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Cali Ameglio y Mariana Secco: Socios en la vida y en el cine

Cali Ameglio y Mariana Secco, de Salado, estrenan la comedia Porno para principiantes y son los responsables del rodaje en Uruguay de la serie de Netflix Conquest.

Cali Ameglio y Mariana Secco, de Salado, estrenan la comedia Porno para principiantes y son los responsables del rodaje en Uruguay de la serie de Netflix Conquest.

Las últimas semanas han sido de gran movimiento para el matrimonio Ameglio-Secco. La dupla, que también funciona como sociedad profesional en la productora audiovisual Salado, estrena este jueves 3 en simultáneo en Uruguay y Argentina Porno para principiantes, la tercera película de Cali Ameglio (El hombre de Walter, La cáscara), producida por Mariana Secco. Esta comedia, que transcurre en Montevideo a mediados de los 80, es la materialización de las ganas de "hacer cine de ese momento tan insólito y raro que fue el final de la dictadura, cuando parecía que todo era posible y todavía nadie había filmado nada nunca", asegura Cali.

Porno para principiantes es la historia de Víctor (Martín Piroyansky), un director de cine a punto de abandonar su vocación, al borde del casamiento y de aceptar un trabajo como cadete, apremiado por su futuro suegro. Es también la historia de su amigo Aníbal (Nico Furtado), un empleado de videoclub volátil y delirante, y de la última oportunidad de hacer realidad un sueño cuando Boris (Daniel Aráoz) le ofrece al primero filmar un proyecto que resulta ser una película porno. Los uruguayos Roberto Suárez, Nuria Flo, Denny Brechner y Hugo Piccinini son también parte de la pata local del elenco de esta coproducción entre Uruguay, Argentina y Brasil.

Hace unos meses, Salado -instalada también en Buenos Aires- había producido No soy tu mami, la última película del argentino Marcos Carnevale (Viudas, Corazón de león), con Julieta Díaz y Pablo Echarri (que superó los 220.000 espectadores), y en los últimos días fue también noticia por traer hasta la plaza Independencia el rodaje de Conquest, una producción original de Netflix, producida por Keanu Reeves y dirigida por el británico Carl Rinsch, que se estrenará en la plataforma en el segundo semestre del año que viene.

De la tensión director-productor cuando se es además pareja, de la nostalgia vinculada al cine, de Uruguay como destino para filmar, las repercusiones del rodaje de Conquest en la plaza Independencia, y del porno y la comedia como géneros subvalorados, conversaron Cali y Mariana con galería.

La película tiene diálogos picados entre Furtado y Piroyansky. Dicen que en la comedia se vive y se muere en cada línea. ¿Cómo se ejercita el timing y el intercambio entre los actores?

Cali Ameglio: Lo que tiene la comedia es que, así como en un thriller te guía la historia, en una comedia te guían los personajes; entonces es realmente el género más difícil que hay, porque vas enganchado al timing de los personajes. La gracia es una cosa muy subjetiva, que necesita un tempo perfecto. Justamente este es un tipo de comedia que normalmente no se hace acá, porque los americanos lo filman a multicámara. Es agotador, por otro lado. En Porno para principiantes sustituimos la típica pareja del Gordo y el Flaco, por este tipo supercanchero pero que le falta un golpe de horno que es Nico (Furtado), por un lado -tengo que admitir que me acordé de los Coen cuando hacen con Brad Pitt Quémese después de leerse, que no podés creer que Brad Pitt pueda hacer ese personaje-, y Martín (Piroyansky) por el otro. Sin Martín no sé si hacía la película. Ellos forman una combinación casi matemática de factores que hacen que vos te rías, uno soporta al otro.

¿Concuerdan en eso de que es más difícil hacer humor que hacer drama?

