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    Una radiografía a la agricultura

    N° 1933 - 31 de Agosto al 06 de Setiembre de 2017

    , regenerado3

    Según los datos oficiales, Uruguay espera una intención de siembra para la próxima campaña de verano de apenas un poco más de un millón de hectáreas (1.047.000 para ser exactos). La siembra de maíz será de unas 64.000 hectáreas y la de sorgo de unas 40.000. En la zafra 2016-2017 se sembraron 1,2 millones de hectáreas de soja, 66.000 hectáreas de maíz y 47.000 hectáreas de sorgo. En el sector privado se manejan otros números, especialmente en soja, donde todos esperan un aumento de la superficie sembrada en esta primavera. De cuánto es el aumento previsto por los privados, será en función de los precios y el clima al momento de sembrar. Nadie quiere ver la realidad de que algunos ya tiran la toalla de la soja porque simplemente las cuentas no son lo que eran.

    Los cultivos de invierno muestran una conducta dispar: el trigo sigue cayendo en su área, apenas si alcanza a las 197.000 hectáreas, cuando en el 2011 se plantaron 593.000, y la cebada muestra el segundo mejor año en intención de siembra con 145.000 hectáreas, con un máximo en 2016 de 191.000 hectáreas. La colza (en todas sus formas) llega a las 47.000 hectáreas.

    Los datos siguen indicando una enorme concentración de riesgos y oportunidades en la soja. Uruguay es sojadependiente y representa la vida o la muerte para el grueso de los agricultores. Cuando a la soja le va bien todos respiramos, compramos tiempo para que cambien los vientos. La soja antes pagaba todas las cuentas (incluso los errores de la agricultura de invierno), hoy ya no tiene las piernas suficientes para cargar con todo el peso.

    Los cultivos de invierno son un mal necesario (dada la actual coyuntura de precios) y lejos de ayudar a la rentabilidad del sector son más que nada un contrapeso peligroso. La pregunta del millón sobre la que no sabemos mucho es cuánto de la dinámica de buenos precios que tuvimos hasta ahora en este año (que permitió fijar precios de cebada arriba de 200 dólares por tonelada y soja o colza en el entorno de los 360 a 370 dólares) fue captada por los agricultores uruguayos. Esto es como las eliminatorias del mundial: no se pueden dejar pasar oportunidades porque se pagan con sangre después.

    En el campo la esperanza es lo último que se pierde. La culpa no es solo de los agricultores, sino de todo el sistema que no se prepara para escenarios como este, donde todos los planetas se pueden alinear y sube la oferta de todos los granos a pesar de un clima subóptimo. Habiendo tenido oportunidades se dejan pasar porque se piensa que el futuro siempre será mejor. No entra en el análisis que las cosas se pueden poner más feas. Entonces el resultado final es mucho más cerca del azar que del saber hacer técnico.

    No podemos seguir pensando que siendo solo reactivos a los problemas estructurales del sector saldrá algo bueno. No puedo creer que viendo semejante descalabro en la superficie sembrada de trigo no haya nada por hacer y simplemente asistiremos al colapso del trigo local. ¿Qué vamos a hacer si la soja sigue cuesta abajo con los precios y la producción mundial sigue creciendo?

    (*) El autor es ingeniero agrónomo (Dr.), asesor privado y profesor de Agronegocios en la Facultad de Agronomía de la Universidad de la República y de la Universidad ORT.