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Verónica García Mansilla, directora de Nueva Comunicación Uruguay

Verónica García Mansilla nació en Argentina y después de estudiar Ciencias Políticas, tuvo una carrera estrechamente ligada a los medios y la comunicación desde distintos enfoques. Trabajó como periodista en La Razón, La Nación y Revista Apertura, y fue productora de los programas de Bernardo Neustadt, Daniel Hadad y Marcelo Longobardi. Desarrolló con Estudio Mora y Araújo la estrategia de transformación de YPF, se encargó de la prensa y comunicación del Ministerio del Interior de Argentina y fue gerenta de Comunicación y Relaciones Institucionales de McDonald’s Argentina. 

En los años 90, cruzó el Río de la Plata para radicarse en Montevideo y fundó Nueva Comunicación Uruguay, una empresa pionera en relaciones públicas, prensa y relaciones corporativas e institucionales. A su vez, es directora de Alianzas Comerciales de Cacique Group, una productora de conferencias y experiencias. 

En el Mes de la Mujer, Verónica conversó con Galería sobre el trabajo de los relacionistas públicos en Uruguay, cómo sobrellevó la pandemia y la pasión que le pone al cuidado de su huerta orgánica, entre otras cosas. 

En 1996 fundó en Montevideo Nueva Comunicación Uruguay. ¿Visualizó que había una ausencia de asesoramiento en comunicación a nivel integral?

El término relaciones públicas cuando llegué a Uruguay estaba asociado a la noche y a las fiestas, al relacionista público que te recibía en el boliche. Yo venía de desempeñarme muchos años como periodista y productora, y los últimos como gerenta de Relaciones Públicas e Institucionales de McDonald’s, donde terminé de entender y consolidar mis conocimientos para poder ofrecer este servicio en Uruguay, que nadie lo ofrecía. 

No fue nada fácil en un comienzo, los empresarios insistían con su bajo perfil y su falta de interés en transmitir sus casos de éxito y sentían que, cuando surgían conflictos por mala prensa, la herramienta a utilizar era la publicidad. En 1996, fundé Nueva Comunicación Uruguay a puro pulmón, con el apoyo de muchos periodistas que entendieron la importancia de poder contar los casos de éxito de los empresarios y desarrollar vínculos, para así poder transmitir nuevas historias. 

Investigué mucho para entender cómo se generaban las noticias y cómo mejorar el intercambio de información entre los distintos públicos. Tuve suerte y al poco tiempo comenzaron a llegar empresas internacionales que entendían este servicio como necesario. Pero fue cambiando este negocio. Antes de Internet la información estaba restringida a un número reducido de personas con capacidad de acceder a las fuentes personales y documentales de interés. Entre esas personas se encontraban los periodistas y los relacionistas públicos, pero con Google todo cambió. Ahora todo el mundo tiene la posibilidad de acceder a un amplio volumen de información, toda una oportunidad para las empresas e instituciones con voluntad de transparencia. Aunque también aumentaron los riesgos de reputación. 

¿Cuáles son hoy las principales dificultades que presenta el rubro?

Actualmente son, por un lado, la informalidad que aún se ve entre profesionales y a nivel laboral, y también la digitalización ha generado riesgos de reputación que no eran tan constantes o visibles. Antes de Internet los profesionales de relaciones públicas todavía contábamos con un cierto margen de control sobre la información negativa. Hoy todos somos periodistas, las fake news invaden las plataformas y la rapidez supera la realidad con una propagación inusitada.

Al frente de una empresa acostumbrada a gestionar crisis, ¿qué dificultades le presentó la pandemia y qué aprendizajes se lleva? 

Como especialista en el manejo de crisis, lo primero que debemos plantearnos es que una crisis bien llevada puede derivar en una excelente oportunidad para salir bien parados. Para nosotros, la pandemia fue el momento ideal para reinventarnos y para aprender. Entendimos que debíamos pasar de una estructura piramidal a una circular y pensar estrategias tailor made a corto y mediano plazo. La vida de las organizaciones dejó de ser asunto exclusivo de sus directivos y de sus accionistas porque los despidos, los beneficios y los fracasos se hicieron públicos. La empatía cumplió un rol extraordinario y nosotros afinamos los instrumentos de inteligencia, escucha y análisis digital para ser capaces de prevenir riesgos, aprovechar oportunidades y preparar sus reacciones en un contexto de conversación abierta en tiempo real. Tuvimos que aprender a jugar en un mundo hipertransparente, alimentado por la acumulación de los grandes datos.

¿Cuáles cree que son las ventajas de tener una mujer al frente de una compañía?

Mi equipo está principalmente formado por mujeres y liderado por mujeres. Creo que en muchos casos somos más eficientes y prácticas a la hora de tomar decisiones. Somos multitasking, lo que no siempre es bueno, pero en muchas ocasiones esto nos permite actuar con mayor flexibilidad y proactividad. Pero creo en la diversidad, tanto hombres como mujeres tenemos mucho para aportar y resaltar. El mejor resultado es la suma de todos en pos de una cultura de integración

¿Cómo ha ido encontrando un balance entre la maternidad y las obligaciones laborales? 

Se puede ser madre y a la vez jefa de familia, aunque requiere de una mayor organización. El tiempo es oro y cada minuto hay que aprovecharlo para poder destinar tiempo a nuestros hijos. Mis hijos, Jerónimo, Esteban, María y Manuel, son mi zanahoria… son mi todo. Hoy comparto mi vida con ellos y con mi marido, Eduardo Martín Valdez.

¿Se considera feminista?

Si ser feminista es creer en la igualdad de oportunidades y derechos tanto para mujeres como hombres, por supuesto que lo soy. Ser feminista no significa creer que merecemos derechos especiales, significa que sabemos que merecemos los mismos. Y en eso quiero ser bien clara, defender los derechos no significa menospreciar o castigar a los hombres, no habla de superioridad ni de discriminación, solo pelear por la desigualdad. No se lucha por ser más, sino por ser igual con las cualidades y atributos de cada sexo.

¿Qué libros recomendaría? ¿Y series? 

Mi libro favorito es El día que Nietzsche lloró, y mi serie preferida Entre costuras.

¿Qué intereses tiene por fuera de lo laboral?

Cuando no estoy trabajando o haciendo deporte, mi máximo placer es el cuidado de mi huerta orgánica. La gratitud de la tierra no tiene parangón, es infinita y ver crecer de una semilla o de un plantín un fruto me sigue asombrando día tras día. Somos seres infinitos. Soy feliz con cada pequeña cosecha. La valoro, la agradezco y la comparto.