CA: Sí, es realmente difícil. Aparte hay un montón de elementos que tenés que tener en cuenta, como el balance de las cosas, los contrapuntos. Evidentemente, en una comedia la gente termina divirtiéndose mucho con los personajes secundarios, y a veces con el personaje principal no tanto. En este caso, Furtado te puede hacer más gracia que Martín, pero si Martín no estuviera en ese intercambio, no te haría gracia.

¿Nunca habían trabajado juntos Furtado y Piroyansky?

Mariana Secco: No, y estando en preproducción se vinieron los dos para acá varios días, se fueron un fin de semana solos a Punta del Este y practicaban los diálogos. Tuvieron mucho ida y vuelta entre ellos, se lo tomaron muy en serio. Discutían los personajes, se tiraban líneas, y tuvieron muy buena química.

En un momento de la película, el personaje de Furtado dice: "Las porno también son películas". ¿La película es una reivindicación de ciertos géneros subvalorados?

CA: Creo que la película es un homenaje a una cantidad de géneros y de películas B que fueron el amor de toda una generación por el cine. Acá el porno está representando al cine que de alguna manera no tiene el valor que merece, e incluso el más obvio de todos, la comedia. Desde Billy Wilder, que decía que las comedias son lo más difícil que hay, y te puedo asegurar que es así. Y sin embargo, ¿cuándo ves una comedia con un premio? Es ridículo. Entonces sí, el porno significa todo.

¿Cuáles fueron los principales desafíos de la película en cuanto a producción?

MS: Como en toda película, fue conseguir la financiación para hacerla. Yo veo las películas como grandes desafíos, para mí son como un hijo más, porque uno pone tanto empeño, tanto tiempo. Una de las cosas que yo quería lograr, que hablé mucho con la directora de arte, Constanza Giordano (que también fue la pata uruguaya de Conquest), fue que yo quería tener una peli que vos la pudieras mirar en mute y te quedaras copado. Que te diera placer a la vista la recreación del Montevideo del 85. Me parece que es una época que rinde mucho por los colores, y nosotros la podíamos explotar porque teníamos cabezas de equipo realmente fuertes, así que decidimos poner mucha pólvora en eso. José María Muscari dijo en su programa de radio, en Argentina, después de la première, que le había fascinado la película, pero que además lo había sorprendido mucho el nivel de representación de la época, y la comparaba con El clan, que salió cinco veces más que la nuestra. Entonces, misión cumplida.

¿Quiénes se espera que vayan a ver la película, y a partir de qué edad está permitida?

MS: En Uruguay es para mayores de 15, y el público previsto es de 15 a 35 años en primer lugar, y después de 35 en adelante. En las mediciones de la pauta que estamos haciendo digitalmente, ese público es el que responde mejor. Otro dato que nos dan las mediciones es que en Argentina las mujeres se enganchan mucho más que acá. En Uruguay, las mujeres interactúan menos en las redes en lo vinculado a la película. Ese dato habla de nosotras.

¿Qué implica la vida de una productora de cine?

MS: Me parece que el momento más difícil es elegir el proyecto, porque uno pasa muchísimos años, nunca menos de cuatro o cinco, en la preparación de la película. La acompañás no solo en la preproducción y en el rodaje, sino también en toda la vida comercial. Ahora estrenamos Porno..., pero después la tengo que seguir acompañando para venderla en el mundo, y en la negociación con las televisiones y con las plataformas digitales. Le queda una buena vida por delante todavía. Siempre tengo en consideración la filmografía que podemos tener en Salado, como el line-up de las películas producidas. Me parece que uno de los puntos fuertes de mi departamento en Salado es la diversidad de proyectos que hemos tenido. Venimos de La noche de 12 años, de Wilson, ahora estamos haciendo esto, el año pasado produjimos la última de Marcos Carnevale, que también fue una comedia, No soy tu mami, con Pablo Echarri y Julieta Díaz. Es mucho trabajo, porque además al producir cine desde acá uno siempre tiene que tener cuidado con los costos, y estar arreglándose con fósforos quemados; eso hace que mucho trabajo recaiga en mí, y usás diferentes sombreros. Sos productora, dirigís la preproducción, hacés el presupuesto, negociás con los proveedores, rendís el control de costos general de la película, supervisás los presupuestos de tus coproductores (esta es una coproducción uruguaya, brasileña y argentina) y también negociás con los proveedores de esos países. Empezás con cierto presupuesto y lo tenés que hacer cumplir a lo largo de los años.

