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“En épocas de crisis algunos lloran y otros venden pañuelos”

La empresaria gastronómica con conocimientos de marketing, neuromarketing y psicología para liderar varios proyectos exitosos en simultáneo

 “¿Dónde está mi amiga?”, pregunta una clienta antes de retirarse del local de Fellini, en la esquina de Martí y Benito Blanco. “Acá estoy ¿Pasaron lindo?”, contesta Florencia Etchemendy. “Una bomba todo, muchas gracias, nos estamos viendo”, responde la habitué del restaurante. Este tipo de intercambio es algo a lo que la empresaria está acostumbrada. Ella recibe a los clientes y le gusta agasajarlos de la misma forma que lo hace con sus amigos cuando los invita a casa. El equipo, que en su gran mayoría trabaja desde hace muchos años, comparte esta filosofía. 

Cuando abrió el negocio familiar hace 14 años, Florencia se sumergió de lleno en el mundo de la gastronomía. Desde el inicio llevó adelante la empresa y descubrió que le apasionaba. Creativa e inquieta, comenzó a aplicar sus conocimientos de marketing y neuromarketing. Es por eso que Fellini ofrece, además de un servicio, una experiencia, concepto que hoy es habitual pero que en su momento fue revolucionario. 

Al entrar al restaurante se percibe el olor a pan horneado, a café recién preparado, se escucha música y se disfruta de la decoración,  y eso no es casual. “El cerebro percibe cosas que nos acercan a determinadas emociones y el cliente va a retener el sentimiento mejor si utilizamos esas estrategias”, explica. Las ganas de explorar de Etchemendy la llevaron a abrir otros emprendimientos en paralelo que se manejan a través de plataformas de delivery. El más reciente se llama La Croqueta Coqueta, que vende croquetas gourmet de distintos sabores. Además tiene: Bao Bao, un emprendimiento de venta de pan asiático hecho al vapor con diferentes rellenos, Firenze, una marca de pasta pronta, y Amor Espera, en donde vende frutas y verduras. 

La experiencia Fellini. “Tengo un hijo adolescente”, bromea al referirse a los años que Fellini cumple en el mercado. Comulgamos con los valores familiares, la idea es hacer sentir cómodo al cliente, eso es lo que lo diferencia de otros lugares, además de ser una trattoria italiana en pleno Pocitos”, señala. Y agrega: “El equipo es fundamental. Podés no ser el mejor profesional pero si tenés ganas, actitud y buena madera, podés entrar a esta familia y te vamos a dar las herramientas para crecer. El pastero empezó en la bacha y eso ha pasado en muchos casos”, asegura.  

Florencia Etchemendy. Foto: Lucía Durán Florencia Etchemendy. Foto: Lucía Durán

La crisis, una oportunidad. “En épocas de crisis algunos lloran y otros venden pañuelos. ¿En dónde se quieren posicionar ustedes?”, preguntaba Etchemendy a los alumnos en la Escuela de Gastronomía durante sus clases de Marketing. La llegada de la pandemia la hizo pensar mucho en esa frase. El restaurante estaba vacío, pero decidió no cerrar, mandó a parte del equipo a seguro de paro y a medida que la cosa empeoraba amplió la medida hasta que solo quedaron ella y el cocinero. Sabía que debía reinventar y redefinir el restaurante para poder reintegrar al equipo lo más pronto posible. 

Y empezó a aflorar su creatividad. La primera estrategia pareció inspirada por el director de cine que da nombre a la trattoria: cenas de película. Noches donde el restaurante abría solamente para una pareja, como sucede en las películas románticas. Otra idea fue la de transformar el restaurante en un mercado: Fellini Market, en el que se ponían a la venta productos del restaurante, e invitó a los clientes a visitar el local o a que hicieran su pedido a domicilio. En paralelo comenzó a armar packs para cumpleaños y aniversarios; además de la cena, bebida y postre, los primeros venían con cotillón y velitas, y los segundos con pétalos de rosas y vino o champagne. 

También organizó cenas de gala, cenas en pijama, pero la estrategia más exitosa fue la de invitar con el plato principal a aquellos que se hubieran vacunado. “Además de aportar un granito de arena para la vacunación, era una forma de festejar. Los recibíamos con una jeringa con gazpacho y en la mesa había un cartel que decía ‘Felicidades’”.

Hoy Etchemendy está convencida de que la pandemia cambió los hábitos de consumo. “Lo vemos a diario con el equipo, los vinos de alta gama, que ahora se toman en una cena de todos los días, son los mismos que antes solo se pedían en ocasiones especiales. El espíritu es otro, la gente quiere festejar. La ocasión es hoy”, asegura. 

Por más información @floetchemendy