La espera de los resultados del balotaje desafió todos los pronósticos y hubo varios vaivenes emocionales
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En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] contactarte por WhatsApp acáEntre bulevar Artigas y Chaná y Yaguarón y 18 de Julio había más que 23 cuadras de distancia el domingo 24 al caer la noche. En la sede de la fórmula Luis Lacalle Pou-Beatriz Argimón los simpatizantes de la coalición multicolor se acercaron a vivir una fiesta. En el búnker de Daniel Martínez-Graciela Villar el ambiente era celebratorio también, pero más en reconocimiento a la militancia que buscando un resultado en el balotaje. Pero la noche dio sorpresas.
En el Cordón, la sensación de victoria asegurada se palpaba en el ánimo de los simpatizantes blancos -también colorados, cabildistas y de Novick-, los dirigentes y los propios protagonistas: las sonrisas y el tiempo dedicado a complacer pedidos de selfies de Beatriz Argimón y Lacalle Pou reflejaban que el ánimo estaba por la estratósfera. La música que sonaba por los parlantes hubiera calzado perfecto para una fiesta de 15. En el Centro estaban "los de siempre", los que capearon los temporales y los que gritaron las victorias, y también estaban los nuevos, los que votaron por primera vez y no conocen otros gobiernos que los del Frente Amplio. Allí, la banda de sonido era fiel representativa de la liturgia progresista: A redoblar, Cielo de un solo color, A don José y el último hit La ola esperanza, incluyendo coreografía.
En las afueras de la sede de Todos la pantalla gigante estaba fija en Canal 4. Cuando a las 20.30 Rafael Porzecanski dio la proyección de Opción, 49,5% para Lacalle Pou, 46,5% para Daniel Martínez, la multitud estalló en un grito. Nadie pareció detenerse en que tres puntos de diferencia era mucho menos que la menos generosa de las encuestas. En el bando oficialista no había una transmisión para que la multitud la siguiera, por lo que los más interesados acudían a los celulares o cualquier periodista que pasara cerca.
Cuando los números comenzaron a cambiar, las distancias a acortarse y algunas proyecciones a hablar de empate técnico, la noche se hizo más fría en bulevar Artigas. El calor se había trasladado a los alrededores del escenario que esperaba a Daniel Martínez; varios incluso se sorprendieron de las noticias: iban a un "aguante" y ahora se encontraban con algo parecido a una fiesta.
En el bastión de la coalición hubo quien lloró y quien se puso a rezar, quien aplaudió y quien no perdió la fe. A la sede llegaron otros dirigentes de la alianza multicolor, como Ernesto Talvi, Julio María Sanguinetti, Pablo Mieres, Edgardo Novick y un muy serio Guido Manini Ríos, algo así como el tercer protagonista del día, para alivianar la espera de periodistas y fotógrafos que solo recibían silencios oficiales. En el otro centro de interés, los periodistas corrían de un lado a otro tratando de conseguir una palabra de los referentes del FA.
A las 23.30 la situación comenzó a clarear. Ganaba Lacalle Pou, pero por un margen que no le permitía lanzar las campanas al vuelo. Martínez, eufórico como nunca se lo vio, consideró que la votación obtenida, que no le daba para ganar, fue un verdadero triunfo de la militancia y pidió esperar, sin reconocer la derrota. La gente se fue feliz, aun sin haber alcanzado el deseado #4FA. En la otra punta del abanico político, ante una audiencia no tan fervorosa pero ahora sí definitivamente tranquila, Lacalle Pou hizo todos los malabares dialécticos para afirmar que había ganado, sin decirlo. La gente se fue feliz, con una victoria que nunca se nombró.