En las tardes, entre las 18 y las 21 horas, se lo ve en la pantalla de TN junto a Paula García. En ese espacio se ve a un Castro más distendido, que lograr pasar de la seriedad de temas económicos y políticos, a dar paso a una movilera que habla de la farándula. Dice sentirse cómodo entre tanta versatilidad. “Los periodistas somos curiosos. Uno lee todo. A mí me apasiona. Lo farandulesco forma parte de la realidad de la vida de mucha gente, con conexiones en los niveles serios que resultan a veces increíbles. Arthur Miller estuvo casado con Marilyn Monroe. A veces hay un preconcepto”, dijo a galería. Además, los jueves de noche, Castro conduce en TN el programa periodístico “El juego limpio”.Castro es soltero y no tiene hijos. Está muy apegado a dos sobrinos que viven cerca de su casa en Villa Urquiza. Él elige esa zona porque le encanta la vida de barrio, y trata de hacer las compras para saber cómo están los precios y cómo es el día a día de la gente en la calle. “Eso para un periodista es muy importante, me permite estar en contacto con la realidad”, explicó.
Castro hizo un viaje relámpago a Punta del Este para presentar “Secreto de Estado. La verdad sobre la salud de Cristina Fernández de Kirchner” (Sudamericana), un libro en el que repasa los errores de diagnóstico y el ocultamiento de información que rodeó a la exmandataria argentina. Habla de bipolaridad, del falso cáncer de tiroides, del síndrome de Hubris, y deja planteado un asunto que para él es prioritario: la necesidad de que la población conozca el estado de salud de los gobernantes, tema que trató en sus libros “Enfermos de poder” o “Los últimos día de Eva”.
En el mano a mano Castro transmite la misma seriedad que en televisión. Pero es sumamente amable, educado, y tiene un hablar pausado. No tiene apuros, ni para responder, ni para sacarse fotos. Sonríe, agradece, y dice estar muy contento con la manera en que fue recibido en Punta del Este. Sobre su libro y la situación actual de Argentina, el periodista conversó una tarde de enero en el Hotel Awa del balneario esteño.
En el libro habla del derecho de la población a conocer la verdad sobre sus gobernantes, porque eso puede incidir directamente en las decisiones de gobierno. Sin embargo, hay muchos que sostienen que eso forma parte de la vida privada de las personas. ¿Qué responde a eso?
Es un tema de polémica en todo el mundo. En el libro marco dos casos, uno es el de lord Moran, que fue el médico de (Winston) Churchill. Cuando Churchill murió, él escribió una biografía sobre su salud, que le generó muchas críticas de la familia y de amigos que lo criticaban sin haberlo leído. Y después de leerlo lo criticaron por no haberlo publicado antes, porque teniendo conocimiento de los problemas de salud de Churchill permitió que se mantuviera en secreto y siguiera en el poder. El otro caso es el de Claude Gubler, médico de (Francois) Mitterrand, que a los pocos días de muerto escribió “El gran secreto”, en el que cuenta que en los últimos días Mitterrand no estaba en capacidad de tomar decisiones. No solo la familia lo criticó, sino que la asociación médica lo expulsó y lo demandaron judicialmente. En los tribunales de París perdió, pero apeló ante la Corte de Justicia Europea, que lo absolvió, diciendo que el estado de salud de un jefe de Estado está por sobre la privacidad. Esto es lo que creo y la historia argentina lo demuestra. Cuando Perón se presenta a la Presidencia, sus médicos enviaron un informe secreto al Consejo Nacional del Justicialismo diciendo que no estaba en condiciones de ser presidente. Y que si lo hacía y asumía la tarea como tal, en un año se moría. Nadie le hizo caso, Perón se casó y se murió. Quedó Isabelita y mirá las consecuencias para los argentinos.
Usted habla de lo mal que se trató el tema del supuesto cáncer de tiroides de Cristina Kirchner, que generó todo tipo de especulaciones, y en contrapartida destaca cómo en Brasil el expresidente Lula hizo que sus médicos hablaran claramente de su cáncer. ¿Defiende esa postura?
Exactamente. En el caso del cáncer de Cristina los médicos informaron incorrectamente. Y después, en vez de explicar el porqué del error, lo quisieron tomar como algo natural, cosa que por supuesto no hizo más que agregar confusión. Fue un mojón de vergüenza para la medicina argentina.
En el libro queda claro el caos informativo y la falta de coordinación que existió en relación con la salud de la expresidenta. ¿Lo detectó cuando investigó para el libro o lo siguió durante el gobierno?
Ya se veía, por eso Cristina estaba furiosa conmigo, y un grupo de médicos kirchneristas también. Me criticaron, me descalificaron, hubo quienes quisieron que se suspendiera mi licencia médica. Una de las cosas más impactantes que me narraban los médicos era el miedo que tenían para tratarla. Es un absurdo: no podría ser médico de un paciente si tuviera temor, porque mi capacidad de juicio estaría definida por ese temor.
¿Viene siguiendo lo que pasa con la salud del presidente Mauricio Macri?
Ese es un error de Argentina: no hay obligación de presentar historia clínica. Creo que a partir de ahora tendría que ser obligatorio. Cuando vas a un trabajo te hacen un psicofísico, más aún a un presidente que debe enfrentar las tareas que debe enfrentar.
Hace algunos días Hernán Lombardi (titular del Sistema de Contenidos y Medios Públicos) dijo en una entrevista al diario “Perfil” que el oficio del periodismo fue “muy vapuleado” durante los gobiernos K y que el periodista se había convertido en un “mero repetidor”. ¿Comparte esa apreciación?
