicó; “No me gusta terminar las cosas. Esta serie me vino de forma casi natural”.
En su propio estado de situación —y el de sus amigas— encontró a esta edad el material necesario para empezar a trabajar una idea no tan original en su punto de partida, pero con un visible sello de autor en su desarrollo. “Mis amigas y yo estamos en el mismo grupo de edad, y la mayoría de nosotras terminó teniendo hijos un poco más tarde en la vida, a finales de los 30 o principios de los 40”, dijo Delpy a la revista W. También le interesaba retratar mujeres que “no necesariamente anteponen el ser madres”: “Me interesan las mujeres que tuvieron hijos en una situación de ‘última llamada’. Es una perspectiva diferente porque cambias tu vida cuando tu vida ya está establecida de cierta manera”.
Primero actriz. No cualquiera puede decir que debutó en el cine bajo las órdenes de Jean-Luc Godard: Julie Delpy sí. Tenía 14 años cuando actuó en Détective (1985). Una carta que le escribió el director a la entonces prometedora actriz decía: “Ten cuidado en tu vida porque la gente va a querer encasillarte”. A eso se resistió desde entonces. Cuando después de varias actuaciones en películas como la premiada Europa Europa (1990, de Agnieszka Holland) y Blanco (1993, Krysztof Kieslowski), la segunda parte de la trilogía Tres colores, alcanzó el reconocimiento internacional con Antes del amanecer (1995), las oportunidades en Hollywood empezaron a llover, pero ella se mantuvo selectiva. Fue entonces que se volcó a la escritura: se sentía más cómoda detrás de una máquina de escribir que audicionando, algo que le impedía dormir la noche anterior y le provocaba ataques de pánico. “Cuando estaba escribiendo Antes del atardecer, mi agente estaba enloqueciendo porque yo no estaba enfocada en obtener el papel sexy en la película de Hollywood del momento”, contó.
Su debut como directora llegó en 2002 con Looking for Jimmy. Después dirigió 2 días en París (2007), La condesa (2009), El Skylab (2011), 2 días en Nueva York (2012), Lolo (2015), Mi Zoe (2019), y ahora Al borde, su primera serie de televisión. Sus verdaderos padres, Marie Pillet y Albert Delpy (también actores y “super-duper hippies”, según ella), han interpretado a los padres de sus personajes en más de una de sus películas. En Al borde Albert aparece en una videollamada que hace a su hija, en la que ella lo invita a que la visite y él, desde Francia, le responde que “Estados Unidos es deprimente con ese tipo (Trump) al poder”. Ella, a su vez, ha protagonizado absolutamente todas las cintas que dirigió. “A menudo preferiría que otra actriz interpretara mi papel, pero siempre hago estas películas de bajo presupuesto y ayuda tener un poco de nombre”, explicó.
Los prejuicios y los maridos. Hace unos años pusieron en tela de juicio su posición declarada de feminista, cuestionando su decisión de mostrar los pechos en Antes de la medianoche (2013). “Algunas personas decían, ‘No sos feminista. Estás mostrando tus tetas y él no muestra su culo’. [Pero] ¿no son las personas que esconden a las mujeres detrás de capas de ropa las que son misóginas?”. Además de activista del feminismo, es una activista de la imagen corporal positiva. “Es gracioso la atención que ha tenido esa escena (en Estados Unidos), en Francia no me lo han cuestionado”. También manifestó que para ella es un statement mostrarse en topless cuando no se tienen implantes ni 20 años: “Tengo 43 años —dijo entonces— y tal vez sea más impactante precisamente por ser una mujer de mi edad (...). ¿Pero sabes que? No me importa. Esa es la realidad. Estoy bien con eso. Estoy bien sin estar en perfecta forma. O te conviertes en una de esas personas que pasan su vida en el gimnasio haciendo todo tipo de dietas raras o sin carbohidratos. Hago una dieta completa en carbohidratos. La verdad, soy una mujer que trabaja, no tengo tiempo para cuidarme, tengo un hijo y no tengo mucha ayuda”, respondió a Vanity Fair.
Después de separarse del compositor Marc Streitenfeld, con quien tuvo a Leo en 2009, se casó en 2015 con Dimitris Birbilis, un asistente de dirección griego gracias a quien aprendió a dominar el arte de la moussaka.
Recientemente rechazó la propuesta de Richard Linklater para filmar la cuarta parte de lo que pasaría a ser la tetralogía de Antes de. La invitación llegó en un momento en que Delpy, con 51 años, se planteaba abandonar la industria. “A menudo lo pienso. El infierno por el que pasé para producir mi [última] película [My Zoe] me había dejado exhausta”, dijo a IndieWire; “Pensé que tal vez podría volver a la universidad. Sería una muy buena médica, por ejemplo. Me das tres síntomas y te digo lo que estás padeciendo”.
Por ahora, aunque en su cajón sigue habiendo una pila de proyectos esperando financiación, la primera vocación gana.