La artista rehizo su vida y logró pintar hasta sus últimos días en su
estudio de Nueva York, donde falleció en junio del año pasado a los 101 años.
Pero nada de eso fue gratis. “Ninguna mujer deja a un hombre como yo”, le dijo
Picasso antes de que ella partiera con los dos hijos de la pareja, Claude y
Paloma, a un apartamento comprado con una herencia de su abuela.
Picasso, enfurecido, se encargó de arruinar la carrera de la artista:
destruyó muchas de sus obras de arte, las cartas de Henri Matisse —amigo del
español pero también de Gilot— y movilizó todas sus redes para asegurarse de
que tuviera las puertas cerradas en Francia: a pedido del pintor, numerosas
galerías dejaron de representarla e invitarla a sus encuentros. Y a Gilot,
anulada por su ex, no le quedó otra que emigrar a Estados Unidos, donde pudo
recomenzar, seguir exponiendo y vendiendo su obra.
En Francia, el rechazo hacia la artista se extendió hasta su muerte. “No
podrás creer cuánto me detesta la gente en Francia”, expresó en el documental
de 2020 Pablo Picasso y Françoise Gilot: la mujer que dice no. Hasta
ahora, a Gilot nunca se le había ofrecido una retrospectiva importante en ese
país. En 2021, año de su centenario, fue excluida de Elles Font l’Abstraction,
exitosa exposición de mujeres artistas abstractas del Centro Pompidou. Por si
fuera poco, Gilot ni siquiera aparece entre las más de 1.000 artistas de la
base de datos de la iniciativa francesa Aware: Archives of Women Artists.
AFP
Recién tras su muerte en 2023, el mundo del arte francés pareció darse
cuenta de su deuda con la artista. Muestra de ello es que en marzo el Museo
Picasso de París (ubicado en el Hôtel Salé) inauguró por primera vez una
colección permanente de Françoise Gilot, exposición que no solo la homenajea,
sino que oficia de alguna manera de disculpa ante el error de no haberle dado
en vida su lugar como artista. Un portavoz del museo explicó que en esta
colección no se la presenta como musa o inspiración de Picasso, sino que se
concentra en Gilot como artista. En el marco de una remodelación, el museo
busca introducir una perspectiva feminista al tradicional enfoque masculino con
el que se ha interpretado el legado de Picasso. En esa línea, inauguró una sala
entera dedicada a exhibir una decena de obras de su expareja. Joanne Snrech,
curadora del Museo Picasso, dijo a The Guardian que era importante
incluir una exhibición de las pinturas de Gilot para disipar la idea de que era
“solo la pareja de Picasso”. “Fue una artista con una carrera muy larga durante
la cual su trabajo evolucionó. Lo que mostramos aquí es la diversidad de su
trabajo”, agregó.
La exhibición de Françoise Gilot en el Museo Picasso de París, ubicado en el Hôtel Salé, reúne unas diez obras de la artista en una sala entera ubicada en el tercer piso. Foto: Viniciane Lebrun Foto: Viniciane Lebrun
Vivir a la sombra. “¿Crees que alguien va a
interesarse por ti? Jamás lo harán solo por ti: hasta las personas que crees
que te aprecian, solo será una especie de curiosidad por una persona cuya vida
rozó la mía tan íntimamente”, le dijo Picasso a Gilot, enunciado que la artista
plasmó en Vida con Picasso, un bestseller escrito junto con el
crítico de arte Carlton Lake, publicado en 1964 y en el que expuso las luces
pero, sobre todo, las sombras del artista. En el libro, Gilot cuenta que entre
ambos había una fuerte conexión intelectual y física pero “en absoluto
sentimental”, y habla de una convivencia que tuvo como telón de fondo a los
personajes más emblemáticos de la vida cultural parisina de la época, como
Matisse, Braque, Miró, Jean Cocteau, entre otros. Aclaró reiteradamente la
intención de no usar el posesivo mi en el título, pues prefirió ubicarse
en un rol de espectadora. Describe a un Picasso de altos y bajos, tan creativo
como destructivo, brillante y tiránico, de a ratos padre cariñoso pero también
violento, y siempre infiel. Un día, discutiendo a raíz de una de sus tantas
infidelidades, Picasso puso un cigarro en su mejilla. “Debió haber esperado a
que me alejara, pero yo estaba decidida a no darle el gusto”, relató.
