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Jimena Márquez: "La llegada del teatro al carnaval trajo mucha belleza a los ojos"

Nombre: Jimena Márquez • Edad: 43 • Ocupación: dramaturga Señas particulares: toca la guitarra, fue docente de la EMAD sin haber salvado la prueba de ingreso, Figura Máxima del Carnaval 2022

Nombre: Jimena Márquez • Edad: 43 • Ocupación: dramaturga Señas particulares: toca la guitarra, fue docente de la EMAD sin haber salvado la prueba de ingreso, Figura Máxima del Carnaval 2022

¿Cuál es su primer recuerdo de vida? La casa de mi infancia, la de mi abuela Juana, la madre de mi mamá, que era un corredor al fondo con cuartos ciegos y claraboya por la calle Charrúa, entre Masini y Pereira. Me acuerdo del piso, el diseño de las baldosas.

¿Desde chica era “la que escribía”? Sí. Desde la escuela, lo que requería escritura en los actos, en las fiestas, pasaba por mí. En teatro quería actuar, pero como había que escribir y yo escribía poesía, todo el mundo me apuntaba a mí, ¡como si tuviera algo que ver!

¿Qué la hizo entrar al teatro? Venía reperdida, quería hacer abogacía, arquitectura, gastronomía. También hacía deportes, jugaba al handball. Al final me anoté en el IPA, en Matemática y Literatura a la vez. Ahí encontré gente más grande que andaba en el teatro y que me mostraron un mundo que no conocía, me encantó. Con ellos me preparé varias veces para el ingreso a la EMAD, ¡que nunca lo salvé! Y en esas vueltas raras de la vida terminé siendo profesora e integrando tribunales ahí.

¿Qué encontró en Queso Magro? Un lugar hermoso para trabajar, un goce total. Yo salgo en carnaval desde 2010, estuve en La Gran Muñeca, en Cyranos y ahora volví a salir en murga con Queso Magro, donde hacía cuatro años que estaba como letrista. Fue un año espectacular desde lo artístico, con mucha llegada al público. Y además de volver a salir en la categoría que amo, salí con mi compañera, Luz, que está embarazada. Vamos a ser mamás en junio.

¿Siempre tuvo ganas de ser madre? No, no. Fantaseé con la idea pero no me veía en ese lugar. No me tenía fe, no me visualizaba pariendo, no me veía en ese lugar, no sentía el instinto tan fuerte en mi cuerpo. A veces me venía la fantasía, a veces no quería traer hijos al mundo. Y bueno, todo depende del lugar, el momento y la persona que te acompaña. Luz vio claramente la idea. Hicimos un minitránsito por la adopción, lo dejamos para adelante, y en un momento ella vio la necesidad de engendrar. Y tomamos el camino de la inseminación. ¡Nadie sabe pero subimos al escenario con un componente de más!

¿Sintió algún miedo en encarar una familia homoparental? Esa decisión llegó cuando en la sociedad cambiaron muchas cosas. No me hago la crack, no fue algo de la noche a la mañana. Pero cuando llegó, llegó sin miedo. Me gusta hablarlo porque abre cabezas, emociona, me escribe gente que está interesada en el proceso.

¿Le cansa que se hable de la “polémica imitación” de Graciela Bianchi? Más que nada, me río. Me cansó un poco sí que casi todas las notas que me han hecho giraran en torno a algo que desde mi punto de vista fue fabricado por cierto tipo de prensa. El carnaval está politizado desde hace muchos años. No es de hoy. Por eso me parece ridícula la “polémica”, no creo que sea tanto.

¿Tuvo vínculo directo con Bianchi? No tuve ni tengo interés tampoco. Ella contestó en Twitter y lo hizo muy bien, porque tampoco se metió. Yo tenía temor por su carácter (risas)... pero fue muy sabia. También es difícil meterse con el carnaval, porque es un monstruo muy grande.

Queso Magro salió sexta en el concurso. ¿Le sorprendió realmente el premio de Figura Máxima del Carnaval? Por un lado me sorprendió y por otro, no tanto. En el ambiente se venía diciendo que podía pasar, pero yo no quería generarme expectativas. Sí pasó que cuando dieron los fallos y Queso Magro quedó sexta pensé que la posibilidad quedaba desechada. De hecho, me fui a mi casa a dormir con el celular prendido solo para chusmear un poco qué pasaba. Me sorpendí muchísimo. Yo tenía en la cabeza la idea de que un premio así salía de un grupo que terminaba primero o segundo. Pero me puso muy feliz, lo recibo con mucha alegría, es el reconocimiento a muchos años de trabajo.

¿Sigue habiendo tensión entre carnavaleros y teatreros? Ahora no siento que esté muy latente, sí la hubo en su momento, cuando entraron al carnaval grandes como Fernando Toja, Hugo Bardallo, Coco Rivero, que le dieron otra dimensión a la escena de la murga. Se tuvo miedo a que el carnaval se convirtiera en algo diferente. Pero noto que ahora le dan más importancia a la puesta en escena, a la estética de los espectáculos. La llegada del mundo del teatro al carnaval trajo mucha belleza a los ojos.

¿Cuál es su asignatura pendiente? La música. Soy horrible pero me encanta cantar, tocar y componer. Me gustaría haberme formado más. Me lo dejé para entrecasa. De hecho, estoy al lado de un soporte cinco guitarras. Quien entra a mi casa piensa que vive una gran compositora.

Este fue el primer concurso oficial luego de Varones Carnaval. ¿Sintió algún cambio? Hay cambios en el aire, en el ambiente, en el trato. Las grupalidades en que me ha tocado transitar se relacionan de otra manera, en el lenguaje, en los chistes, en cómo se dirigen hacia las compañeras. Y también hay lugares donde no ha habido un solo movimiento.

¿Y cómo ve que haya ganado una murga sin mujeres en escena y con un componente denunciado en esa campaña? Es todo un tema ese de las murgas con hombres denunciados. Quienes estamos afuera de esos grupos y no creemos en la cancelación completa de las personas, obviamente dependiendo del caso, no sabemos qué trabajos o qué movimientos hizo el conjunto con esa persona. Me cuesta juzgarlo. Sí me llama la atención que haya varones denunciados en al menos tres de los cuatro primeros títulos. Y me llama muchísimo la atención la hegemonía de los coros de sonoridad masculina y que dentro de los cuatro primeros premios hay tres coros con un 100% de varones. Solo una murga de esas cuatro tiene dos mujeres, pero es una murga donde ellas no tienen una presencia protagónica. Eso, sobre todo, me llama la atención.