Cali, ¿por qué pasaron 10 años entre tu última película y esta?

CA: (A Mariana) ¿Por qué pasaron 10 años?
MS: Porque no te habías vuelto a enamorar de un proyecto.
CA: Había proyectos que estaban buenos, pero que después se empezaban a discutir y el proyecto empieza a variar, y la gente empieza a opinar y lo empiezan a cambiar a tal punto que es como: "Me encantó King Kong, pero sacá al mono". Hay veces que hay proyectos que están buenos pero que no tienen posibilidad de financiación, salvo que los hagas de forma mucho más comercial, y ahí como que perdés un poco el interés. Nunca pensé que iba a hacer una comedia después de La cáscara, la idea era hacer una película superdramática.
MS: ¿En concreto por qué pasaron diez años, Cali?
CA: Yo creo que porque nunca apareció el proyecto perfecto. O la conjunción de poder producirlo y que me gustara no se dio hasta esta película.

Entonces no te sentís identificado con lo que mueve al personaje principal de la película, eso de hacer un filme a cualquier precio.

CA: No, no haría una película a cualquier precio. Ni aunque me llamara el productor más importante del planeta. Si el guion es horrible, no hay caso.

¿Cuánto hace que están casados?

MS: Desde 2001, 18 años. Y de novios tres años más, así que 21 años juntos. Tenemos un hijo de 14 años, Justino, que estábamos filmando La cáscara cuando nació. Era bebito y mamá lo llevaba al set. Y después tenemos a Nina, de cinco.

¿Cómo es el vínculo director-productor entre ustedes, que suele ser tirante, porque al productor le toca aterrizar al director?

MS: Lo manejamos recontrabien. Nos peleamos más por otras cosas fuera de la película que por la película en sí. Nos entendimos muy bien a lo largo de todo el proceso. Cali es un director completamente aterrizado, es muy fácil producir para él porque tiene conciencia de lo que es el presupuesto, de lo que salen las cosas. Tiene 30 años de experiencia en el set, entonces es un director que está muy seguro de lo que quiere hacer. No filma escenas que después no vayan a estar en la edición final, hace lo justo. Ese es el sueño del pibe de todo productor.
CA: Tengo una cosa bastante obsesiva con la eficiencia, no tanto por la eficiencia en sí misma, sino porque es un laburo que uno piensa mucho, entonces dejar el tiempo en una cantidad de cosas que después no se van a usar no me gusta, y me parece que no le hace bien a toda la fuerza que pone el equipo. Por otro lado, es increíble el equipo que armó Mariana para esta película. Si vos me decís que podría estar en cualquier lugar del mundo y pudiera hacer la película con el equipo que yo quisiera, con el de Francis Ford Coppola, no lo hubiera cambiado. Mariana armó el equipo perfecto para esta comedia. No es un equipo grande pero es de hiperfórmula. Es un equipo que en otro país del mundo saldría un huevo.

¿Se sigue hablando de la película en casa?

MS: No, se habla de otras cosas. A veces en el set la gente se reía porque Cali es muy intenso, y como todo director, en el momento de estar filmando la intensidad aumenta. Entonces yo trataba de no tener contacto visual con él porque donde me agarraba me empezaba a conversar y no parábamos más. Yo trataba de que su energía fuera hacia otro lugar. Se filma no menos de 12 horas por día, y uno termina estando fuera no menos de 14 horas. Yo no estoy todo el tiempo en el rodaje, también hago mucha oficina, pero Cali es uno de los primeros en llegar y último en irse, entonces llega agotado, se pega un baño de agua caliente y cae desmayado, como caen todos.

