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En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] contactarte por WhatsApp acáNo entiendo. Es unánime, la enseñanza nacional, en todos sus niveles está agonizando por enfermedad crónica donde nunca se abordó su origen, soslayada por… ¿ignorancia? ¿desinterés? ¿incapacidad? o ¿designios inconfesables?
No comprendo que en el transcurso de décadas no se haya meditado el problema iniciado en la enseñanza terciaria, con mucho éxito y sin reacción alguna ante la evidencia, tolerada sin rebeldía, quien se abalanzó finalmente sobre las dos ramas que quedaban creando el desconcierto y la anarquía del presente, meta pretendida, autorizada, no enfrentada. No hay futuro con cataplasmas.
¿Por qué? Tuvo el país una oportunidad que nació con Artigas, se plasmó con Varela y una Universidad que formó personajes orgullo de la nación. Pero, ¿y ahora?
No ser ciegos ni sordos, solo la secuencia, primero universidad finalizando con lo restante, sin querer mencionar los 60, 70 y 80. Ahora un caos por el que corren ríos de tinta, injurias y culpas, pero sin soluciones porque no se quiere y se teme abordar el problema y nadie va a aceptar la culpa: razones por las cuales no se admite el —cambiemos la estructura y el sistema—: problemas que comprometen la vida de la nación. Esta debe decidir, ya que los fanatismos, los sindicatos, la política están por fuera y los habitantes tienen la palabra: seguir así o renovación. Nadie se expresa o comenta lo mal que se está, da miedo; el método, callar, dejar que se pierda en el tiempo; pero este es tirano, el mundo sigue y no se va a detener para compadecerse de este pedacito de América en manos de quienes la están carcomiendo.
El pilar del conocimiento no viene solo, hay que construirlo con gente, con principios, con ideas de presente y futuro, reinstaurando la concepción de que el estudio es la base del progreso personal y nacional. Porque ya se vivió, por tanto, reformular o seguir en la torre de Babel.
Pueden preguntar ¿por qué este sujeto remueve los temas de enseñanza y medicina? Por haber pertenecido a la escuela pública en el Interior, donde inculcaron la lectura, escritura, respeto por los demás y por la patria. En el Liceo, formación general y decisión de abrazar la Medicina a fines de los 50. Quedó el agradecimiento eterno y los amigos que tengo. Emigré a una Facultad que imponía respeto desde su acceso, su arquitectura, los grandes de ese arte en sus paredes. Una biblioteca magnífica y la ayuda de funcionarios entrañables en la búsqueda de información. Su salón de actos y salones imponían respeto. No había griterío, desorden ni paredes escritas…Pasaron los años y ese señorío…no existe…fue destruido, antónimo de lo expresado. Ello enajenó mi mente ante tanta barbarie sobre los bienes públicos y los intangibles de generaciones; destruidos por entelequias altivas, desaliñadas, prepotentes, estudiantes crónicos y otros con títulos, vale decir militantes, resumidos a un malón. Un tugurio político en la miseria, inscripciones que dan vergüenza a quien aspirara estudiar en ese griterío y martirio. Evidenciado por falta de autoridad reinante, sintetizando: el caos. Es el ambiente para quien se inicia. Seguido de las idolatrías que pretenden inculcar, adiestrar a quienes ansiaran ser médicos: nada que ver con lo que se pretende ser. Sobrellevar horarios de clase erráticos, paros, huelgas y compañía, por lo que no cualquiera puede adaptarse, menos si no se dispone de medios (enseñanza ¿gratuita?). Luego los hospitales que merecen un capítulo aparte porque hay que tener el lomo duro para resistir y más, si no se es del circo político-social. Se induce a practicar lo contrario del orden. Pero se agregan las personas sufrientes que cayeron en ese medio desgarrante. Y como reflexión pregunto: ¿por qué los creadores y seguidores de esta situación no se atienden en su creación? Indaguen a dónde van a consultar…
No se inculcó que se dictan principios para elaborar, estudiar. La metodología científica... ¿qué es? Estudiar y analizar: no, leer apuntes y esperar clases magistrales (¿?), cuando hay clase y más apuntes. La formación junto a los pacientes, el examen clínico exhaustivo, análisis de la información… cosas del pasado, ahora, estudios de todo orden y las consultas una tras otra. No se inculca la responsabilidad ni la potencial de razonar y decidir. La concurrencia docente no es ninguna maravilla, el tiempo los persigue para ir sorteando múltiples empleos. Los rehenes esperan, estudiantes y pacientes. El tiempo no existe para ellos.
Investigar es una metáfora y un infierno para quien se atreve, más fuera de la orga. Mirado ese individuo como un ser extraño del que se mofan y subestiman. Como “eso” (investigación) ocupa mucho tiempo, hace muy difícil de participar, amén que lo primero es pedir remuneración y estimar esas tareas como pérdida de tiempo. Los valores que se pierden, la información que no llegará. No concebir que se destruye una de las bases: saber más de nosotros mismos. Es por todo eso que no entiendo. Lo sentido, vivido y expresado parece que no hace mella en el desierto. No hay eco o ¿ya es tarde? El tiempo dirá…
Carlos Sarroca
Médico cirujano