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"Tengo buen olfato y eso es bueno para un periodista"

Edad: 33 • Ocupación: Periodista • Señas particulares: De chica quería tener un hogar de ancianos; se muerde el pelo cuando está nerviosa; su perro Pacho tiene Instagram propio.

Te formaste en prensa y luego llegó la radio, ¿cómo se dio tu pasaje a la televisión? Yo venía del año más importante de mi carrera: en 2017 publiqué Sendic, la carrera del hijo pródigo y empecé con el programa de radio. En 2018 me ofrecieron integrar el panel de Todas las voces. Gonzalo Terra, gerente de Noticias de Montecarlo, me invitó a hacerlo desde un rol bien de periodista. Me pareció superinteresante y ahí fue que debuté, con mucho nerviosismo, porque en la tele estás mucho más expuesto que en un diario o en la radio, es más masivo. Los gestos hablan y tenés que tener cuidado, sobre todo yo, que soy muy expresiva con la cara. Además, la gente te comenta cómo tenés el pelo, si tenés los ojos delineados.

¿Te volviste más coqueta? Sí. Nunca fui de maquillarme a la mañana, por ejemplo, entonces eso me costó. Intento cuidarme un poco más, hacerme uñas esculpidas, en tele importan esos detalles. Aunque tampoco quiero transformarme en algo que no soy, no soy coqueta. En la alfombra roja de los Iris me preguntaron quién me había peinado y maquillado y yo no tenía idea, lo había coordinado una amiga. Incluso estuve nominada a mejor peinado.

¿Cómo manejaste el estrés del libro? Fue un año bisagra en lo profesional y en lo profesional, si no me divorcié ese año no me divorcio más (se ríe). Yo estaba con la web de Telenoche, comenzaba Así nos va en Carve y empecé a escribir el libro con Patricia Madrid. Al principio lo llevábamos tranquilas, pero los últimos meses fueron muy estresantes. Necesitábamos sacarlo porque había muchas cosas que veníamos trabajando desde hacía meses y estaban empezando a filtrarse, entonces tuvimos que apurarnos. Fue muy a contrarreloj y a lo último yo solo trabajaba y escribía, no hacía nada más, no veía amigos ni a mis padres. Además, estábamos escribiendo sobre el vicepresidente de la República, que tenía una institucionalidad atrás, y eso nos llevaba a ser más responsables.

¿Recibieron amenazas? No recibimos ninguna hasta que se publicó el libro. Tres días después de que saliera, el vicepresidente del momento, Raúl Sendic, dijo que nos iba a denunciar "civil, penal y administrativamente". En ese momento fue algo muy fuerte, más allá de que nosotras estábamos supertranquilas de que si eso ocurría íbamos a tener herramientas para poder defendernos. Fuimos muy responsables. Si hubiésemos querido, podíamos sacar un libro tirabomba porque teníamos material de todo tipo. Un tiempo después nos enteramos de que había gente del entorno de Sendic que tenía información personal, sobre todo de Patricia (Madrid, coautora del libro), porque la habían investigado. Ella tomó algunas medidas, como mudarse.

¿Después de eso fue que adoptaste a Pacho, tu cachorro? Sí, llegó sobre fines de ese año. Con Gastón teníamos ganas de tener un perro, así que adoptamos a Pacho. Es un Jack Russell terrier. Cuando ya lo teníamos en casa leímos sobre la raza y nos enteramos de que no era para principiantes, porque son hiperactivos. Es un torbellino y muy demandante. Hoy sacamos la cuenta y lo tenemos que sacar 5 kilómetros para que se canse.

Tiene una cuenta de Instagram... Tiene cuenta de Instagram. Me ofendí con galería cuando hicieron la nota de los perros con redes y no pusieron a Pacho (risas). Nos dimos cuenta de que sus fotos estaban copando nuestros perfiles, así que le hicimos uno. Además, es muy divertido.

Tus amigos te describen como intuitiva. ¿Te considerás así? Tengo buen olfato y eso es bueno para un periodista. También me ha servido en lo personal.

¿Qué querías ser de niña? Quise las típicas cosas, como estar en un circo o ser maestra, pero también tener un hogar de ancianos, siempre fui muy sensible a los adultos mayores. Hice Comunicación un poco por descarte y ya avanzada en la carrera me atraía mucho el cine, pero me terminé inclinando por periodismo. A mí me gustaba la tele o la radio, pero terminé trabajando en El País durante ocho años. Ahí me enamoré del periodismo. Me fui sorprendiendo a mí misma.

También patinabas. Empecé patín siendo muy chica y me encantaba. Ahí tuve mi primera gran frustración, porque a los 9 años se me luxó la rótula y me tuvieron que operar. Fue un proceso traumático porque tuve que dejar el patín y estuve todas las vacaciones con un yeso haciendo quietud. Me pasaba jugando al Family. Lo que me pasó fue que todo el mundo me llevaba golosinas y entre eso y la quietud terminé redonda (risas). Después bajé de peso porque operaron a mi abuela y prometí que si todo salía bien, no comía más golosinas.

¿Seguís yendo al Teatro de Verano? Salía en el Carnaval de las Promesas, pasé ahí toda mi adolescencia y tengo los mejores recuerdos de esa etapa de mi vida. Me dejó vivencias como dedicar todo el verano a ensayar para un objetivo en grupo o las primeras picardías de adolescente. De grande fui como espectadora, mis padres eran abonados del Teatro de Verano. A mi marido no le gusta mucho y ahora no voy tanto como antes, cuando en febrero era obligado ir al tablado y al teatro.

¿Cuándo fue la última vez que lloraste? Con una película de perros, La razón de estar contigo. Estoy muy sensible con los perros.