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Adiós al bronceado: un nuevo culto al blanco

Mientras en Occidente el bronceado pasa de moda por los riesgos de la exposición solar y los cuidados estéticos, en Asia y África surge un mercado millonario con peligrosos productos para blanquear la piel

Las fórmulas caseras eran peligrosas. Algunos se bañaban en Coca-Cola, otros mezclaban bronceadores con aceite de coco y se pasaban café en la piel. Los más atrevidos usaban métodos caseros como el revuelto de zanahoria, miel y aceite de cualquier tipo. ¿El objetivo? Conseguir el mismo bronceado que Coco Chanel y, años más tarde, que las modelos y actrices que aparecían en las publicidades. Aquellas técnicas, que aún se divulgan en Internet, parecían ser sencillas e inofensivas: dejaban la piel "más linda", con un color "saludable" y hasta simulaban que habías estado por alguna paradisíaca playa. Pero nada estaba más alejado de la realidad.

El bronceado es una agresión que va dejando la piel marcada como los tatuajes y que guarda más memoria que Wikipedia. Las huellas son reales, dañinas y un dolor de cabeza para quienes nacieron en sociedades que mostraban al sol como un amigo. Aquellos jóvenes que pasaban las tardes de verano bañados en bebidas azucaradas crecieron y son los pioneros del culto a la blancura, un fenómeno potenciado por las campañas de concientización de los gobiernos, las recomendaciones de los dermatólogos -que en Uruguay diagnostican más de 2.800 casos de cáncer de piel por año- y las visitas a los centros estéticos. "El fenómeno es interesante; responde a una mayor conciencia, está ayudado por la difusión en las redes sociales y es una de las razones por la que se recurre a tratamientos estéticos", dice Florencia de los Santos, doctora especialista en medicina estética.

Es justo decir que el cuidado de la piel no es un fenómeno propio de la sociedad moderna, pero sí que con la exposición solar pasó algo similar que con el cigarro; al principio se veía como una tendencia positiva, una forma de mantenerse vital y verse -o sentirse- joven. Después aparecieron estudios que evidenciaban sus daños, hubo resistencias y, recién en los últimos años, se tomó una conciencia real sobre sus efectos. En Uruguay, es cada vez más frecuente que las personas vayan a la playa a horas adecuadas y vuelvan de sus vacaciones -y se muestren con orgullo- tan blancos como cuando se fueron.

El fenómeno también llegó a la moda: las vidrieras de verano están protagonizadas por los trajes de baño y las grandes capelinas o las viseras, el accesorio favorito de la temporada. "Antes, volvía de las vacaciones y me preguntaban por qué estaba tan pálida. Era visto como algo feo, como si lo saludable fuese el bronceado. Hoy tengo una piel más sana que mis compañeros y sé qué es lo mejor para mi cuerpo", cuenta Belén Díaz, una treintañera que usa protección todo el año. Así, cada vez son más los que se enorgullecen de regresar de la playa con la tez pálida, los que toman sol solo para recibir la vitamina D y los que incluso eligen destinos invernales para sus vacaciones. También están los que eligen tomar color artificialmente con cremas, sprays y geles autobronceantes, todos productos que crecieron en venta y llegan en distintas formas.

Una conducta exportada. Hasta hace un siglo, en Uruguay y buena parte del globo, el bronceado era un indicador del trabajo esforzado y en el campo; su imagen estaba asociada a las clases más bajas de la sociedad. Luego, con el nacimiento del concepto de vacaciones en la costa, eso cambió. A principios del siglo XX, se construyeron balnearios en la franja costera y se vendieron terrenos con la promesa de que aquellos lugares iban a ser ideales para pasar largas temporadas al aire libre y con baños de sol, que antes se llamaban baños de mar. La tendencia del bronceado perfecto se terminó de exportar desde Europa en los años 20, por influencia de Coco Chanel.

Cuenta la leyenda que la diseñadora de alta costura se había ido de crucero por el Mar Mediterráneo y a la vuelta sorprendió a los fotógrafos con un particular bronceado. No se había puesto protector y estaba más tostada que de costumbre. "Creo que Coco ha inventado el tomar el sol", dijo a su vuelta el príncipe Jean-Louis de Faucigny-Lucinge. No se equivocó: la anécdota fue un precedente que impuso la idea del bronceado como sinónimo de belleza, salud y, claro, estatus.

