Durante el fin de semana del Patrimonio, la Embajada de Francia vuelve a abrir al público su sede de la calle Uruguay 853. Se cumplen 100 años de su instalación en ese palacio de fines del siglo XIX, razón por la cual en esta edición se podrá recorrer las dos plantas de la vivienda original del político y empresario Félix Buxareo, para admirar la arquitectura de Luigi Andreoni, el vitral de Arturo Marchetti, un fresco en la antigua capilla de la casa. Además, de forma inédita, se exhibirá el primer tratado firmado entre Uruguay y Francia, y una bandera gala que flameó en la Guerra Grande.
Cada año, durante el tercer fin de semana de setiembre, en Francia y en toda Europa se celebra el patrimonio con visitas a lugares que habitualmente no son accesibles. Estos acontecimientos culturales de la “rentrée”, momento que marca el regreso a la rutina después de las vacaciones de verano, demuestran la pasión de los franceses por la arquitectura, la cultura y el arte.
Creada en 1984 por el Ministerio de Cultura y Comunicación, el éxito de la iniciativa se basa en la variedad del patrimonio disponible para los visitantes. Edificios como el Palacio del Elíseo, el Ministerio de Justicia, el Grand Rex o el Teatro de Châtelet en París así como el teatro del emperador Napoleón III en el Castillo de Fontainebleau, cerca de París, se suman a esta iniciativa.
En Montevideo, cada primer fin de semana de octubre la Embajada de Francia se une a las jornadas del Patrimonio con propuestas originales. Solo por nombrar algunas, en 2018 se asoció con el Museo Casapueblo para mostrar una selección de pinturas del artista Carlos Páez Vilaró, y al año siguiente presentó una exposición de moldes, esculturas y pinturas de José Luis Zorrilla de San Martín. En esta edición, la sede de la misión diplomática estará abierta el sábado 1º y el domingo 2 de octubre, coincidiendo con el centenario de su instalación en ese edificio emblemático de la calle Uruguay. La idea es mostrar no solo la casa sino también reafirmar la relación franco-uruguaya a lo largo de la historia.
Familia Buxareo. El político Félix Buxareo contrató a Luigi Andreoni, ingeniero y arquitecto italiano que construyó el Club Uruguay, el Hospital Italiano y la Estación Central, para edificar su residencia familiar en un predio en el sector más prestigioso de la capital. La obra concluida en 1884, impacta en la actualidad por su simétrica belleza en la esquina de Uruguay y Andes.
El senador Félix Buxareo provenía de una familia de propietarios de tierras que introdujeron razas bovinas inglesas y se dedicó a las actividades agropecuarias que le permitieron forjar una enorme fortuna. Al mismo tiempo fue un miembro activo de varias sociedades benéficas. Su peculio se acrecentó al casarse con Sofía Jackson, mientras que su gusto por la arquitectura y la cultura se fue nutriendo en varios viajes a Europa. La estilizada sensibilidad de Buxareo se encontró con el eclecticismo de Andreoni, quien fue el encargado de diseñar su sueño palaciego. El exterior sorprende por su fachada de dos pisos con hileras de ventanales y una magnífica terraza de balaustres.
Al morir, en 1901, Buxareo dejó en legado la propiedad al Arzobispado de Montevideo, y se convirtió en la vivienda de monseñor Mariano Soler y en las oficinas de la Curia.
Francia en Uruguay. Dos décadas más tarde, en 1922, la casa fue adquirida por el gobierno francés para convertirla en la sede de la embajada y residencia del embajador. Los arquitectos franceses Joseph Carré y Camille Gardelle, con destacadas obras en Uruguay, se encargaron de la remodelación. Para darle mayor luminosidad, Carré le encomendó al italiano Arturo Marchetti el diseño del espectacular vitral que corona el vestíbulo de honor.
La estructura de la casa fue ideada en dos plantas. A nivel de la calle, se alojaban las dependencias secundarias, mientras que en la planta alta se desarrolló la vivienda en sí misma. La entrada principal, con un enorme pórtico en madera, se ubica en Uruguay 853, y sobre Andes se encontraban antiguamente las caballerizas y el aljibe.
