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En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] contactarte por WhatsApp acáEs, con cierto atrevimiento, que intentaremos reflexionar sobre las redes sociales y su presencia 24 horas en la vida familiar, algo que, sin duda, debería preocupar.
Nadie puede negar la importancia de Internet. Los jóvenes y no tanto de hoy no imaginan en una comunicación telefónica con cualquier país del mundo, que se hace en instantes vía web, aquello de “demora indeterminada” que nos anunciaba la operadora, para una comunicación no ya con Buenos Aires, sino con localidades del interior del país.
La mayoría de las personas tienen activo este dispositivo (celular), que les permite estar conectados las 24 horas del día, incluidas las del sueño. Él está ahí, al alcance de la mano, no sea que nos perdamos algo.
Diversas investigaciones, entre ellas, de la Asociación Británica de Psicología, revelaron que revisar constantemente el celular puede aumentar el estrés.
Por supuesto que no pretendemos discrepar con esa afirmación. Pero sí creemos, como se afirma, que es necesario en la vida familiar, laboral, etc., pero estableciendo o estableciéndose ciertos límites que nos permitan estar “conectados” sí, pero con el entorno social y familiar, es decir, sin el aparatito.
Fijarse ciertas rutinas que eviten algunas que, sin duda, nos hace en cierto modo solitarios no ya ante la sociedad que compartimos, sino ante nuestros seres queridos.
Quién no ha observado parejas y familias enteras que realizan alguna actividad en conjunto, como sentarse a comer, trasladarse en transporte público o privado, caminar en un parque o pasear la mascota, hacerlo, pero manteniendo una “conversación” con el aparatito a la vista.
Se trata de la llamada conducta disruptiva, en el sentido de intentar o lograr, inconscientemente en este caso, cierto aislamiento social.
En nuestra opinión lo grave del asunto puede constatarse en cualquier centro educativo, donde los educandos, en sus ratos libres, corren (textualmente) a encender su celular. Lo que hasta hace poco tiempo era divertirse, conversar con sus compañeros, cuando no correr tras una improvisada pelota.
Recientemente los centros educativos en Italia están adhiriendo a una disposición, iniciada en Verona. Según ella, los estudiantes deben depositar su móvil al ingresar al centro en una caja que se cierra con candado. Cualquier comunicación de urgencia de los familiares, con el estudiante, debe hacerse a través de la secretaría del centro.
Tal vez ha llegado la hora de establecer ciertas “reglas” en la familia, en los centros educativos, en los lugares de trabajo, etc., que de algún modo no nos lleven a transformarnos en solitarios, aferrados con una mano a un aparato que nos aísla y nos transporta, en ocasiones, muy lejos de donde nos encontramos, tanto geográficamente, como familiarmente.
Seamos optimistas y busquemos la forma de mantenernos como seres sociales y sociables.
Jorge Ciasullo
CI 793.978-7