Desde un cuadro comprado en un mercado de pulgas hasta una pieza hecha a medida, el arte va ganando espacio en la pared
Desde un cuadro comprado en un mercado de pulgas hasta una pieza hecha a medida, el arte va ganando espacio en la pared
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En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] contactarte por WhatsApp acáEl arte se apodera cada vez más de las paredes de las casas. Los expertos aseguran que las obras no están destinadas exclusivamente a los museos, y que no es necesario saber de arte para ambientar un espacio. Se puede comprar un cuadro simplemente para que combine con un sillón. Hoy, la tendencia en el mundo son los formatos seriados en los que la fotografía, la serigrafía y los grabados permiten el acceso al arte de un público más amplio, en especial más joven. Aquí algunos ejemplos que dan muchas ideas.
Relajado y fresco
El apartamento de Agustina Pereira y Matías Artagaveytia, ubicado en Solano García y rambla Mahatma Gandhi, es la prueba de que ser inquilino no es impedimento para llevar a cabo un diseño interior impecable. Al buscar un nuevo hogar, la pareja se preocupó principalmente por encontrar un punto de la ciudad y una estructura de base que fuera de su agrado y comodidad, para más tarde plasmar su gusto y criterio personal.
Cuando encontraron este apartamento, hace tres años, se enamoraron de la vista. Hubo algunos detalles superficiales que quisieron cambiar, por lo que armaron un plan de puesta a punto contemplando los conocimientos de Matías como arquitecto, y le propusieron a la dueña algunos arreglos a los cuales accedió. El mayor cambio fue que se pintó en su totalidad de blanco, incluyendo zonas donde predominaba la madera oscura.
De este modo, se logró una mayor amplitud y luminosidad en el espacio.
La decoración no fue demasiado planificada ni tuvo una inspiración en particular. Ambos deseaban un hogar cómodo, fresco y amplio, y para lograrlo combinaron distintos elementos. Los libros son fundamentales, y hay muchos sobre temas que ambos disfrutan, como arquitectura, moda, interiorismo, viajes y deportes. También tienen muchas plantas, que les dan alegría a los ambientes.
La directora de Mutma no se anima a definir el estilo de su hogar: "Considero que es una mezcla de cosas diferentes, con un aire veraniego y relajado. Tenemos algo nuevo, algo viejo, algo colorido y algo tranquilo. Me divierten bastante las mezclas y creo que esta casa es una real mezcla de cosas".
Los inquilinos reutilizaron muebles de su anterior vivienda, heredaron otros de sus familias, mandaron a hacer algunos nuevos y restauraron otros antiguos. Entre los elementos de decoración preferidos de Agustina se encuentran una escultura y un dibujo de Verónica Artagaveytia (tía de Matías), un cuadro de Diego Velazco, una estructura de hierro azul diseñada por su amiga Paula Ponce de León, una fotografía de su hermana postiza Florencia Crosta, una pintura de su amiga Mene Cardoso, y un par de cuadros con gráficos coloridos diseñados por Diego Prestes. También forman parte de sus objetos más preciados dos obras de madera (una de Algorta y otra de Deliotti) que les regalaron unos amigos para su casamiento; y una pintura de ensayo en un cartón de Cecilia Pollio, amiga de su madre. "Me encanta el hecho de que era un cartón que estaba en el olvido, lo mandé enmarcar y cobró mucha vida", cuenta Agustina. Dentro de sus últimas adquisiciones artísticas se encuentra un cuadro de Victoria Brown, que decora la habitación del bebé que está esperando el joven matrimonio.
Para aprovechar al máximo su ubicación privilegiada, el apartamento cuenta con una amplia terraza con parrillero, muy utilizada en los días cálidos. Allí colocaron un juego de mesa y sillas de exterior, un sofá, y varias plantas que enmarcan el espacio. También instalaron una huerta y una compostera.