¿Cuál fue la última película que vieron juntos?

(Piensan)
CA: Fue en la tele.
MS: Una independiente, americana.
CA: Wildlife. Es de una pareja que se separa. Hacía tiempo que no veíamos una película con una dirección de arte y de foto tan buena.

Porno... es en memoria de Ronnie Melzer, fundador del Video Imagen Club (VIC). ¿Es de alguna manera un tributo a la era de los videoclubes o al VIC en particular?

CA: Es un homenaje al VIC porque fue parte de mi vida. Nosotros teníamos dos influencias, evidentemente la primera era Cinemateca, con todo el cine europeo que consumíamos, pero después el VIC fue un centro neurálgico de discusiones. Yo soy de una generación en la que no importaba nada si algo había ganado en Cannes o no, todo lo que importaba era lo que discutíamos ahí. Tarantino dice lo mismo sobre la discusión que se da en el videoclub. Esta película perfectamente podría haber nacido y sido discutida en el VIC. Era el único lugar en el que podías comparar una película de Tobe Hooper, como El loco de la motosierra, con una película de (Ingmar) Bergman. O sea, estaba todo en el mismo lugar, no había ningún tabú, era una libertad completa y realmente se respiraba cine, de cualquier estilo. Eso era genial. Me hubiera encantado que Ronnie viera la película.

¿Sos nostálgico en cuanto al pasado, a que era mejor el tiempo de los videoclubes que el de Netflix, por ejemplo?

CA: No, para nada, ni un gramo de nostalgia en ningún aspecto de mi vida. Me encanta todo lo que pasó. Como uruguayo estoy muy acostumbrado a que, aparte de Cinemateca, consumía una enorme cantidad de cine fuera de la sala. Todas las películas de Hollywood de los 30 y 40, en las que está basada esta película, las veía en la tele en blanco y negro a las 12 de la noche en casa. O sea que siempre estuve muy acostumbrado a este formato. De hecho, creo que el cine va a quedar como una experiencia tipo Cirque du Soleil: vas a ir a ver solo películas de gente en calzoncillos y con capa, de superhéroes. Más allá de que la gente se queja, Netflix y las plataformas en general están reflotando una cantidad de directores independientes absolutamente geniales que no tenían laburo en el cine. Incluso americanos, que no tenían lugar, están volviendo a filmar. Si hay algo que cada vez se demanda más es contenidos, y no nos vamos a quejar por eso. También creo que el sistema de todas estas televisoras está simplificando el poder hacer un proyecto, porque al ejecutivo con el que fuiste a hablar le gustó y se acabó el tema, no tenés por qué seguir recorriendo el planeta buscando plata.
MS: Y se te quedan con los derechos a cambio. Tiene muchos pro y muchos contra, como todo.

¿Cómo empezó Salado y cómo se ha ido aggiornando?

CA: Salado se fundó en el 98, yo venía de otra productora, y había un departamento de cine muy chico. Mariana entró muy poquito después.
MS: Entré dando una mano en una productora toda de hombres.
CA: Pará, siempre fue una productora bastante femenina.
MS: Las cabezas eran todos hombres.
CA: Pero siempre hubo muchas chicas trabajando en Salado, más que en otros lados.
MS: Sí, pero las cabezas eran hombres. Y entré yo.
CA: La cabeza anterior a vos era una mujer también.
MS: Sí, pero tenía una actividad muy tibia, ¿no?
CA: Igual es verdad que la productora era publicitaria e invertimos un montón en sacar adelante el departamento de cine. Pero lo que hizo Mariana con eso, la paciencia que tuvo, cómo lo fue armando, fue tomando forma.
MS: Yo arranque ahí. Empecé a estudiar Ciencias de la Comunicación, pero nunca me recibí. Mi primera película fue La cáscara y aprendí todo ahí. Fue el momento en el que dije: "Qué bueno que está ser productora, quiero seguir haciendo esto". Fui aprendiendo a los tortazos y de a poco vas teniendo la oportunidad de viajar a mercados de coproducción, a festivales; después te van invitando a ser jurado, a dar charlas, a participar en mesas redondas, vas viendo cómo es el desarrollo de productoras de la región, americanas, europeas. Entonces vas entendiendo el plan de negocios, de los contenidos, a dónde apuntan, el surgimiento de las nuevas plataformas, las formas de consumo. Vas aprendiendo, pero cuando aprendiste, las cosas van cambiando. Estamos prestando un poco más de atención al mercado de las series, estamos con proyectos de series, haciendo el packaging para intentar venderlas. La idea es estar siempre atentos.