Durante las jornadas del Patrimonio, una imponente escalinata de doble rampa sorprenderá a los visitantes y los conducirá a un cielo de estucos sobre un azul celadón. Arabescos, trazos complicados y volutas rococó se descubren a medida que se avanza a través de cada peldaño de mármol de Carrara. En el friso, las fauces de un león contienen el monograma FB (iniciales del dueño de casa) en oro antiguo.
Al acceder al amplio vestíbulo rectangular, y bajo la espectacular policromía del vitral diseñado por Arturo Marchetti, los bustos de dos reinas, la de Escocia María Estuardo y la de Francia y Navarra María de Médicis, dan la bienvenida al visitante. El artista italiano residente en Uruguay realizó además los vitrales en el Palacio Legislativo, el Ministerio de Relaciones Exteriores, el Palacio Piria (sede de la Suprema Corte de Justicia), el Hotel Argentino de Piriápolis, la Catedral de Montevideo y otros edificios públicos y privados.
Siguiendo el recorrido se encuentra el comedor, que resguarda tantos secretos de las visitas de mandatarios y personalidades del mundo. Otra de las puertas da paso a lo que fue una capilla de la familia Buxareo, y que continuó usando el Arzobispado de Montevideo. Durante la visita se podrán observar los vestigios de un relieve que atestigua esa época.
En el sector izquierdo de la casa, en la esquina de Uruguay y Andes, está la oficina del actual embajador, Jean-Paul Seytre. En la fachada exterior, sobre el balcón del segundo piso, se izan las banderas de Francia y de la Unión Europea.
Historia compartida. A lo largo del último siglo, la antigua propiedad de Félix Buxareo albergó a decenas de diplomáticos. Los próximos sábado 1º y domingo 2 de octubre, el embajador Seytre propone no solo conocer la sede, sino también recorrer la historia que une a los dos países a través una exposición en la que se exhibirá el primer tratado bilateral firmado en el siglo XIX y una bandera original que llevaron franceses en la Guerra Grande.
El Tratado de Amistad, Comercio y Navegación firmado el 8 de abril de 1836 por el cónsul de Francia Jean-Marie Raymond Baradère deja asentados los lazos de amistad que unen a ambos países y los intercambios en el ámbito político, comercial, cultural, científico y educativo en casi doscientos años de historia compartida. Según explica Seytre, ese acuerdo consagró “el reconocimiento ya hecho, el 16 de diciembre de 1830, de la Independencia del Estado Oriental del Uruguay”, y apuntaba a “regularizar la existencia de las numerosas relaciones de comercio existentes entre ambos países, para favorecer su desarrollo y perpetuar su duración”.
Este primer tratado internacional, que sentó las bases de las relaciones bilaterales, fue firmado entre el presidente de la República Oriental del Uruguay Gabriel Pereira y el entonces rey de los franceses Louis-Philippe. La ratificación del tratado, que pertenece al Ministerio de Relaciones Exteriores, se exhibirá junto a la copia enviada desde Francia. Las relaciones entre ambas naciones impulsó la creación, en 1882, de la Cámara de Comercio e Industria Franco Uruguaya, considerada una de las cámaras francesas más antiguas en el mundo.
A mediados del siglo XIX, franceses —principalmente de las regiones del Béarn y de Saboya— comenzaron a llegar a Uruguay. Su influencia fue de tal magnitud que a finales del siglo sus costumbres se enraizaron en la cultura local al punto que en Montevideo se hablaba habitualmente el idioma francés. Además, la comunidad de ese país tomó partido por la defensa de Montevideo durante la Guerra Grande, enarbolando la bandera francesa. Una de esas banderas originales, cedida por el Museo de Historia Nacional, se exhibirá el fin de semana del Patrimonio en este edificio que sabe de historia y de cultura. n
Casa Buxareo, actual sede de la Embajada de Francia. Uruguay 853 esquina Andes. Sábado 1º y domingo 2 de octubre de 10 a 17 horas. Entrada libre.