Fotos: Lucía Durán
Confortable, funcional y bella
La diseñadora de interiores, artista y curadora de arte Rossana Demarco describe como mágico el suceso de hechos que la llevó a vivir hoy en el palacio Pérsico, construido en 1920 por el reconocido arquitecto Leopoldo Tosi. "Esta casa se la encontré a mi marido (Francisco Gross) y su socio a principios de los años 90 para su empresa. En agradecimiento, me dieron un dinero que yo usé para pagar el primer año en Modus Vivendi, donde estudié diseño de interiores durante tres años", recuerda Demarco.
Antes, esta casa había oficiado como taller del artista Carlos Seveso, "que fue mi docente en Bellas Artes, cuando falleció Ernesto Arostegui, mi maestro". Este último fue quién la llevó a tomar la decisión de emprender en el mundo del arte después de abandonar la carrera en Facultad de Química. "Él te decía: ‘¿sos artista o no sos artista? Con esa pregunta me impulsó a armar mi primera exposición y a presentarme a concursos", cuenta. Hoy esta diseñadora tiene más de 40 obras de distintos artistas distribuidas en su casa.
Durante varios años, mientras allí funcionaba la oficina de Gross, la idea de hacer algo más con esta casa rondó la cabeza de Demarco. "Venía, sacaba fotos dentro y fuera, imaginando los espacios". Si bien vivió casi 21 años en un departamento en la rambla del puerto del Buceo, la Ciudad Vieja estuvo siempre cerca. Primero Demarco formó parte de Imaginario Sur y después fundó su espacio creativo La Pasionaria. "En un viaje a Lisboa (en 2016) alquilamos un departamento muy antiguo, pero que adentro tenía todo el confort. Había algo en ese ambiente que me quedó prendado, y me di cuenta de que podía vivir en esta casa. Al principio Francisco estaba reticente, pero desde que nos instalamos, en julio, es un vecino más del barrio". Demarco dice que fue su ansia por recuperar espacios la que la llevó a convertir esta casa de oficinas en su nuevo hogar.
Para la reforma convocaron al arquitecto Gustavo Bardavid. "Con Rossana y Francisco nos dimos cuenta de que su manera de vivir la casa y mi forma de entender la arquitectura tenían muchos puntos en común. Ese vínculo de confianza mutua fue fundamental a la hora de convertir esta oficina en una vivienda. Durante la obra fuimos descubriendo cosas debajo de las moquettes, al pulir los monolíticos, mármoles y pisos de pinotea, aparecieron colores nuevos. A base de esas tonalidades elegimos la paleta de colores de toda la casa", dice el arquitecto. "La realidad es mucho mejor de lo que yo me imaginaba", confiesa Demarco. Sin embargo, hubo que sortear varias dificultades. El proyecto y la reforma llevaron casi un año.
Este edificio tiene tres plantas separadas, pero originalmente era una gran casa. "Los planos están en francés, había cuarto de costura, de servicio, del chofer. En la planta baja estaban los locales comerciales, donde hoy están las oficinas de mi esposo. Después viene esta casa, que es la entrada principal. Por la calle Brecha hay dos departamentos más, uno en donde era el garage y el cuarto del chofer y otro en el segundo piso, arriba nuestro, donde estaban las habitaciones de servicio. Estos últimos son de un uruguayo que vive en Alemania", asegura la dueña de casa.
"Conservamos la mayor parte de los pisos originales con sus cicatrices, señal de que se repararon. Para mí es importante recuperar, actualizar", dice Demarco. Para los pisos que hubo que cambiar, se buscaron diseños que comulgaran con el resto de la casa, como en el piso del baño del dormitorio principal y en la terraza. "Nos tomamos el tiempo necesario para hacer esta casa, y todavía estamos trayendo muebles y detalles de nuestro antiguo departamento. Para mí ha sido importante aprender a escucharme, estar atenta, no distraerme y perseverar, porque este proceso llevó varios años".
