Nombre: María Mendive • Edad: 51 • Ocupación: actriz, docente y locutora • Señas particulares: informó del clima en Subrayado, vendió pascualina y pasta frola en la EMAD, su hija chica fue la voz de Anina.
Nombre: María Mendive • Edad: 51 • Ocupación: actriz, docente y locutora • Señas particulares: informó del clima en Subrayado, vendió pascualina y pasta frola en la EMAD, su hija chica fue la voz de Anina.
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En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] contactarte por WhatsApp acá¿Por qué llega tan temprano a las funciones?
Yo quiero entrar a la cancha y para eso me preparo. Cada uno sabe su tiempo de concentración, me gusta ir con tiempo, tranquila. Para mí, cada función es la primera y es única. El día de la función no hago otra cosa, descanso, hablo poco, no miro películas ni series.
¿Cómo logra en estos tiempos mantener el humor?
Está en mi naturaleza y en la vida que elijo tener. Yo no puedo pasar un día sin reírme. No concibo la vida sin humor. En todo el proceso de Ana contra la muerte, de Gabriel Calderón, la obra en la que estoy, necesité reírme o buscar motivos para reír. Eso contrarresta lo dramática que también soy.
Es una obra dura. ¿Cómo trabajó la construcción de los personajes?
Lo trabajamos con Gabriel, que lo tenía claro. Él quiso que ellos estuvieran al servicio de la narración de la historia. Para mí fue un trabajo difícil. El teatro siempre es difícil, pero este más, porque me agarró en un momento muy personal: perdí a mi viejo al inicio de los ensayos. Eso me agarró con una dosis de angustia importante, pero quise seguir. Pedí al elenco de atrasar los ensayos y me apoyaron. Pero también había que hacerlos en ese momento. Yo tengo un propósito como el teatro: el teatro te pide todo, es un amante muy celoso... y a veces los procesos no son cómodos. Pensé en lo que hubiera dicho mi padre: hacelo.
¿A qué edad comenzó a trabajar?
Yo trabajo desde los 13 años, en el jardín de infantes de una prima mía, Carmen. El día de la adaptación fui con una guitarra y los niños se me pegaron de inmediato por algo que hice, no sé qué fue. Me gustaron mucho los niños siempre. Y lo intuitivo me llevó a conectarme rápido con ellos.
Fue madre a los 23, cuando cursaba el primer año de la Escuela Municipal de Arte Dramático. ¿Cómo fue esa experiencia?
Yo tuve muy claro que quería ser madre y que también quería tener propósitos. Yo necesitaba un gran amor, que me lo dio Belén (hoy de 28; Federica, su otra hija, tiene 20). Vivía con el padre de Belén, que ya tenía dos hijas. Yo fui madrastra a los 20 años, ¡como que fui adulta de niña! Me costó, pero cuando tenés algo tan importante que atender lo tuyo también se vuelve importante.
También dio el pronóstico del tiempo en Subrayado.
¡Qué te puedo decir, hice muchas cosas! Estuve antes que (Diego) Vázquez Melo. Estaba la actriz, la comunicadora, vendí comida. Cuando nació Belu hacía pascualina y pasta frola, llegaba a la EMAD y decía: "Hola, hola, a la escuela llegó la pasta frola". Siempre fui muy buscavidas.
¿Alguna vez sufrió una situación de acoso en el ámbito artístico?
Ponele que no, no mucho. Alguna cosa sí se dio. Tuve la suerte de no haberme dado mucho cuenta y manejarme con la simpatía, que me ayudó. Eso también marcó límites, fue estrategia. De niña, en el momento de más vulnerabilidad, sí tuve situaciones de abuso. Fue con un vecino, él tenía 20 años y yo tendría cinco. Mi madre pensaba que estaba jugando con el resto de los niños en la casa de los vecinos y este hombre me tenía apartada del grupo. No me pasó lo peor pero sí estuve a punto...
¿Lo llegó a trabajar psicológicamente?
Lo trabajé, sí. Esto existió siempre, es bueno que estas cosas se pongan arriba de la mesa. Y siempre tuve mucho cuidado con mis hijas. No soy mucho de confiar en los demás, generé una cosa muy defensiva.
Ya actriz, ¿fue encasillada por linda?
Desde afuera me veían más linda de como yo me sentía. Me abrió muchas puertas. También hay gente que se te enoja: cuando ven a alguien muy lindo no creen que sea inteligente. Pero siempre el mayor problema es de uno. Antes no creía que era tan inteligente como pienso que lo soy.
Hizo varias ficciones televisivas. ¿Por qué es un formato que acá no termina de cuajar?
Falta de plata, espacios, leyes... las tiras que se hicieron fueron exitosísimas, no por lo económico sino por la aceptación y la gratitud de la gente. Hay gente que no tiene la posibilidad de ir al teatro y esto permite el conocimiento de sus historias, su cultura, su lugar físico.
¿Cuál le gustó más?
Constructores me encantó, Historias de diván, me gustó mucho trabajar con Adrián Caetano, Oscar Estévez, Juan José Juzid, Jorge Marrale... La ficción te permite que un personaje tenga una vida con continuidad, te permite un desarrollo de ese ser. Te permite jugar más, porque esto en definitiva es un juego.
¿Qué formatos tienen más demanda en el Instituto de Actuación de Montevideo (IAM), del que es una de las directoras?
Históricamente, la enseñanza acá ha sido teatral, donde hay un gran patrimonio. En el IAM la gente entra queriendo más cámaras que escenario. Pero las herramientas para actuar son las mismas, lo que cambia es la adaptación. Egresan actores para trabajar en todos lados.
Cambia el gobierno, ¿qué perspectivas tiene?
Que considere el lugar de la cultura en la sociedad y lo que significan los teatros en el país y en el mundo. En la tradición teatral que hay acá. Que se sigan generando fondos públicos. Y que no se crea que pedimos una limosna, porque la cultura no es una limosna. Sin cultura no hay nada. La cultura te conduce hacia vos, hacia quienes somos. Nos hace mejores personas. Eso es algo que nadie puede obviar y se ha obviado mucho. Yo pediría eso, además de que el gobierno considere las necesidades de todos, todas y todes, lo que se ha logrado, que no se pierda la libertad respecto a la diversidad.