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En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] contactarte por WhatsApp acáEn un intento por pagar mis impuestos para este 2016 que empieza a los apuros enderezando balances ampliamente descontrolados, invito a la más obvia de las reflexiones, desde la experiencia personal.
Hoy, 5 de enero, no pude lograr que me atendieran en el servicio telefónico de DGI por una consulta de impresión de facturas, no pude obtener de Primaria el saldo del impuesto 2015 que tengo sujeto a la voluntad indestructible del operador del débito automático, no pude consultar el monto de la patente de mi vehículo que deberé abonar dentro de unos días (“Debido a la alta demanda esta consulta fue momentáneamente deshabilitada”), y la experiencia de pagar la Contribución Inmobiliaria de Maldonado, me tomó más de 40 minutos en el teléfono con la excelente voluntad de la funcionaria que superó la caída del sistema (subtitulado en el portal “construyendo futuro”, también eventualmente fuera de servicio).
Mi reflexión obvia es que, en un estado con esta displicencia vacacional para una función elemental como recaudar, menos rigor cabe esperar aún para su dispendioso vertido en presupuestos inflamados de todo vicio.
Acá, todos los perdones y lamentadas chamboneadas que veamos pasar, difícilmente hagan mella alguna. Si no es ahora cuando hay que pagar, ¿cuándo es que se supone que sea útil tener un sistema de cobro?
Hace no tanto, me hubiera enojado muchísimo y habría intentado convencer a cada uno de estos actores de la relevancia de su función de servicio, y lo que más me duele hoy es que ya no me importa, que estoy convencida de que perdería el tiempo intentándolo y que no solo no lograría mi objetivo, sino que tampoco ayudaría a que en alguna de las oficinas se creyera que las cosas merecen hacerse de otra manera.
Hacer bromas en Facebook con estos incidentes tal vez ayude a que alguien responsable sienta que debe hacerse cargo de corregir la cultura de trabajo donde finalmente ni vale la pena molestarse para que lo elemental funcione correctamente. Pero siento que
publicar en Facebook es insuficiente, que debiera haber una ámbito que recogiera esto sin tener que asumir individualmente un rol ajeno, ni transformarse en un activista, y que debiera alcanzar con ser “buen ciudadano” (además de todo lo demás que cada uno considere alcanza).
Los presupuestos hay que hacerlos, tanto para las personas físicas como las organizaciones y los Estados, con el rigor del caso, obviamente. Presupuestar y respetar los compromisos sociales hace de lo cotidiano y elemental no un dolor de cabeza sino la base de la convivencia. Esto tan obvio no está teñido de ningún perfil político, sino teñido de responsabilidad, desde el rol de cada uno, con el valor necesario para indicar lo que esté mal, y asumiendo desde su lugar promover ajustes, antes que solo ignorarlo o pretender endosárselo a otro.
Les invito a todos a que desde su rol ayuden tanto a señalar lo que merece ajustarse como a asumir responsablemente el corregirlo, y mucho más invito a que los señalados aprendan a agradecer las sugerencias de mejora, antes que desoír o fusilar a los mensajeros.
Irene Pazos
CI 1.736.292-2