Fotos: Adrián Echeverriaga
La belleza de lo simple
En este monoambiente tipo loft hoy viven dos hermanas: Amparo y Azucena Montero. Si bien es una planta cuadrada, los espacios principales están ubicados en forma de L. El ambiente central reúne la cocina con el comedor integrado, el living con un ventanal enorme que mira a la rambla y un baño. Aprovechando la altura de los techos se construyó un entrepiso, conectado por una escalera, que es donde se ubicó el dormitorio de las chicas, ambas vinculadas con el mundo del arte y la moda.
Llegaron a este apartamento a través de Mercado Libre y enseguida supieron ver el potencial. Es que no se trataba de cualquier ubicación, está en una de las primeras construcciones en altura de Pocitos, el edificio Rambla, de estilo art déco muy marcado, con vista a la rambla de Pocitos y la plaza Gomensoro. "Estaba muy dividido y parecía superchico. Tenía un cuarto con su propio baño, un baño tipo toilette, la cocina separada, el living y arriba, en el entrepiso, otro dormitorio. Las paredes eran de revoque con textura, pintado de verde manzana y el piso de porcelanato imitación parquet", recuerda Amparo.
Lo compraron un febrero y cinco meses después ya estaban en plena mudanza. La obra, según cuenta, fue bastante sencilla. Se tiraron paredes, se cambió el piso y se revistió todo con placas de madera.
El diseño interior estuvo a cargo de Laura Sanjurjo, mamá de ambas, artista y dedicada a la decoración. La cocina solamente tiene una barra de mármol -donde también está la pileta y el anafe-, lo que le da una apariencia bastante moderna. Sin embargo, el revestimiento en madera y parte de los muebles lo acercan al estilo de los hogares de los años 70.
Para Amparo, los objetos estrella de este apartamento son la foto gigantesca en cruz de Nick Knight de Sophie Dahl, que se encuentra ubicada en la pared del dormitorio, y los parlantes blancos que sobresalen en el living.
Sin embargo, su espacio preferido no es ninguno de estos dos. Amparo se sienta siempre en el quinto escalón de la escalera que la lleva a su dormitorio. "Si estoy sola, ahí desayuno, almuerzo, ceno, estoy con el celular, leo y hasta a veces dibujo. Creo que es porque puedo ver la plaza y todo lo que pasa ahí. Es como estar mirando la televisión, pero mucho más lindo".
Fotos: Lucía Durán
Luz, amigos y piezas con valor afectivo
El protagonista del apartamento de Álvaro Gargiulo -más conocido como Alvin- y Daniel Cunietti es el comedor. Y no es casualidad. A ellos les encanta ser anfitriones, organizar cenas con amigos y recibir a diferentes personas en su hogar. Por eso, cuando hace casi dos años decidieron mudarse, buscaron alquilar un lugar donde pudieran instalar una gran mesa de comedor. "Desde que estamos en pareja, hace nueve años y medio, nunca tuvimos ese espacio, no teníamos mesa de comedor. Entonces, al llegar a esta casa, quisimos generarlo", explica Alvin.
Para decorar el comedor tomaron como punto de partida dos elementos que formaban parte de este apartamento en la proa de Bulevar Artigas y Luis P. Ponce desde antes de su llegada: la pared, pintada con un tono arena oscuro, y una araña que colgaba en el centro del ambiente. Luego llegaron la mesa y las sillas. Daniel estaba enamorado de las Cesca, diseñadas por Marcel Breuer en la Bauhaus, y cuando por fin llegaron al mercado local, las compraron. Para darle un toque de color al ambiente, que de otra manera sería sobrio y minimalista, colocaron un cuadro comprado en las calles de Hong Kong. El rojo brillante de la obra contrasta perfecto con la paleta tierra del resto del ambiente. El óleo les costó solo cinco dólares, pero constantemente se lleva halagos.