En Europa la tendencia empezó en Francia y se expandió, sobre todo, en los años 60. En Uruguay el proceso fue distinto: el fácil acceso a las playas y a la franja costera hizo que los baños de sol -y por tanto el bronceado- se expandiera en poco tiempo. Los modelos, los actores y todo aquel que hoy podría definirse como un influencer aparecía bronceado en publicidades y, más tarde, en programas veraniegos. Eso hizo que la palidez tuviera una connotación negativa: estaba "blanco" el que no se iba de vacaciones, el que estaba enfermo o, simplemente, el que era un poco aburrido.

En la época de Gianni Versace, allá por los años 90, era común que las modelos que caminaban por la pasarela tuvieran un bronceado anaranjado, similar al que tenían los personajes de la serie Baywatch. Promovida por la industria del entretenimiento y la publicidad, esta tendencia fue la materia prima del negocio de las camas solares, que llegó desde Estados Unidos a América y Europa.

Aquella obsesión por el bronceado trajo más de un daño colateral: desde la Organización Mundial de la Salud aseguran que las personas que usan camas solares antes de los 30 años son 75% más propensas a desarrollar melanoma y alertan sobre el incremento del cáncer de piel. En Uruguay, incluso, esta enfermedad mata a dos personas por semana y aparece en el diagnóstico de 900 al año. "¿Por qué Uruguay es el peor de todos? Porque estamos en un clúster que incluye al sur de Brasil, Uruguay y Argentina, donde hay personas con piel más clara y con una exposición solar muy intensa", comentó la dermatóloga Alejandra Larre Bore, que coordina la Unidad de Lesiones Pigmentadas de la Universidad de la República, al programa radial No Toquen Nada. La exposición solar es una de las principales causas del cáncer de piel. Y una de las razones más claras sobre por qué la tendencia del bronceado cero es más sana.

Más campañas, menos daños. Hace varios años que el Ministerio de Salud Pública realiza campañas de prevención del cáncer de piel con medidas claras, sencillas y prácticas. Aconsejan evitar el sol entre las 10 y las 16 horas, no utilizar camas solares y cubrirse con sombreros, ropa adecuada y lentes. También insisten en que hay que consumir mucho líquido para mantenerse hidratado y llevar una dieta adecuada con frutas y verduras de estación.

Antes de que empiece el verano, las campañas reaparecen con información actualizada -como que los menores de 18 años deben evitar especialmente el sol- y simples pasos para saber cómo elegir un protector (ver recuadro). El ministro de Salud Pública, Jorge Basso, repitió en más de una conferencia que los tumores de piel son curables con un diagnóstico precoz y que se pueden prevenir con el cuidado necesario. Pero hay médicos que aseguran que si bien las personas son conscientes de los riesgos del sol, las mayores preocupaciones de los pacientes -y por tanto el incremento de adeptos al bronceado cero- llegan por razones estéticas. "Claro que hay conciencia sobre el cáncer de piel pero yo noto que los pacientes llegan más por la fotosensibilidad; llegan a preguntar por las arrugas, las manchas. Y ahí se dan cuenta del daño de la exposición solar", asegura de los Santos.

La fotosensibilidad puede causar erupciones en la piel, fiebre y hasta fatiga. Y el sol puede hacer que la piel se hiperpigmente en zonas que quedan más oscuras por el aumento de melanina. Entonces, ¿dónde quedó aquella belleza del saludable bronceado? Cada vez pierde más vigencia. En Occidente, el nuevo culto a la piel y el deseo de mantenerla -aunque es casi imposible- en su estado más natural posible es positivo, porque está vinculado a rutinas de cuidado. El culto a la blancura, sin embargo, no siempre es positivo. Solo hace falta mirar el escenario en África y Asia para ver lo peligroso que puede ser querer cambiar el color de la piel.

