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Christian Lewkowicz y María Laura Lussich tenían ganas de que existiera en el Este un lugar en el que pudieran comer comida china como la que disfrutaban en sus viajes. Después de cinco años instalados en Punta del Este, decidieron sumar a la profesión de él como importador y a la de ella como diseñadora gráfica un proyecto en común: una pequeña cantina china en la Parada 2, sobre avenida Francia. Abrieron en octubre de 2019 y poco tiempo después se convirtieron en un éxito en el balneario, tanto al mediodía como por la noche. Tal fue su fama que, pandemia mediante, hace tres semanas y a pedido de sus clientes, decidieron desembarcar con una ambiciosa propuesta en Montevideo, en Punta Carretas.
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Pese a que el matrimonio no tenía experiencia en gastronomía, Lewkowicz llevaba 15 años viajando a China por trabajo. Además, vivió gran parte de su vida en Arica, en el norte de Chile, en la frontera con Perú, donde la comunidad china es muy fuerte. “La cocina chifa —unión peruana y china— no es una fusión de cocinas sino una interpretación de los sabores orientales al paladar occidental”, explica el propietario a Galería. Y es, también, la base de la propuesta culinaria de Wantan Cantina. “El primer cocinero que tuvimos lo trajimos de Arica y desde entonces en la cocina trabajan principalmente chilenos o peruanos. Dominar el arte de esa cocina es muy específico, es muy particular y no la sabe hacer cualquiera, en general se aprende de cocineros chinos”, comenta.
Si bien Wantan no se identifica 100% con la cocina chifa, su influencia es notoria. En su menú, diseñado por Lussich con guiños de humor, se lucen tres tipos de preparaciones: los platos con arroz denominados chaufan (que en Perú se conocen como arroz chaufa), los fideos (chaomin) con mariscos, pollo o cerdo, y los wantan —dumplings o empanadas que se sirven fritas.
Una noche de jueves, la mesa de dos de Galería se dejó envolver por el salón iluminado por un intenso color rojo, un estante lleno de maneki-neko —símbolo asiático de la suerte y la fortuna— en color dorado y lámparas con forma de medusa. Después de bucear entre las entradas y dar cuenta de unos maníes con salsa de ají, se eligieron una porción de wantan y un cerdo con nabo, dos bocados tradicionales. Las empanadas llegaron fritas, crocantes, muy secas con el sabor típico del repollo en el centro. Por su parte, el cerdo laqueado cortado en fetas, acompañado de nabo encurtido fue bien acompañado por una salsa picante.
Dentro de los principales se optó por uno de los platos agridulces del menú. Cuenta Lewkowicz que esta es una de sus especialidades, pues la salsa dulce es casera. La comida china, en general, se caracteriza por ser dulce, salada, picante y muchas veces también algo pesada y dominada por los fritos. En este caso, el elegido fue un cerdo al tamarindo preparado al wok con vegetales. También se pidió un ramen. Si bien esta es una licencia que se toman en Wantan frente a una preparación de origen japonés, el furor que ha despertado en el último tiempo esta sopa los invitó a elaborar una versión propia con un caldo más intenso de sabor que el habitual, pollo, panceta, huevo y fideos de arroz. Para quienes respetan más los platos típicos de la cocina china, la sopa que deberían elegir es la wantan, hecha con caldo claro de pollo, langostinos, cerdo, col chino y wantan hervidas.
Por su riqueza calórica, Lussich colocó ambos platos en el menú bajo el título: “Para salir a patear osos”.
Mientras la mesa de dos de Galería intentaba dar cuenta de las cuatro preparaciones elegidas y las dos cervezas elaboradas para la cantina —una saborizada con jengibre y otra picante—, un grupo de seis chicas grita: “¡¡Tutti!!”. Para hacer más entretenida la cena, ellas habían aceptado la “invitación” de los individuales que se encontraban sobre la mesa, diseñados por Lussich, con juegos para interactuar. Allí hay ta-te-ti, un encerrado, un laberinto, un tutti-frutti y una batalla naval. Un recurso ingenioso que seguramente logrará alejar a más de un comensal del celular.
Este restaurante es relajado, una cantina para ir con amigos, con hijos adolescentes o hasta con una cita. A pesar de que el local es nuevo, el equipo del salón es ameno y conoce bien el menú.
Las diferencias entre Wantan de Montevideo y Punta del Este es que el local de la capital cuenta con varios salones tematizados y en el futuro incluirá un espacio privado; y que el menú es más extenso e incluye pesca, algo que en Maldonado aún no está disponible.
Sobre la puesta en escena, su propietaria aclara que estuvieron cinco meses preparando la decoración. Sin embargo, este desafío no se traslada a los precios de los platos, que —con porciones opíparas como es tradicional en China— tienen un costo promedio de 500 pesos por persona. “Queremos que pueda venir todo el mundo a comer”, asegura.
Héctor Miranda 2427. Teléfono: 092 242 727. Martes de 19 a 23 h. Miércoles, jueves y domingo de 12 a 15 y de 19 a 23 h. Viernes y sábado de 20 a medianoche.
Por los seis wantan, cerdo al nabo, ramen y cerdo al tamarindo, más dos cervezas, Galería pagó 1.830 pesos.
A saber
· Hay dos salsas picantes, la primera dominada por la salsa de soja, como para el uruguayo promedio, más bien salada, y después una que pica en serio. Usted elija.
· En China la comida se comparte. Se eligen varias preparaciones que van al centro de la mesa para ir comiendo.
· Como en China, las porciones de Wantan son muy generosas.
· Para quienes no conocen de comida china, el equipo de mozas pese a que es nuevo, domina el menú a la perfección.