Es que la pareja enfatiza en que no se trata de gastar dinero a la hora de decorar, sino de incorporar piezas que tengan una historia, un valor afectivo. Así se pueden encontrar, distribuidos en todo el apartamento, herencias, regalos y recuerdos. Un cuadro de Río de Janeiro -en el centro del living, en amarillos, verdes, azules y naranjas-, el baúl con el que viajaban los abuelos de Daniel o los corchos de ciertos vinos, tomados en ocasiones especiales. Lo antiguo dialoga con lo nuevo, lo accesible con lo costoso.
Junto al living y al comedor se encuentra la cocina, amplia y despojada, que ha sido especialmente útil en la cuarentena. Allí Alvin, que se especializa en la fotografía gastronómica, incursionó en el mundo de los fermentos y, durante las semanas que estuvo sin trabajar, se dedicó a hacer pan de masa madre y kombucha caseros. Daniel, por su parte, es amante del café y atesora una cafetera que compró en Brasil diseñada por el arquitecto Michele de Lucchi.
Estos meses también valoraron el hecho de tener cada uno un espacio para trabajar. En la oficina de Alvin cuelga una impactante fotografía de la modelo Romina di Bartolomeo, tomada por él, a la que aún tiene pendiente enmarcar. También tiene una pequeña colección de libros de gastronomía, entre ellos el de Lucía Soria, otro de sus trabajos. Para decorar su escritorio, Daniel eligió un cuadro de Alfredo Testoni, un regalo, que colocó junto a una pared llena de portarretratos con fotos de sus seres queridos.
Mientras que en el resto de la casa predominan los colores y las texturas, en el cuarto reina la tranquilidad. La cama y las mesas de luz, en madera oscura, son herencia de la familia de Daniel, de sus bisabuelos. Frente a la cama hay una gran ventana curva, por donde entra el sol todas las tardes. La única pieza decorativa es un pequeño cuadro, el primero que compraron. Parece un original, pero aclaran que es una lámina. "El secreto está en el marco", asegura entre risas Daniel.
Fotos: Mauricio Rodríguez
Ecléctico y atemporal
El apartamento de Victoria Brown, en Francisco Vidal y rambla Mahatma Gandhi, está en el primer piso de un edificio del año 1953. La construcción es sólida, con muros gruesos y techos de 3,5 metros de altura. Sin embargo, cuando lo adquirió presentaba algunas fracturas en un pilar, que perduraban de cuando se dinamitó la rambla. La diseñadora de interiores decidió abrir la fachada y repararlo.
Lo que la conquistó del lugar fue principalmente la distribución del espacio. "Me gustó el living apaisado, el corredor que conduce a los dormitorios, la cocina que estaba bien definida y apartada. También me gustó mucho que se tratara de un primer piso, porque da sensación de proximidad con la rambla, que se encuentra enfrente", cuenta la dueña.
Victoria, quien también tiene un máster en Vivienda y Workspace, define su apartamento como una mezcla ecléctica de muchos prototipos de mobiliario que diseña, incluyendo luminarias, mesas, sofás y apliques, entre otros. Además, lo considera atemporal. "Tengo mesas art déco, un sofá de líneas posmodernas y luminarias que diseñé... Me encanta diseñar mobiliario", explica.
Como también pinta, el arte es otro de los protagonistas en su hogar. Muchas veces cuelga y descuelga obras para poder observarlas en perspectiva. "A veces las tengo que dejar respirar un rato y mirarlas de lejos con calma, y para eso es perfecto el espacio", comenta la joven, que además de sus propias piezas, cuenta con obras de múltiples artistas. Para ella, los objetos estrella de su casa son un sillón de pana natural y una lámpara de pie creados por ella. Pero el elemento que más elogian sus amigas cuando la visitan es un cuadro azul, también de su autoría, colgado encima del sillón.
Además de los dos dormitorios, la cocina y el living, el apartamento cuenta con una habitación estudio donde la artista guarda sus muestras y trabaja cuando no está en obra. Sin embargo, si tiene que decidirse por sus rincones favoritos del hogar, elige el living y el balcón, espacios en los que disfruta de la vista a la rambla.
Fotos: Lucía Durán