La mejor parte del día era cuando
estaba sacándome fotos. Mi familia es muy grande, tengo muchos primos y cuando
recién empecé los llevaban conmigo a probarse en los castings. Es verdad
que al principio todos quieren un poco, pero después te tenés que animar. Al
final se aburrían o lloraban porque no nos elegían, y yo igual me quería quedar
más de la cuenta y si había ochenta castings, quería hacer los ochenta.
Me gustaba y mis padres me apoyaban, el impulso fue mío pero no les quedó otra
que acompañarme cuando vieron que era en serio. Siempre lo pensé como un
trabajo y lo tomé con seriedad, como una niña adulta, que se sentía
responsable. Pero cuando sos chico y hacés muchos castings para que te
digan que no todas las veces, es normal que uno se frustre y no lo entienda. A
mí no me molestaba, entendía que esa no era la mía y ya me iba a llegar algo.
Las cosas suceden cuando tienen que suceder.
¿Cómo te veían tus amigos? ¿Te
trataban distinto en la escuela o el liceo?
No. Siempre tuve una vida muy
normal parecida a la de cualquier otro terrestre que no es famoso. Iba a un
colegio chiquito de barrio y me conocían todos. Salía en Chiquititas,
que era la novela más vista del momento y nunca hubo diferencias, peleas, ni
mejores o peores lugares. Siempre llevé mi vida como si fuera kiosquera. Nadie
se alejó por lo que hacía y todos me incentivaron y aportaron algo. Yo soy
insegura, entonces siempre me tiro para abajo. Ahí es cuando aparecen las
amigas y mi familia. Y es que cuando ves a alguien cercano contento,
emprendiendo algo, salvo que tenga un riesgo, te ponés contento vos también.
Después de actuar por mucho
tiempo, ahora estás priorizando la música. ¿Por qué?
Yo me voy dejando llevar. Hoy voy
por acá, mañana por allá, me dejo suave ante las decisiones de la vida. Ahora
estoy por hacer una obra de teatro porque sentí que lo necesitaba, pero a la
par hago mi disco y voy a sacar canciones y a hacer shows, es algo que
lo puedo hacer tranquilamente en paralelo. Me encantaría enfocarme 100% en la
música pero a veces me cuesta soltar la actuación porque me divierte, me hace
bien, y tampoco siento que sea una o la otra. Si mi físico y mi mente me dan
para las dos cosas, las voy a ir haciendo y pensando en cómo complementarlas.
No soy una cosa o la otra, soy las dos, y si quiero, veinticinco cosas más. Me
preparé para eso. Vivimos en un momento en el que la humanidad cambió pensando
en volverse emprendedora y la música es un emprendimiento. Yo soy artista, soy
creativa pero también emprendedora. Con la actuación es un toquecito y me voy.
No me da eso que me da la música de tener mi propio proyecto, tomar mis propias
decisiones. Cuando estoy actuando hay un personaje que escribió alguien y un
equipo que te dice hasta cómo te parás. Amo que me dirijan pero también me
gusta que cuando estoy cantando, soy Nati. No hay nadie más. De la otra forma
me cambian el nombre, la forma de hablar, de vestirme, la personalidad. Todos
mis años de actuación me sirvieron para mostrar mis canciones. Quizás si
hubiese empezado a cantar a los 34 años sin que nadie me conozca era más
difícil. Pero ya estaban encariñados conmigo, es a la persona a la que siguen.
En redes sociales te siguen tres millones de personas.
Para bajarlo a tierra, es equivalente a la población de Uruguay. ¿Cómo
dimensionás a todas las personas que te escuchan?
A veces no lo entiendo, digo, wow,
cuántos. Igual no me enfoco tanto en eso, aunque hoy en la vida todo sea un
número. A la hora del negocio está buenísimo, pero yo ya con que a cinco
personas les haga bien escuchar mi música soy feliz. Igual, si hay tres
millones más, al no verlos no lo mido. ¿Qué son tres millones de likes?
Trato de imaginarme un espacio donde quepan tres millones de personas y ahí
recién me doy cuenta de que es un montón. Me sigue un Uruguay. Es un montón.
Está buenísimo para mí que soy una artista independiente, que escribo para mí y
todo es un trabajo de hormiga, día a día con un equipo que me recontrabanca y
me cuida.
Escribís para vos pero llegás a todas
partes...
Eso es porque hoy con el celular
tenemos el mundo en la mano. Antes un artista argentino para llegar a Europa
tenía que recorrer todo su país primero, en giras, y después muy de a poco
empezar a viajar. Ahora llegás desde tu cuarto a cualquier parte del mundo. Lo
de que escribo para mí lo digo porque oficialmente la canción nace en mi
privacidad. Escribo sin saber la dimensión que puede tomar pero enseguida
aparecen los “uy, vos sabés que me pasó lo mismo con mi pareja” o “me vino
bárbaro tu canción para x momento”. Cuando toqué en Uruguay fue uno de los
primeros shows que hice con mi música fuera del país. Ni siquiera tenía
un disco entero, canté covers en La Trastienda. ¡Hoy no te canto un cover
ni en pedo! Pero ahí me di cuenta de que todos estaban cantando mis canciones,
haciéndolas propias, y me quedé de cara. Eso estaba muy bueno. Y no tiene
vuelta atrás. Yo digo que la música es como un laberinto sin salida, no podés
salir, por el amor. Es lindo para mí y para ellos, que no se olvidan más de las
letras.