El periodismo como tal fue vapuleado. Sobre los periodistas hubo quienes sí y quienes no, así que ese juicio no lo comparto en su totalidad. Estamos quienes hemos hecho frente a eso y pagamos un costo importante, en algunos casos perdiendo trabajos, como fue mi caso, junto con el vitupero y el escrache público que el kirchnerismo utilizó contra nosotros. Los periodistas somos sujetos de crítica, está muy bien que el gobierno nos critique si no está de acuerdo con nosotros, lo que está mal es cuando entrás en la descalificación y en la desacreditación infamante a través de los medios del Estado. Ese es un elemento que el gobierno utilizó, y que sufrimos un grupo de periodistas, como (Jorge) Lanata, Magdalena (Ruiz Guiñazú), Joaquín Morales Solá, (Marcelo) Bonelli, (Edgardo) Alfano, (Ernesto) Tenembaum. Eso es algo absolutamente repudiable.
¿Qué espera del trabajo de los medios con el nuevo gobierno?
Se vive un clima de mayor apertura de contacto con el gobierno. Cambió y esperemos que eso se mantenga, sobre todo cuando vengan los momentos de más críticas. El gobierno está viviendo su luna de miel, pero por ahora son datos altamente significativos.
¿Cómo evitar ser condescendiente?
Yo también he criticado cosas de Macri, tenemos que medirlo con la misma vara con la que medíamos a Cristina. Es un desafío fuerte para que quienes fueron vapuleados no se conviertan en condescendientes de alguien a quien no le debemos nada. Porque esto que está haciendo Macri no es una concesión de nada, es un derecho que tenemos los periodistas.
En la columna que publicó hace poco en “Perfil” dijo que la ley de medios es “un engendro” que tenía como objetivo la “destrucción” de “Clarín” y la “desaparición” de TN, para crear un sistema de medios alternativos que sostuvieran la permanencia en el poder. ¿Por qué a pesar de haberlo creado el kirchnerismo no logró mantenerse en el poder?
Cristina debería leer un poquito más a Perón. Él dijo en 1973: “cuando teníamos los medios en contra ganamos, cuando teníamos todos los medios a favor nos fuimos”. Con los medios no se ganan ni se pierden elecciones. Podés tener todos los medios a favor, el chavismo tiene el dominio de todos los medios en Venezuela y perdió. Esa idea que tiene el poderoso de que con los medios sometés a la gente, afortunadamente es equívoca. Afortundamente nosotros no sometemos a nadie, no tenemos el poder de ganar una elección. Puede que en algún contexto determinado la prensa sea un elemento más. Es una lección de la historia, no lo digo yo, y los gobiernos parece que se resisten a aprenderla.
Hace un par de semanas usted habló de la corrupción que se había instalado a nivel estatal luego de 12 años de gobierno. ¿Le sorprendió o lo esperaba?
Era algo que muchos conocíamos. Néstor Kirchner era un corrupto. Un corrupto que hizo un muy buen gobierno en un momento en el cual tuvo límites a su poder para ser corrupto. Kirchner tuvo un Congreso que no le fue favorable y tuvo uno de los mejores gobiernos. Lo mejor que le puede pasar a Macri es tener poco poder. El kirchnerismo es una corrupción distinta al menemismo. En el menemismo se buscaba la coima. En el kirchnerismo quisieron adueñarse de los negocios. Esto ahora tiene un efecto paradojal, porque han dejado documentación. Eso va a complicar al kirchnerismo. Por más que haya jueces complacientes o condescendientes.
¿Cree que la Justicia va a tener más libertad de actuar?
La Justicia va a actuar con el coraje que en muchos casos no tuvo, lamentablemente, durante el kirchnerismo. Los jueces no pueden actuar por los momentos políticos. Soy muy crítico de los jueces que ahora recién comienzan a darse cuenta de la corrupción.
En estos años de gobiernos kirchneristas hubo un fuerte respaldo de artistas y actores conocidos. ¿Esa batalla la ganó el kirchnerismo?
El kirchnerismo trabajó fuertemente en lo cultural. Y entre los artistas hay gente, me consta, muy auténticamente identificada con el kirchnerismo, y los respeto profundamente. Otros se sintieron atraídos cuando vieron que sus bolsillos se incrementaban. A eso los critico notablemente. Esa batalla cultural que ganó el kirchnerismo en muchos casos muestra el gran éxito del kirchnerismo, que fue generar una batalla de la revancha. El kirchernismo captó la psicología de una parte de la sociedad argentina ávida de esa confrontación excluyente. El kirchernismo ha estimulado la antinomia, que no es pluralidad.
¿Cómo ve al gobierno de Macri?
Hay un elemento claro que hay que marcar: en lo económico Macri generó confianza. Le salió muy bien el levantamiento del cepo. Pero falta un plan económico y combatir la inflación. He criticado algunas cosas, pero hay un presidente con decisión de acción, que se encargó de demostrarle a Cristina en estas primeras semanas que no es (Fernando) De la Rúa. Eso es muy importante.
¿Y cómo va a ser la relación con Uruguay?
Mucho mejor. El daño que le hizo el kirchernismo a esa relación, tanto con Tabaré (Vázquez) como con (José) Mujica, fue tremendo. Ahora va a mejorar la relación y es muy importante la actitud de Macri, que su primera visita como presidente se reúna con Vázquez. Eso no significa que después no haya controversias, siempre las va a haber, pero implica una manera distinta de manejarse y de actuar.