Claro que Picasso intentó por todos los medios que el libro de Gilot no
viera la luz. Inició tres demandas e instó a que unos 80 destacados
intelectuales y artistas firmaran una petición en el periódico Les Lettres
Françaises para que se prohibiera su publicación. De todas formas, el libro
no solo fue publicado, sino que al poco tiempo ya había vendido un millón de
copias y fue también traducido a 16 idiomas. De nuevo, para Gilot, el éxito del
libro también le costó caro: el autor del Guernica no les volvió a
hablar ni a ella ni a los hijos de ambos, y Gilot terminó de ganarse el rechazo
definitivo de los franceses. No obstante, con las ventas, Gilot —que no llegó a
casarse con Picasso— inició la batalla legal que la llevó a lograr que sus dos
hijos se convirtieran en herederos del artista.
Museo Picasso de París. Foto: Viniciane Lebrun
Conexión artística. Gilot tenía 21 años y almorzaba
con el actor Alain Cuny y la artista Genevieve Aliquot en un restaurante de
París cuando Picasso, de 61 años y acompañado por su entonces pareja, Dora
Maar, igualmente se acercó a su mesa a ofrecerles cerezas en un bowl e
invitarlos a su estudio en la calle Rue des Grands Augustins. Para ese momento
Gilot llevaba dos años exponiendo sus obras y era considerada una de las
jóvenes promesas del arte parisino.
Autoproclamada artista desde los cinco años —cuando su abuela le presentó
al impresionista Emile Mairet y la pequeña le dijo que ella también sería
pintora—, Gilot, hija de un próspero empresario y una acuarelista, de igual
manera estudió Filosofía y Literatura Inglesa en la Universidad de Cambridge y
empezó abogacía ante la insistencia de su padre, carrera que abandonó al poco
tiempo para dedicarse de lleno a la pintura.
Picasso era un artista admirado internacionalmente, pero no precisamente
por la joven Gilot, que no se sentía para nada intimidada por su reputación
como artista; prefería a Georges Braque, Henri Matisse o Édouard Manet. La
joven, que participaba en la resistencia francesa y llegó a ser detenida en una
protesta contra la ocupación nazi en París, cautivó a Picasso con su intelecto
inquebrantable, su rebeldía y su belleza. “Esas cosas vienen en un paquete”,
bromeó Gilot cuando el periodista estadounidense Charlie Rose le dijo que
enamoraba a los hombres no solo a través de sus pinturas, sino también por su
indiscutible atractivo. “Gilot posee una personalidad vital e ingeniosa, de una
fuerza psicológica e intelectual tremenda, algo que fascinaba a Picasso. Si hay
una marca en su personalidad, es la libertad. Siempre se negó a someterse a
normas y rompió con los dictados de su padre, amigos y Picasso para afirmar su
libertad”, sostuvo la biógrafa Annie Maïllis, directora del documental Pablo
Picasso y Françoise Gilot: la mujer que dijo no.
En sus diez años de convivencia, Gilot fue no solo compañera de vida, sino también asistente y alumna de Picasso. AFP
Por su parte, Picasso, admitió Gilot, era capaz de seducir a cualquiera
con su encanto, y ella no fue la excepción. “Si quería ser encantador, era
encantador. Si quería seducir, cualquiera podía ser seducido por él”,
En la misma entrevista con Charlie Rose, la artista confesó que, sin
embargo, jamás se habría relacionado con Picasso si no fuera pintora, ya que su
relación giraba básicamente en torno a las artes. Pese a que se percibe una
influencia del cubismo en las obras de Gilot realizadas en esos 10 años de
convivencia en Vallauris, al sur de Francia, la artista desarrolló siempre un
estilo propio, mucho más orgánico, no tan anguloso como el de Picasso. Se
centraba en su mayoría en los autorretratos, los paisajes y la naturaleza
muerta. No obstante, ambos mantenían una compatibilidad artística indudable, y
podían pasarse una noche entera hablando solamente de arte, algo que a Gilot no
le pasó con Luc Simon, artista con el que se casó al tiempo de dejar a Picasso
y con quien tuvo a Aurelia, su tercera hija. “Con Simon no había relación de
ese tipo; sí teníamos conexión humana, pero no como artistas. No nos miramos a
los ojos en cuanto al trabajo”, reveló Gilot.
