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En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] contactarte por WhatsApp acáEl 17 de diciembre salió en el diario El Observador una entrevista a Matías Terral, actual director de la Dirección de Convivencia y Seguridad Ciudadana. Más allá de que queden dudas sobre el motivo real de por qué el presidente le pidió mantener un perfil bajo al momento de asignarlo, luego de leer la entrevista realizada surgen varias preguntas, entre ellas, y la principal: ¿está calificado?
Reconozco que las ganas y el entusiasmo suman en cualquier trabajo pero ¿puede un “guacho” —como él se refiriera a sí mismo— actuar como director sin ningún tipo de experiencia previa en cargos de liderazgo o formación asociada?
Según información del Ministerio del Interior, la dirección que encabeza Matías Terra tiene por cometidos “una combinación de medidas simultáneas en materia de: 1) continuación y afirmación del proceso de mejora en la prestación de los servicios policiales; 2) prevención social a través de programas multisectoriales focalizados que atiendan situaciones de vulnerabilidad y abordan causalidades de la violencia; 3) prevención situacional para recuperar los espacios públicos locales y su utilización en un adecuado clima de convivencia”.
Es un rol complejo, de coordinación, en una institución que cobra cada vez más relevancia, tanto que parece difícil creer que es ejecutable solo con entusiasmo y formación no relacionada como un curso de analista en marketing y otro en competencias generales (sean lo que sean las competencias generales).
Desconfío del argumento de que no había personas más idóneas con igual entusiasmo para desempeñar el cargo que merecieran la confianza de los jerarcas involucrados. Lo más triste de esta designación no es la desmotivación que genere en los que trabajen con él al comparar méritos ni la falta de autocrítica de un joven que lidera una institución como esa y afirma que “al vecino que vive en Pocitos le preocupa lo que pasa en Pocitos, y al vecino que vive en el Cerro y en Marconi le preocupa lo que pasa ahí”. Lo más triste es el precio que pagamos todos los uruguayos por tener personas así en cargos de esa responsabilidad: una sociedad fragmentada con líderes sin visión. Un error caro, si lo hay.
Rosina Garagorry