Una moda peligrosa. Mientras en Occidente la blancura se impone como una tendencia positiva -que habla del cuidado de la piel y la preocupación de enfermedades-, en regiones de África y Asia está relacionado al estatus. La explicación es simple y bastante parecida a las ideas que se tenían en los antiguos reinos europeos: el que tiene la piel morena es el que trabaja en el campo y vive en la pobreza rural. Lejos del sol, la palidez está asociada a la vida cómoda, cosmopolita y a un nivel socioeconómico alto. Pero la tendencia se vuelve peligrosa porque no se limita a escapar de los rayos UV: las personas alteran el tono de su piel yendo contra su raza y naturaleza.

La obsesión es tan grande que muchos se sorprendieron cuando la bronceada Nonthawan Thongleng fue elegida como representante de Tailandia para Miss Universo en 2014. Por entonces, los comentaristas consideraron que detrás del triunfo de esta modelo y actriz estaba la intención de redefinir los estándares de belleza. Una situación similar se repitió el día en que Catriona Gray fue nombrada Miss Filipinas. Aquella victoria polarizó a los filipinos en las redes sociales; algunos la criticaron por estar bronceada y otros por su ascendencia escocesa-filipina. "Mi triunfo fue demostrar a las personas de todos los orígenes étnicos y piel oscura que pueden lograr lo que sueñan", dijo entonces. Pero las cifras en torno a la industria del blanqueamiento señalan que todavía falta un largo camino por recorrer para que las mujeres -principales seguidoras de esta tendencia- acepten el color de su piel.

En África y Asia existe una gama de productos despigmentantes que van desde los jabones a las cremas, los exfoliantes y las inyecciones que prometen reducir la producción de melanina. Según la Organización Mundial de la Salud, cuatro de cada diez mujeres africanas usan productos para blanquear su piel y Nigeria es el país que encabeza la lista con más de 70% de consumidoras. En Asia, por su parte, son usados por 61% de indias y 40% de chinas. El mercado mueve miles de millones de dólares con productos que contienen ingredientes como esteroides, mercurio o hidroquinona; tres compuestos que pueden causar desde irritaciones hasta cáncer y daño renal. La mayoría son importados y comprados en el mercado negro.

Un problema alarmante. Mientras esta obsesión con la blancura crece en algunas regiones de Asia y África, ya hay varios gobiernos que están desarrollando campañas para que las personas se reconcilien con su color de piel. El año pasado, por ejemplo, las autoridades de Ghana tuvieron que hacer una campaña para advertir a mujeres que consumían pastillas aclarantes durante el embarazo. Se supo, además, que las toman con la esperanza de que blanquee la tez de sus bebés en el útero antes de nacer.
Ante este nuevo escenario, Sudáfrica, Gambia y Costa de Marfil prohibieron los cosméticos que contienen hidroquinona porque reducen la melanina pero también producen daños cutáneos permanentes. Mientras, en Bollywood, la industria del entretenimiento busca combatir estos ideales con lemas como "no tienes que tener la piel blanca para ser hermosa". A nivel médico, el uso de cremas despigmentantes está indicado para controlar y combatir el melasma, una condición que produce manchas de pigmentación pardas o grisáceas. En ese sentido, los expertos aseguran que su uso no debería extenderse con el propósito de cambiar identidades o moldear el color de tez de un paciente. Porque la piel tiene memoria y no perdona los daños. Es más importante que una moda pasajera.

Qué protector usar y cómo

Antes de elegir un protector solar, es importante saber que hay que cuidarse siempre que te expongas al sol y sin pensar en la temperatura ambiente, las nubes o la estación del año, porque la radiación UV también está en invierno.

Elegir un FPS de 30 o mayor

Un filtro que sea efectivo ?para los rayos del tipo UVA y UVB, más conocidos como filtros de ?amplio espectro

Las personas sensibles o ?alérgicas deben evitar los ?protectores que contengan ?la sustancia PABA

Para quienes tienen acné o ?piel grasa es recomendable que usen filtro con base de agua

Usar filtros que sean resistentes? al agua y volver a aplicarlos? cada dos horas

 

No olvidarse de proteger labios, orejas, pies, nariz, hombros y pantorrillas