 

¿Seguimos siendo un destino atractivo para venir a filmar desde el exterior, como pasaba hace unos años?

MS: Creo que en publicidad siempre hay como una moda. En un momento estuvimos muy de moda, después competíamos mucho con Sudáfrica, que está a la misma altura que nosotros. Han venido muchos servicios grandes, interesantes en publicidad, pero ya pasamos de moda. El país en la región está caro. Yo creo que ahora vamos a cambiar un poco la pisada con este programa nuevo que es el PUA (Programa Uruguay Audiovisual), un incentivo para las producciones de gran porte extranjeras, un decreto que firmó Presidencia en mayo de este año que es como un programa piloto y que va hasta octubre del año que viene. La idea es que el gobierno próximo siga manteniendo estos incentivos porque hace que producciones como Conquest puedan venir a Uruguay. Hemos probado que la ecuación económica y el impacto que ha generado ayudan a poner a Uruguay en el foco de nuevo. Creo que con esta experiencia hemos demostrado también que somos capaces de hacer grandes producciones. Los americanos se han ido supercontentos, hemos recibido muchas felicitaciones de ellos, sorprendidos por el equipo técnico y por el compromiso por parte del gobierno, por poder conseguir los permisos correspondientes en tiempo y forma. La confianza en este negocio es muy importante; entonces, que la plataforma digital sepa que nosotros hemos mantenido la producción on budget on time (dentro del presupuesto y dentro del tiempo) es muy importante, y el gobierno ha entendido que es un sector que puede traer muchas divisas y trabajo bien remunerado

¿Esperaban toda esta movida y las repercusiones que tuvo la producción de Conquest?

MS: No del todo, pero lo intuíamos. Veníamos hablando hacía muchas semanas de cómo manejarlo, cómo tener al tanto a la opinión pública; explicar todo lo que íbamos a hacer, cómo era la preparación, cómo se iba a llevar el rodaje, cómo íbamos a devolver la plaza. Tratamos de ser lo más claros posible e ir acompañando todo el proceso, pero la verdad que no nos imaginamos que iba a ser tan vistoso. Me vi totalmente desbordada con la cantidad de periodistas, de notas, de gente del gobierno que fue llamando. No se nos fue de las manos, pero fue más de lo esperado.

Hubo mucha gente que se mostró crítica con el uso de la plaza Independencia y los cambios que se le hicieron para el rodaje.

MS: Una cosa que le había pedido al equipo fue que nadie saliera a contestar, ni a decir nada, ni a postear, ni a dar comentarios, porque creo que el trabajo que hacemos habla por sí mismo. Me parece que la mejor respuesta a toda esta gente fue mostrar cómo íbamos a dejar la plaza Independencia, que nos comprometimos a eso, y hoy uno pasa por ahí y la plaza está divina. Cuando la intendencia nos dio los permisos nos pidieron por escrito en un convenio -que nosotros respetamos- cómo teníamos que devolverla. Ellos aprovecharon a sacar un montón de arbustos que eran muy viejos y que estaban enfermos. Entonces me parece que fue un win win. Ambos lados ganaron.