De colores
Instagram oficial de Natalie Pérez (@natalieperez)
Natalie Pérez dice que no tiene referencias, tampoco se
etiqueta. Ella se viste y se maquilla sola, y no sigue tendencias ni tiene un
estilo de ropa marcado. Es una multiplicada por miles de emociones y contextos,
o quizás sea de todo concentrado en una sola, ya que al fin y al cabo entiende
que de eso se trata ser artista.
Desde los comienzos demostró su
cintura musical. Pop, rock, reguetón, folclore y música popular son los
ingredientes de los batidos rítmicos que presenta como canciones, sobre todo,
aquellas en las que colabora con otros artistas. Natalie Pérez en El Himno
de Nosotros, con Chano, aparece con aires de entrecasa y no es la misma
Natalie de Lágrimas y Flores, acompañada por Soledad Pastorutti, en la
playa y al colorido ritmo de la cumbia. Menos se le parece a la artista que,
junto con Guaynaa, hizo un tema bastante más comercial, Tus Besos, y aún
menos parecida a la que interpretó tan íntimamente Chau, con No Te Va
Gustar en Vivo en el Estadio Único de La Plata.
Se mimetiza. Es versátil,
dinámica, flexible. ¿Pero cómo se le sigue el hilo a tantas versiones de una
misma artista? Ni siquiera Natalie lo sabe, pero piensa seguir sorprendiendo.
“No sé cuál de todas ellas soy o si soy todas ellas. Y
creo que aún tengo más y más cosas que todavía no conozco de mí, que ya iré
conociendo. Cosas que quiero probar, lugares desde donde quiero evolucionar.
Soy todo eso. Nadie es igual trabajando que el sábado a la noche con sus amigas
en un boliche o el domingo en el almuerzo familiar. Todos tenemos muchas formas
de ser, uno no se da cuenta pero todo el tiempo está actuando. Cada persona te
hace ser diferente. Yo soy muy feliz de adaptarme, porque todo lo que haga va a
ser con el mismo amor y con la misma entrega. Gracias al featuring ya
dejó de existir aquello de ser “cantante de”, y de repente tenés a un
reguetonero cantando una balada y a uno que hace baladas cantando reguetón. Si
al final lo que nos gusta es cantar o componer, ¿qué importa? Se trata de
encontrar la mejor versión de uno, y si mi versión está llena de colores, de
variedades, estilos y formas, yo soy feliz; no soy minimalista”.
Y entre tantas Natalie Pérez, ¿hay
alguna versión que dejaste atrás?
Sí, hay alguna que quedó atrás
pero no se fue, está ahí, como fantasma. No está bueno que se vaya, porque de
esas facetas que dejaste atrás, de esas que no te gustan es de donde tenés que
aprender más, para saber cuál es la que no querés repetir. Que igual la que
quedó atrás tampoco era tan mala, está por ahí, pero no la llamemos.
Un versus eterno
Foto: Agustín Dusserre
En el terreno de las versiones también está la persona
y su proyección en el mundo digital. Hoy, las redes sociales son la carta de
presentación por excelencia, pero al ser también una pista de aterrizaje para
comentarios de todo tipo, muchas veces no son fáciles de manejar, aún menos
para las personas que tienen una exposición importante.
“A veces no me doy cuenta del
alcance de lo que subo. Puede ser una pelotudez pero lo ven tres millones de
personas”, dice. Natalie Pérez no entiende cómo muchas veces lo que sube a
historias se termina interpretando como cualquier otra cosa, “es rarísimo eso”.
Y aunque las usa bastante poco porque su forma de conectar es a través de la
música, en realidad sí le afecta lo que le comenten por redes sociales. Aún
así, sostiene que no tiene haters.
“Cuando alguien me critica quiero
saber por qué; defensa del consumidor (se ríe). Enseguida pienso en qué
habrá pensado, por qué lo hace, por qué le afectó. Porque a mí todo me afecta,
los buenos y los malos comentarios; no es que no me importe nada. Y ahí quizás
hablamos y nos entendemos. La gente me dice que no respondo nunca, por ejemplo,
y yo voy y le pongo: “Soy esto, perdoname, una colgada, jojojojojo”, y con eso
basta para satisfacer a esa persona que pensaba que yo era mala porque no le
respondía. Quizá no se puso en mi lugar, y bueno, hoy yo me pongo en el suyo.
