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    Orsi en modo maratón

    A Orsi no le fue mal durante el 2024 cuando se alejó de los manuales; ¿cómo le irá ahora? El comienzo de su gestión es realmente heterodoxo

    Columnista de Búsqueda

    Se conocieron hace pocos días los resultados de la encuesta de Equipos-Mori del mes de abril sobre la gestión del presidente Yamandú Orsi. Aunque el saldo neto entre quienes aprueban y desaprueban su gestión es ampliamente positivo (27%), el sondeo contiene otros datos impactantes, que invitan al análisis.

    El primero de ellos es que uno de cada tres encuestados ni aprueba ni desaprueba la gestión. Si a esto le sumamos el 13% que no sabe o no contesta, el resultado es que cuatro de cada 10 no tienen opinión formada sobre la actuación del presidente. Debo decir que no me asombra. La ciudadanía no puede formarse una opinión si el “tempo” del gobierno es “piano, pianísimo”, como escribí hace un mes.

    El segundo, todavía más revelador que el anterior, es que solamente el 41% de los entrevistados aprueba la gestión presidencial. Siempre según Equipos, el nivel de aprobación de Orsi es inferior al de todos los presidentes electos desde 1999 en adelante. A diferencia de los otros presidentes frenteamplistas, el comienzo de gestión de Orsi no conforma ni siquiera a sus propios votantes (el porcentaje es inferior al apoyo recibido a su candidatura en octubre y noviembre de 2024). Además, a diferencia de Batlle (2000), Vázquez (2005), Mujica (2010) y Lacalle Pou (2020), la gestión de Orsi no logra cautivar a un número significativo de votantes de otros partidos. Dicho en otros términos: es la primera vez en un cuarto de siglo que no hay “luna de miel” entre el presidente electo y la ciudadanía. ¿Podrá haberla más adelante? No lo creo.

    Porcentaje de aprobación de la gestión de los presidentes (2000-2025)

    Grafica Col Garce.jpg

    Fuente: Equipos-Mori

    No deja de ser muy sorprendente. Cabe preguntarse por qué. Desde mi punto de vista, la explicación es sencilla. No hay “luna de miel” porque el gobierno no hace anuncios importantes. En consecuencia, es lógico que haya votantes frenteamplistas sorprendidos y/o frustrados, y que los electores de los demás partidos comparen el “vértigo” de Lacalle Pou con la “calma” de Orsi, para ponerlo en los términos utilizados recientemente por Julio María Sanguinetti.

    No hacer anuncios importantes al comienzo del período de gobierno no deja de ser una forma muy original de encarar el inicio del mandato. En general, los presidentes toman el camino opuesto. El “manual” indica que los presidentes intentan aprovechar al máximo el inicio de sus mandatos porque es el momento en el que disponen de mayor margen de maniobra. Es una excelente oportunidad para incrementar su capital político (por ejemplo, alcanzando acuerdos con la oposición en temas cruciales) y para llevar adelante iniciativas que impliquen un riesgo político elevado (cuanto más lejos de la próxima elección, mejor).

    Pensándolo bien, no es la primera vez que Orsi y su equipo desafían los manuales. Tengo muy presente de qué modo triunfó en la primaria del Frente Amplio (FA). Mientras Carolina Cosse siguió al pie de la letra el “manual de Tabaré” (el señalero hacia la izquierda, en fondo y formas), Orsi apeló a un discurso moderado, centrista, como si ya estuviera disputando el balotaje. También tengo muy presente de qué modo enfiló, una vez nominado candidato presidencial, hacia la primera ronda de la elección nacional. Apeló a sus fortalezas (el mano a mano con la gente, pueblo a pueblo) y disimuló sus debilidades (esquivando las entrevistas más exigentes en los grandes medios de comunicación). Nunca intentó ser el más veloz. Pero llegó primero. Manejó muy bien el timing de la carrera electoral, y mostró que es mucho mejor en las carreras largas que en los tramos de solo 100 metros.

    No le fue mal durante 2024 cuando se alejó de los manuales; ¿cómo le irá ahora? El comienzo de su gestión es realmente heterodoxo. La estrategia elegida no lo ayuda, ciertamente, a tener números espectaculares de aprobación al inicio de su gestión. Esto es un problema real. Pero, al mismo tiempo, le permite bajar las expectativas. Disminuir las expectativas, por un lado, desconcierta a una parte de sus votantes y le impide captar apoyos en otros segmentos del electorado. Pero, por otro lado, tiene sentido si de lo que se trata es de evitar perder votos en 2029. Tiene cierta lógica: frustrar un poco al inicio, en el momento de asumir, para que sea más fácil conformar a los electores al final, cuando llegue la hora de volver a votar.

    El manejo de las expectativas no es la única razón de la falta de anuncios importantes que le está costando a Orsi no tener “luna de miel”. Hay que mencionar al menos otras tres. En primer lugar, es altamente probable que, en algunos temas, el gobierno todavía no tenga definiciones claras, dadas las evidentes contradicciones ideológicas internas. No hay que perder de vista que hay una distancia muy significativa en el plano de las políticas concretas entre las propuestas del equipo económico que lidera Gabriel Oddone y el punto de vista de comunistas y socialistas. Ambos polos de la interna, dicho sea de paso, ocupan espacios de poder muy relevantes. En segundo lugar, también es muy probable que el gobierno no haga anuncios significativos porque, habiendo podido definir un rumbo, no tiene claro si podrá o no implementar la política preferida dadas las restricciones financieras. El FA fue un partido exitoso mientras hubo dinero en la caja. Finalmente, es sabido que en varios temas muy importantes (como seguridad social y educación) el FA está apostando a que las definiciones surjan de amplios procesos de participación.

    Cabe agregar que ninguna de estas tres causas de falta de anuncios importantes se remueve fácilmente. No será sencillo para el FA construir acuerdos internos en varios temas cruciales, ni conseguir el dinero para cumplir sus promesas, ni lograr definiciones claras en los procesos participativos que se vienen. Pero Orsi no está corriendo una carrera de 100 o 200 metros. La meta está muy lejos. Es una maratón de cinco años. Arrancó despacio, con un trote suave. La gente, en particular su gente, lo mira y le pide más. Pero hay que concederle que ya mostró que, aun arrancando despacio, puede llegar primero.