Con Picasso, Gilot tenía una fuerte conexión artística e intelectual. Foto: AFP
De Picasso, la pintora aprendió sobre todo a trabajar en “unidad de
espíritu” y absoluta consciencia. Durante esos 10 años juntos fue, además de
madre de sus hijos, su asistente, compañera y alumna. Gilot presenció las
primeras exploraciones de Picasso con cerámica, esculturas y litografías, y
también —aunque no le guste el término— fue su musa, al igual que todas las
mujeres que pasaron por la vida del pintor. El retrato que Picasso hizo de
Gilot es, quizás, el más icónico de los que fueron inspirados por sus parejas. La
femme-fleur representa a la joven en forma de flor, con su cabello
conformado por hojas verdes y su cuerpo en forma de tallo, del que se desprenden
senos abstractos. La artista se quedó con esta pintura y la vendió a un
coleccionista anónimo muchos años después por un monto que nunca fue revelado.
En la femme-fleur, Picasso retrató de forma abstracta a Françoise Gilot con cuerpo de flor tras haberla observado detenidamente durante una hora.
Huir a tiempo. Playa, pleno verano en el sur de
Francia. Gilot camina sonriente, con su característica postura erguida —que
mantuvo hasta su último día— junto a un Picasso que sostiene una sombrilla y
mira a la cámara cual cachorro en busca de su amo. Corría el año 1948 cuando el
fotógrafo Robert Capa captó esta simbólica imagen (ver arriba) en la que se los ve
aparentemente felices. “Nos merecíamos el uno al otro, por eso duramos un buen
tiempo”, llegó a decir Gilot en referencia a sus similitudes como seres
humanos. Eran dos leones.
Pero ser pareja de Picasso y al mismo tiempo una mujer autónoma era una
misión prácticamente imposible. Gilot, más cerca de la sabiduría de los 30 que
de la ingenuidad de los 20, se sentía cerca del fin de aquella etapa. “Era
capaz de discutir con él pero al final obedecía la mayor parte del tiempo.
Picasso tenía la edad de mi abuela y al principio no encontraba extraño tener
que obedecerle, porque solía obedecer a los mayores. Pero a los 30 sabía bien
lo que quería, que no era necesariamente lo que Pablo quería. Entonces le dije
a Pablo que nuestra relación tenía que cambiar en su naturaleza, o se
terminaría. Me dijo que nadie dejaría a un hombre como él, y mi respuesta fue:
‘No lo has visto todavía’”.
AFP
Dejar a Picasso fue su salvación y al mismo tiempo un martirio, ya que la
artista, pese a haber compartido solo 10 de sus 101 años con él, jamás logró
escapar de su sombra. Exiliada en Estados Unidos, realizó alrededor de 6.000
obras entre pinturas y dibujos, y expuso en importantes museos, como el Museo Metropolitano
de Arte de Nueva York. “Estoy orgullosa de haber hecho 1.500 pinturas al óleo y
más de 4.000 obras en papel, y son buenas. No son bocetos, están terminados, y
eso es mucho trabajo”, respondió en 1998 cuando le preguntaron si estaba
orgullosa de sí misma. En sus 70 años de vida pos-Picasso crio a Claude y a
Paloma; el primero (fallecido en agosto del 2023) fue fotógrafo y cineasta,
mientras que Paloma es empresaria y diseñadora de joyas, y Aurelia, de su
matrimonio con Luc Simon, es arquitecta. Se divorció y al tiempo conoció al
científico Jonas Salk, una de las mentes detrás de la vacuna contra la polio,
con quien estuvo casada por 25 años hasta enviudar.
En paralelo, fue directora de arte de la revista académica Virginia
Woolf Quarterly, miembro de la junta del Departamento de Bellas Artes de la
Universidad del Sur de California y recibió la medalla Legión de Honor, una de
las mayores distinciones en Francia. Su cuadro Paloma à la Guitare, un
retrato de su hija de 1965, se vendió en 2021 por 1,3 millones de dólares en
Sotheby’s de Londres.
Pintar era para ella tan natural como respirar, y lo hizo hasta sus
últimos días en su apartamento cercano al Central Park de Nueva York. Podría
decirse, entonces, que Françoise Gilot cosechó una carrera exitosa
internacionalmente (a excepción de Francia), un logro gigantesco teniendo en
cuenta el enorme perjuicio de haber tenido en contra a quien fue catalogado
como el gran genio de la cultura contemporánea. Sin esos 10 años junto a
Picasso, ¿hubiese sido la gran genia contemporánea? ¿Habría tenido su propio
museo en lugar de ser homenajeada póstumamente con una sala dentro del museo
que reúne la obra del hombre que la eclipsó?