Lo que tiene mi público es que es muy variado. Una vez tuve una conversación
larguísima con un señor que había perdido a su hijo, me había contado toda la
historia y me tocó el corazón. Yo justo lo leí random porque a veces
hago eso de abrir mensajes al azar, scroleando, y como la suerte es
loca, ese que toca lo respondo. Pero mi forma de conectar con la gente es a
través de una canción y no de un mensaje. Tampoco hay que olvidarse que uno es
muy valiente en las redes pero después difícilmente digas lo mismo en persona”.
Sus creaciones

" >
Tapa del nuevo disco de Natalie Pérez, Detox, "en donde muestro como la toxicidad se desprende de mí misma y saco todo lo que ya no quiero, las etiquetas, las malas compan~i´as, los malos ha´bitos, mis pensamientos to´xicos..."
Té de tilo y
Detox son un llamado a bajar las revoluciones y desintoxicarse. Son sus
álbumes, con sus canciones, pero están escritas como “un consejo que está piola
para cualquiera”:
“Allá en Argentina estuvimos
encerrados mucho con el tema del coronavirus y el té de tilo ¡era para mí! Como
si me estuviera diciendo: ‘Natalie, calmate, siempre estás acelerada,
trabajando 24/7, todo loco’. Hice canciones para calmarme y que me dé tiempo de
respirar, de pensar, de poner los pies en la tierra. Y bueno, ese es un buen
consejo para cualquier persona. Che, bajá un toque, mirá a tu alrededor,
agradecé y continuá. Y con Detox justo fue lo de la pandemia, pero se
compuso antes, en 2019. Pasa que después del coronavirus mucha gente se dio
cuenta de que no necesitaba de mucho más que su propia vida y su propia
voluntad, y no importaba si fueras médico, taxista, emprendedor, o lo que
fuera, te tocó vivir lo mismo que a todos. Y nos dimos cuenta de que no hay que
salir a comer tanto afuera, que podés cocinarte en tu casa. Que hay personas a
las que no necesitamos, que algo malo energéticamente nos hacía y está bien
tomar distancia. Entonces es como un detox en general, a las etiquetas,
a las personas que tenés al lado tuyo, a lo que vos no quieras hacer, y creo
que un detox está bien siempre, y un tecito de tilo también”.
Natalie escribe para sí misma pero
para los demás. Aunque suena contradictorio, ¿por qué no pensar que la gente
podría identificarse con las mismas cosas que le pasan a ella? No escribe
cuando está feliz, ama a sus mascotas, se hace muchas preguntas y se inspira,
pero es indecisa y tiene que anotárselo todo porque si no se olvida.
¿Cómo es el proceso creativo de tus
canciones?
Si estoy muy feliz creo que no escribo, es medio raro.
Como que uno se pone tonto, pero estaría buenísimo escribir de eso. No sé por
qué nos cortamos, somos nuestros peores enemigos. Yo a veces hago canciones
para mis perros pero nadie las conoce, medio cursis, bobonas. Después cuando
estoy normal me quedo en mi casa con la guitarra hasta que sale algo, o miro
frases que tenga anotadas por ahí o me pregunto de qué quiero hablar. Cuando
sale la catarata de palabras y melodías, todo junto, esas son las que más
disfruto: inspiración absoluta. A veces cuando se me ocurre la canción también
se me ocurre el video, pero no siempre tengo la última palabra en eso.
Generalmente, viene un director que tiene una idea y por ahí me gusta porque
sí, porque soy de soltar y quiero ver qué se le ocurre a la persona que se
dedica a eso, aunque cada vez yo me voy metiendo más en ese mundo. Después,
también doy vueltas y vueltas y vueltas y le hago siete letras a la misma
canción, de las que no me gusta ninguna. Tengo 1.200 notas de voz en el
celular, y por ahí me levanto a grabar a las 4 a. m. algo que me surgió así de
la nada para no olvidarme, aunque si es una genialidad seguro que vuelve a
aparecer. Viste que la inspiración es medio guacha y siempre hay que estar
listo. Al otro día lo escucho, mientras me estoy bañando o voy manejando. De
todo eso puedo rescatar alguna data y de ese pedacito hago una canción, como si
fuera un esqueje de una planta.
Volvés a Montevideo el 12 de
noviembre, a la Sala del Museo ¿Cómo te sentís con ese regreso y qué te llevaste
de la última vez que estuviste?
Siempre me llevo paseos, comida
rica, es una muy linda experiencia. La última vez que estuve me pegó un montón,
estaban full amor conmigo. Eso es lo que me llevo, el amor, sorprende la
calidez con la que me reciben siempre. Me llevo el momento. La primera
experiencia de ver cantar a la gente mis canciones en otro país, un show
espectacular, los regalitos de los que me fueron a ver. Es una experiencia que
además sé que voy a repetir porque cuando alguien compra una entrada para
verte, toma la decisión de armar un grupo con las amigas o la familia, se
emociona porque llegue el día y se organiza todo una previa al show
escuchando tus canciones, es porque te ama. La gente que está ahí es porque
quiere, es puro amor.
Natalie Pérez presenta el disco Detox en Sala del
Museo del Carnaval. Sábado 12 de noviembre, a las 21 h. Entradas a 1.560 pesos (anticipadas) en Red
Tickets.